Berlín, 1936. The Olympic Dream: El disfraz de un país enloquecido

Hitler diseñó lo que iba a ser el acontecimiento del siglo para demostrar al mundo entero que la supremacía de la raza aria era rotunda. Mientras trataba de hacer una demostración de fuerza, que no fue para tanto, iba construyendo lo que sería la maquina de exterminio más cruel de la historia de la Humanidad.

28 mar 2017 / 12:15 h - Actualizado: 27 mar 2017 / 19:04 h.
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  • Cartel de los juegos olímpicos disputados en Berlín el año 1936. / El Correo
    Cartel de los juegos olímpicos disputados en Berlín el año 1936. / El Correo
  • La llama olímpica llega al Estadio Olímpico de Berlín. / El Correo
    La llama olímpica llega al Estadio Olímpico de Berlín. / El Correo
  • Jesse Owens tomando la salida en una de sus pruebas. / El Correo
    Jesse Owens tomando la salida en una de sus pruebas. / El Correo
  • Berlín se maquilló por completo para que los visitantes pensaran que era una ciudad en la que todo el mundo era bien recibido. Incluidos los judíos. / El Correo
    Berlín se maquilló por completo para que los visitantes pensaran que era una ciudad en la que todo el mundo era bien recibido. Incluidos los judíos. / El Correo

El deporte ha sobrevivido a todo lo que el hombre ha ido construyendo, diseñando y destruyendo. Incluso a Hitler y a su Alemania nazi. Pero, también es verdad, el deporte se puede utilizar para cualquier cosa, incluso para beneficiar a un régimen cruel, sanguinario y letal como fue el de la Alemania nazi.

Mientras Hitler iba preparando las invasiones que terminarían provocando la Segunda Guerra Mundial, mientras que la persecución del pueblo judío comenzaba a ser preocupante, se celebraron en Berlín los juegos olímpicos más espectaculares y grandiosos que el ser humano había conocido hasta ese momento. Se construyeron unas instalaciones absolutamente formidables en los que se concentrarían y competirían 5000 atletas de todo el mundo. Incluidos los norteamericanos que habían amenazado con el boicot por la situación que se estaba produciendo en suelo alemán respecto a los judíos, los gitanos, los presos políticos o discapacitados intelectuales. Nunca se entendió bien la ambigüedad de los norteamericanos.

En Alemania solo había sitio para los arios. Y los juegos olímpicos eran, por orden de Hitler, un deber nacional para todos que había que cumplir.

A la inauguración asistieron 100.000 personas y los 5000 atletas de las distintas delegaciones. Alemania prohibió la participación en su selección nacional a los deportistas de raza judía (solo se hizo una excepción con la tiradora de esgrima Helene Mayer, deportista que consiguió la medalla de plata para Alemania y que la recibiría saludando con el brazo extendido y en alto, un gesto que para un judío en ese momento era insólito y patético y que, ahora, se ve y genera un terrible rechazo); Alemania presionó a la delegación norteamericana para que los dos atletas judíos que deberían correr la final de los 4 x 100 metros lisos fueran sustituidos; Alemania construyó un campo en las afueras de Berlín para alojar a los gitanos y, así, evitar que se les viera en la ciudad. Ya se habían construido otros campos destinados a alojar a los presos políticos. Eran el embrión de los que servirían para asesinar a millones de personas.

Alemania aparecía ante el mundo como un país que rozaba la perfección. La televisión en directo emitía, por primera vez en la historia, imágenes en directo desde el Estadio Olímpico de Berlín. Leni Riefenstahl filmó Olympia, una película de carácter propagandístico en la que los alemanes se perfilaban como superhombres.

Todo fue una enorme mentira. Si bien es verdad que los deportistas obtuvieron un total de 89 medallas y, por ello, encabezaron el medallero; toda la cosmética y el fondo de esos juegos resulta bochornoso.

Berlín, 1936: The Olympic Dream, un trabajo dirigido por Florian Huber y Mmira Thiel, es un documental que se mezcla con una trama de ficción aunque basada en hechos reales y muy pegada a la realidad.

Hauptmann Wolfgang Fürstner, el que fue Comandante de la villa olímpica hasta que se descubrió que tenía sangre judía y la saltadora de altura judía Gretel Bergmann son los protagonistas de esa trama que trata de ser el contrapunto a todo el material de archivo que muestra la versión oficial de los nazis.

El documental resulta muy entretenido y conviene echar un vistazo para que no olvidemos ni un solo detalle de lo que sucedió en Alemania en el periodo de entreguerras, para que entendamos qué pasó y sepamos lo que no se puede repetir nunca jamás.

Las imágenes nos muestran a los deportistas de todos los países participantes, la villa olímpica, el Estadio Olímpico de Berlín, pruebas de todo tipo, algunos momentos de los juegos de invierno que se disputaron en Garmisch... Y la persecución de los judíos y la maquinaria fascista en todo su apogeo, y el momento en que el odio a los judíos se convierte en ley (Nuremberg).

Es esta una cinta llena de curiosidades y presentada con distintos puntos de vista que enriquecen esas imágenes de archivo tan exactas como parciales. Es una cinta que pueden ver los niños y los mayores. Y no defrauda.