Agradable propuesta semidocumental

Tras participar en 2015 en el Festival de San Sebastián con «Los demonios», el canadiense Lessage regresa a medias a la ficción, con una película que por momentos agrada, pero a la que le sobra metraje

24 oct 2018 / 00:34 h - Actualizado: 24 oct 2018 / 00:48 h.
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  • Phillipe Lessage es el realizador de ‘Genèse’. / El Correo
    Phillipe Lessage es el realizador de ‘Genèse’. / El Correo
  • Cartel de ‘Genèse’. / El Correo
    Cartel de ‘Genèse’. / El Correo

Tercera película clasificada como de ficción del documentalista y fotógrafo canadiense Phillipe Lessage. «Genèse» según las sinopsis oficiales narra tres historias de amor adolescente fou, dentro del entorno de un internado de estudiantes que recuerda por su grandilocuencia y estrictos modales al de la conocida película de Robin Williams, dirigida por Peter Weir «El club de los poetas muertos», y un campamento de verano. El problema principal de la película es que la tercera historia pertenece a un tercer acto, diseñado documentalmente desde una banda sonora de la que no encontramos ni al autor, ni a los personajes principales. De alguna forma, no hay diálogos que lleven a entender la historia de Félix y Beatrice, y sí las otras dos.

Por lo demás estamos ante una propuesta que, recordando la de Cameron Post vista ayer, tiene intenciones más ambiguas y meramente ilustrativas. Llama la atención por ejemplo un detalle y es el hecho de que en el internado no les dejan salir a los chicos si no llevan la camisa metida por dentro del pantalón. Esta regla académica o escolar está perfectamente integrada en las tramas de ficción, no así como decíamos, en la última media hora en la que faltan diálogos, así como una explicación sobre si se identifican con el ideario boy-scout o sólo hacen ejercicios espirituales.

Por el contrario, la historia de Guillaume, elocuente alumno imitador de las petulancias del profesor de Historia y díscolo pretendiente por el amor de su mejor amigo, que amargamente le rechaza, propiciando el encuentro con un menor al que le une su afición por J.D. Salinger y The Smiths, y con el que será sorprendido por un guarda durmiendo juntos; y la de Charlotte, con un coleccionista de cámaras de fotos, con el que corta de un modo natural causándole un gran dolor, que le será devuelto por su próximo y más mayor novio, son historias que ilustran una manera de entender los procesos educativos y de ocio de canadienses y norteamericanos. Pudiendo existir sátira como en la de Denys Arcand, aquí se opta por manipular la realidad desde los tiros de cámara y la elección del espacio escénico fotografiado en color por Nicolas Cannicioni, de una manera aparentemente más naturalista, de tal forma que los detalles de montaje (el trabajo de Matthieu Bouchard-Malo es prácticamente invisible en todos los sentidos) no existen como tales, prevaleciendo la idea de mostrar lo que vemos desde un verismo algo amorfo.

Esta fascinación por el tema de la adolescencia se deja ver en un guion que apenas parece existir, sino más bien una idea en este caso en trazos gruesos de lo que se quiere contar, lo que probablemente haya llevado en alguna de las historias a una mayor improvisación (que a más detalles que se den, es menos calculada) de unos actores que parece que están contando su propia historia (sobre todo Guillaume, interpretado con simpatía por Theodore Pellerin, y que aparece casi como secundario en el elenco oficial). Todo ello hace que se nos muestre una historia caótica como en cierto sentido es la vida de todos estos chicos, y donde el silencio de un amigo que deja de serlo por un capricho de enamoramiento, y su consiguiente y enfadada expresividad, también tienen algo que contarnos.

Todo depende del cristal con que se mira, que diría aquél; lo único cierto es que el bajón de tempo de la parte del campamento llama a confusión en el sentido en que vemos dos películas en una: la primera ficcional, la segunda documental hasta el punto de que no la diferenciaríamos de un reportaje de bodas, bautizos y comuniones que cualquier buen fotógrafo o video-assist es capaz de hacer.

El personaje de Charlotte, interpretado por Noée Abita (este sí aparece como protagonista) tiene asimismo un encanto especial, mostrándose amoroso y tierno, pero también fiero cuando debe serlo, sin estridencias, intentando sacar de cada una de sus experiencias, una enseñanza, que más en el caso de Guillaume, no llega.