Años luz

Historia de un deterioro amoroso, de una relación en la que todo se desmorona aunque la belleza esté presente en cada objeto o cada gesto. Al fin y al cabo, el desamor es una especie de búsqueda de la felicidad

23 sep 2017 / 08:12 h - Actualizado: 11 sep 2017 / 20:29 h.
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  • Portada de la novela de James Salter ‘Años luz’. / El Correo
    Portada de la novela de James Salter ‘Años luz’. / El Correo

Al autor de La última noche le obsesionaban las relaciones de pareja y el lujo y dinero que las nombra. Eso es algo que se ve poderosamente reflejado en esta novela larga a través del matrimonio entre Viri (arquitecto que quisiera ganar más dinero) y Nedra, apasionada de lo material en un rol que mide a sus parejas por su grado de excentricidad y siempre por la capacidad que tengan de satisfacer sus caprichos.

Estos caprichos, en la literatura de Salter son inabarcables y tienen en cuenta no sólo la ambición necesaria para alcanzarlos, sino para mantenerlos en una órbita de optimismo perpetuo imposible. Y de este modo es como el autor juega con descripciones luminosas que pueden volverse plúmbeas a cualquier ojo, ya que la felicidad, como bien sabemos, no se conquista a través de los libros.

Recordamos la frase de Gene Hackman en La noche se mueve sobre las películas de Eric Rohmer, de cuyos personajes decía que eran como plantas a las que tenía oportunidad de ver crecer. Salter opera con el paisaje y los personajes como si fuese una flor, en un solo y contado instante se abre para cerrarse hasta el fin de sus días. Quizás por eso ahora o ya en la época en que se escribió este libro se pensaba con tanto criterio que la vida era tan corta. Por otro lado, Eric Rohmer despreciaba a sus personajes masculinos por cobardes y quizás este hecho permita a Nedra acabar sus días en plenitud como florista, lejos de un Viri abotargado y menos evolucionado a pesar de que le pasan más cosas.

La novela también es la historia de un deterioro que se deja ver entre descripciones de objetos bellos y de cómo lo inasible del disfrute de una belleza que podría ser robada a otros en diferentes momentos de su vida, deja la inútil observancia de los mismos como único objeto posible.

Todo ello se deja ver desde el principio cuando Viri acude a un sastre reputado que ha vestido a hombres poderosos y mafiosos de la ciudad. Viri, que sólo quiere hacerse un traje a medida, ya se siente fuera de lugar. Sigue la historia cuando Nedra conoce a un excéntrico dramaturgo al que Viri debe llevar a la estación, montándole este un numerito que lo deja contrariado y cansado entre los posibles cuernos y la idea de que todo puede ser peor siempre.

La descripción de las ciudades empieza a hacerse efectiva cuando ambos se separan. Viri conoce a otras mujeres, pero serán affaires cortos donde de nuevo comenzará ciclos de superficialidad semejantes a los vividos con su matrimonio más sólido. El fin del amor como producto únicamente de búsqueda de felicidad y bienestar en él es por tanto el tema que obsesionaba a Salter, narrador artístico en este sentido que supo mirar con lupa este tipo de encuentros.

Calificación: Demoledoramente bello.

Tipo de lector: Exigente.

Tipo de lectura: Nada amable con nadie.

Argumento: Las relaciones amorosas enfocadas desde el exceso de luz.

Personajes: Espléndidos.

¿Dónde leerla?: En entornos solitarios preferiblemente.