1950-1979: Así se destruyó Sevilla

San Julián, bastión del Moscú sevillano de los años 20 y 30 del siglo XX, fue demolido por el franquismo casi en su totalidad para erradicar a la clase obrera radical y trasladarla a nuevas barriadas. El que fue conocido como «barrio rojo» pasó a ser el «barrio mártir». La injusticia se cebó, otra vez, con los más desfavorecidos.

29 abr 2017 / 12:02 h - Actualizado: 26 abr 2017 / 13:22 h.
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  • Esta imagen de la Fototeca Municipal, posiblemente de los fotoperiodistas Serafín Sánchez del Pando o Juan José Serrano Pérez, informa del resultado del derribo de la mayor parte del caserío del barrio de San Julián, a finales de los años cincuenta del pasado siglo. Vemos cómo sobrevive en el centro el enorme edificio de la cervecería Baturones, instalada en un antiguo almacén de aceitunas. / El Correo
    Esta imagen de la Fototeca Municipal, posiblemente de los fotoperiodistas Serafín Sánchez del Pando o Juan José Serrano Pérez, informa del resultado del derribo de la mayor parte del caserío del barrio de San Julián, a finales de los años cincuenta del pasado siglo. Vemos cómo sobrevive en el centro el enorme edificio de la cervecería Baturones, instalada en un antiguo almacén de aceitunas. / El Correo
  • Gelán (Fototeca Municipal) captó la última imagen de la cervecería Baturones a mediado de los años sesenta del pasado siglo, cuando ya la mayor parte del barrio de San Julián había sido derribado. Baturones fue durante los años finales de post guerra, el lugar símbolo para las reuniones de clases obreras y medias, por sus precios asequibles de la cerveza, el pescado frito y los mariscos. Fueron especialidad de esta cervecería las “macetas”, un tipo de jarra de medio litro y litro de cerveza. / El Correo
    Gelán (Fototeca Municipal) captó la última imagen de la cervecería Baturones a mediado de los años sesenta del pasado siglo, cuando ya la mayor parte del barrio de San Julián había sido derribado. Baturones fue durante los años finales de post guerra, el lugar símbolo para las reuniones de clases obreras y medias, por sus precios asequibles de la cerveza, el pescado frito y los mariscos. Fueron especialidad de esta cervecería las “macetas”, un tipo de jarra de medio litro y litro de cerveza. / El Correo
  • Vista aérea de Sevilla. / El Correo
    Vista aérea de Sevilla. / El Correo
  • Con la novela histórica El Moscú sevillano (Universidad de Sevilla, 1990 y 1991), recuperamos nosotros el costumbrismo social de finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, a través de la vida del zapatero remendón Fernando el Mellizo. La portada ofrece una perspectiva aérea de la zona macarena del Moscú sevillano, captada por Juan Beltrán Aguilar. / El Correo
    Con la novela histórica El Moscú sevillano (Universidad de Sevilla, 1990 y 1991), recuperamos nosotros el costumbrismo social de finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, a través de la vida del zapatero remendón Fernando el Mellizo. La portada ofrece una perspectiva aérea de la zona macarena del Moscú sevillano, captada por Juan Beltrán Aguilar. / El Correo

EL barrio histórico de San Julián pasó de ser un «barrio rojo» a «barrio mártir». Durante todo el primer tercio del siglo XX, el sector urbano de San Julián fue lugar de residencia obrera en corrales de vecinos infrahumanos, denunciados a finales del siglo XIX por el humanista Felipe Hauser. Los obreros estaban preferentemente vinculados al anarquismo de la CNT, hasta la fundación del Partido Comunista de España a principios de los años veinte del pasado siglo.

A finales de esa década y de la Exposición Iberoamericana de 1929, comenzó a conocerse el barrio de San Julián como «callejuelas del Moscú sevillano», como consecuencia de la radicalización de las actuaciones sindicales de anarquistas, socialistas y comunistas por la crisis social y económica de la época. Pronto el nombre de Moscú sevillano se extendió a toda la zona ocupada por el arrabal y barrio de la Macarena, junto a los de Santa Marina, San Marcos, San Román, Feria y Santa Catalina, formando una bolsa de conflictos sociales que afectaban a toda la ciudad y se vinculaban con las actuaciones sindicalistas surgidas en los arrabales de la Trinidad, San Roque, San Benito y La Calzada, San Bernardo y Triana.

Durante la II República, el Moscú sevillano fue noticia permanente por su protagonismo en los conflictos sociales, teniendo a San Marcos por eje de las actividades sindicalistas. Después del 18 de julio de 1936, la Gestora municipal presidida por el marqués de Soto Hermoso, emprendió un plan de erradicación de zonas urbanas conflictivas y comenzó por derribar las manzanas de casas populares que estaban en la calle Andueza, frente a las murallas y la Puerta de la Macarena, muy conocidas por los problemas sociales que provocaban sus vecinos. Junto a estas casas estaba el Bar Casa Cornelio, en la calle Bécquer, en lo que ahora es atrio de la Basílica de la Macarena, lugar de encuentros de sindicalistas. Por este motivo se localizó en un edificio de esquina de la calle Andueza un cuartel de la Guardia Civil que se hizo famoso por las actuaciones del comandante de Puesto, el sargento Rebollo.

Al derribo de las casas de parte del arrabal macareno y dispersión de sus habitantes, siguió el proyecto de seguir destruyendo los hábitats que habían sido más conflictivos durante la Dictadura de Primo de Rivera, la II República y primeros meses de la Guerra Civil, y el barrio de San Julián fue elegido el primero por su protagonismo radical. El proyecto no pudo realizarse hasta después de los años cincuenta por falta de medios económicos, pese a la celeridad y eficacia administrativa municipal y estatal, que realizó las expropiaciones y cambios normativos sin grandes problemas.

Como puede verse en la fotografía que incluimos en esta página, el solar resultante del derribo de al menos dos tercios del barrio de San Julián, ya en los años sesenta del pasado siglo, hizo posible las nuevas edificaciones actuales.

Del arrabal de la Macarena, también fueron derribadas las casas populares de la calle Andueza, junto a las murallas, pórtico del Moscú sevillano, con Casa Cornelio como lugar de encuentros de obreros.

La fotografía aérea captada por José Manuel Salgado (Joaquín Cortés José, Desde el cielo a Sevilla, Publicaciones Comunitarias, 2000), ofrece la realidad actual del amplio sector urbano conocido como el Moscú sevillano durante los años 20 y 30 del pasado siglo XX. Un amplísimo perímetro urbano enmarcado por las Ronda desde La Barqueta hasta la Puerta del Osario, con fronteras en la calle Feria y Santa Catalina, cuyo epicentro eran San Marcos y San Julián. Este amplísimo sector agrupaba a los barrios de la Macarena, arrabal inclusive; Santa Marina, San Román, los citados San Marcos y San Julián, la Feria y Santa Catalina, con un entramado de calles estrechas y plazuelas enlazadas por las calles San Luis, Feria, Sol, Bustos Tavera, Matahacas y otras. Las residencias mayoritarias eran casas de vecinos, corrales infrahumanos, muy antiguos, en edificios de dos plantas. También predominaban casas de una sola planta de los siglos XIX, XVIII y XVII. Como puede apreciarse en la imagen, hoy ese amplísimo sector está ocupado por modernos edificios.
La Fototeca Municipal custodia los fondos de los fotoperiodistas Juan José Serrano Gómez y Juan José Serrano Pérez, reporteros gráficos del diario Abc, que ilustran la historia gráfica de la primera mitad del siglo XX y parte de la segunda mitad. De su fondo son las dos fotografías que muestran cómo era la calle Andueza hasta 1937, cuando la Gestora Municipal formada el 18 de julio de 1936, ordenó el derribo de las manzanas de casas que había justo delante de las murallas árabes frente a la Puerta de la Macarena. Ese sector del arrabal macareno era el pórtico de entrada a los barrios del Moscú Sevillano y una zona de conflictos sociales. Las casas tenían dos puertas, una frente a las murallas y otras en la calle Andueza, lo que facilitaba la huida de los perseguidos. Además, en la acera de la calle Bécquer, estaba el bar Casa Cornelio, lugar de encuentros de los sindicalistas de la CNT anarquista, de la Unión Local de Sindicatos Comunistas y la UGT socialista. Por esta causa, en julio de 1931, el bar fue «fusilado» a cañonazos desde la explanada del Hospital de las Cinco Llagas.