«Wiñaypacha»: Los pies pegados a la Madre Tierra

Será difícil que algún realizador entregue un trabajo tan bien elaborado habiendo utilizado tan poca cosa. Óscar Catacora logra, con «Wiñaypacha», arrastrarnos hasta el territorio de lo mítico, de lo ancestral, hasta el territorio del amor puro y verdadero. Al fin y al cabo, aunque se puedan decir muchas cosas de la película, se trata de una colosal historia de amor

29 nov 2018 / 11:36 h - Actualizado: 29 nov 2018 / 12:32 h.
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  • Willka y Phaxsi, personajes protagonistas de ‘Wiñaypacha’. / El Correo
    Willka y Phaxsi, personajes protagonistas de ‘Wiñaypacha’. / El Correo

El ser humano, en su gran mayoría, ha dejado de estar en contacto con su entorno desde hace siglos. Las grandes ciudades han sustituido a lo que los aimaras llaman Pachamama (Madre Tierra). Hace muchos años que el entorno dejó de importar. De hecho, estamos haciendo grandes esfuerzos para destrozarlo y hacer imposible la vida en el planeta Tierra. No se puede ser más estúpido.

«Wiñaypacha» es la primera película rodada en lenguaje aimara. Es un trabajo delicioso, brillante, acogedor. Solo dos actores. Ni él, Vicente Catacora, ni ella, Rosa Nina, habían estado delante de una cámara jamás. La señora Nina no había visto una sola película de cine y no entendía la propuesta que le hacían al ofrecerle participar en el trabajo. Pero accedió para ayudar. Dos actores y 96 planos fijos, sin que la cámara se mueva. El objetivo es mostrar un paisaje y colocar a los personajes dentro del mismo. Nada de música.

«Wiñaypacha»: Los pies pegados a la Madre Tierra
La Madre Tierra y la fusión mística entre el ser humano y ella es uno de los núcleos fundamentales de la película. / El Correo

Willka y Phaxsi (Sol y Luna es la traducción) viven a los pies del Allincapac, una montaña de más de 5.000 metros de altura situado en la zona altoandina de Puno. El clima es brutal, viven en la pobreza más absoluta y creen que su hijo Antuku (Estrella que ya no brilla) les ha abandonado puesto que las grandes ciudades acaban con la bondad de las personas. La pareja de ancianos vive en una casa de piedra y paja. Llegado un momento determinado, se acaban los fósforos (es lo único que tienen que parece pertenecer al mundo actual y son esclavos de ello) y Willka debe ir al lejano pueblo a comprar. Es cuando comienzan los males de la pareja.

«Wiñaypacha»: Los pies pegados a la Madre Tierra
Cartel de la película «Wiñaypacha». / El Correo

La película es lenta porque así lo requiere el relato. El tiempo se pliega sobre sí mismo en el mundo que nos enseñan. La película es lenta porque el contacto con la Madre Tierra es eterno. De hecho, «Wiñaypacha» significa Eternidad en castellano. La película es lenta porque la vida es lenta. Y porque el amor es lento. Esta es, al fin y al cabo, la película que narra la historia de amor más preciosa de los últimos años en el cine. Sin edulcorar. Auténtica y majestuosa. Una maravilla.

Algunas escenas resultan extraordinarias. Cuando vemos a la anciana Phaxsi caminar hacia dos montañas (macho y hembra según la cultura aimara) para fundirse con ellas, la emoción es absoluta. El momento en el que los dos ancianos visitan a sus animales (les llaman hijos) al regresar de un viaje terrible, resulta conmovedor, trágico hasta el dolor.

Ha comenzado la carrera para llegar a las listas oficiales de candidatos a los Premios Goya y a los Oscar. Será difícil que «Wiñaypacha» aparezca en ellas. Pero será injusto si no está, al menos, compitiendo por los premios. Pocas veces se verán películas realizadas con menos y entregando tanto. Esperemos que tenga oportunidades.