Celestina: Picaresca y dramatismo

Hasta el 26 de febrero, el equipo de ‘Celestina’ prorroga su brutal y cómico montaje, que ya hizo las delicias de quienes lo disfrutaron en La Abadía durante el año pasado, un montaje que parece concebido para ser representado en la Sala Juan de la Cruz. Espléndida tarde de teatro la que ofrece una de las salas madrileñas en las que las apuestas suelen ser seguras.

04 feb 2017 / 12:00 h - Actualizado: 02 feb 2017 / 09:28 h.
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  • José Luis Gómez encabeza el reparto de ‘Celestina’/ Fotografía: Sergio Parra
    José Luis Gómez encabeza el reparto de ‘Celestina’/ Fotografía: Sergio Parra
  • El reparto al completo se encuentra a una altura notable en la producción que presenta el Teatro de La Abadía./ Fotografía: Sergio Parra
    El reparto al completo se encuentra a una altura notable en la producción que presenta el Teatro de La Abadía./ Fotografía: Sergio Parra
  • ‘Celestina’ representada en la sala San Juan de la Cruz del Teatro de La Abadía nos traslada a una dimensión irónica y trágica de la realidad. / Fotografía: Sergio Parra
    ‘Celestina’ representada en la sala San Juan de la Cruz del Teatro de La Abadía nos traslada a una dimensión irónica y trágica de la realidad. / Fotografía: Sergio Parra
  • La complejidad del lenguaje de ‘Celestina’ no es poca, pero merece la pena asistir a la representación de este clásico. / Fotografía: Sergio Parra
    La complejidad del lenguaje de ‘Celestina’ no es poca, pero merece la pena asistir a la representación de este clásico. / Fotografía: Sergio Parra

La vuelta a los escenarios de este montaje dirigido e interpretado por el onubense José Luis Gómez viene cargado de polémica debido principalmente al artículo que, en El País Semanal, Javier Marías dedicaba al teatro contemporáneo, tras la primera semana de reestreno. No obstante el montaje ha contado con el beneplácito de una gran cantidad de público fiel a la Abadía así como de otros intelectuales de la talla de Luis Goytisolo, que califica Celestina algo así como la primera obra de teatro moderna, en el sentido en que cuestiona la religiosidad de un tiempo (estamos hablando del siglo XV, si bien la mirada de Fernando de Rojas le empieza a hacer cómplice del humanismo del XVI) oscuro y arcano que en lo primero que se fija es en el interés crematístico y egoísta de una España empobrecida de espíritu. Por otro lado, los planes de estudio de Bachillerato que optan cada vez más por eliminar materias así como el estudio de autores imprescindibles en Filosofía y Literatura, quizás no terminen de reconocer nunca la complejidad que sólo en cuanto a lenguaje y no tanto en su estructura, tiene la obra, al ser emparentada desde su personaje principal con la vieja Trotaconventos, personaje al que Rojas hace referencia y que pertenece al Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita.

La también llamada Tragicomedia de Calixto y Melibea tiene, en su montaje más actualizado el cariz de una obra doliente, pero también divertida y sobre todo muy entretenida a la hora de tratar el enredo original así como la dramática superposición de los amantes, de tal forma que las casi dos horas de duración de la representación se pasan volando. Dado que hablamos de teatro desde el mismo teatro, a José Luis Gómez le ha bastado con su adecuación para la escena en colaboración con Brenda Escobedo, muy pertinente y original a la vez que clásica en los movimientos de los actores y diálogos, así como innovadora respecto a la siempre peligrosa idea para el espectador de la cuarta pared en cuanto a puesta en escena. La caracterización por Lupe Montero y Sara Álvarez también resulta reseñable, así como el vestuario, idea de técnicos de la Abadía, María Calderón y Ángel Domingo. Trabajos estos reseñables que complementan una enorme labor actoral, en la que, con razón, no se habla de adaptación del clásico de nuestras letras, sino con todo derecho, de nueva creación en torno a la obra.

En escena, destacan los tres protagónicos interpretados con solvencia por la catalana Marta Belmonte (que hasta la fecha ha trabajado sobre todo en televisión en series como Gran Reserva y La que se avecina) en el papel de Melibea, de vaporosa y frágil belleza; Raúl Prieto, un Calixto que viene amparado por sus últimos trabajos en cine en Las furias y Que Dios nos perdone, cuyo aspecto desmejorado y a la vez atlético resulta conseguido; y el mismo José Luis Gómez, que interpreta a una Celestina agitanada que pretende ser fiel a la tradición morisca con la que se imagina que contó el autor, y cuyo trabajo personalmente recuerda por su caracterización al del film de Achero Mañas, Todo lo que tú quieras, siendo especialmente significativo el movimiento de sus manos tan acorde con la picaresca y el sentido innoble por el que mediante juegos lingüísticos nos va introduciendo en su mundo. Pero el elenco no termina aquí, con secundarios de lujo como Chete Lera (Pleberio, padre de Melibea), actor muy vinculado al imaginario de Icíar Bollaín y Gerardo Herrero, cuyo monólogo final resulta estremecedor y capaz de dotar de la intensidad debida al texto; Nerea Moreno, que con equilibrismos corporales interpreta a Areúsa, la desvirgadora de Pármeno (interpretado con igual solvencia por Miguel Cubero), criado de Calixto, y cuya sensualidad erótica contribuye con prestancia a deformar la realidad en esa buñueliana cena que organiza la puta vieja, con Sempronio (José Luis Torrijo) y Alisa (Palmira Ferrer) también como invitados, y a la que acabará uniéndose la criada de Melibea, Lucrecia (Nerea Moreno).

Destacar por último los juegos de luces y sombras propiciados por Juan Gómez Cornejo, así como el hecho de que en esta ocasión la amplitud del escenario resulte mucho mayor hasta el punto en que desde el interior se ve todo lo que en su día en altura fue iglesia o capilla, algo que permite celebrar y disfrutar del teatro desde una mejor e irónica dimensión.