Christine ya no es George

La transexualidad sigue siendo incomprendida por muchos, aceptada por muy pocos y se localiza en territorios llenos de sombras que impiden, a miles de personas, tener una vida normal. La primera persona diagnosticada como transexual y operada para cambiar de sexo fue Christine Jorgensen, una norteamericana que tuvo que luchar contra todo y contra todos para conseguir su objetivo más deseado. Repasamos su historia.

27 ene 2018 / 09:04 h - Actualizado: 27 ene 2018 / 10:50 h.
"Sociedad","Día Internacional de la Mujer"
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Hoy dedicamos este espacio a una situación que todavía resulta polémica en muchos ambientes, la transexualidad. Y para hacerlo me gustaría hablar de la primera persona que se sometió a una cirugía de reasignación de sexo exitosa, e hizo pública su condición. Su nombre era Christine Jorgensen.

En realidad no fue la primera persona que trató de hacerlo. Si habéis leído «La chica Danesa» sabréis que la primera persona que se sometió a infinidad de operaciones de cambio de sexo fue Lili Elbe. Pintor de notable éxito, nació en Dinamarca como Einar Mogens Wegener, vivió muchos años como hombre. Incluso contrajo matrimonio con Gerda Wegener otra artista a la que había conocido en la Escuela de Arte de Copenhague. Trabajaron durante un tiempo como ilustradores y mientras Einar se especializaba en paisajes, Gerda se centró en el mundo de la moda, llegando a utilizar a su esposo como modelo cuando la situación lo requería. Se asentaron en París y Einar decidió vivir abiertamente como mujer y dejar salir a Lili y vivir como una mujer. Así fue hasta 1930, ese año viajó a Alemania para realizarse una cirugía. La primera intervención consistió en la castración con la extirpación completa de los órganos genitales masculinos, después se trasplantarían los ovarios de una mujer, que fueron rechazados por su cuerpo (lógico por otro lado), por este motivo tuvo que ser intervenida en tres ocasiones más. Ese mismo año le concedieron la nulidad de su matrimonio con Gerda y se le permitió obtener legalmente el cambio de sexo y nombre. Sin embargo, su felicidad no duró mucho, pues en 1931 se sometió a una quinta operación, en la que querían trasplantarle un útero que le permitiera tener hijos y que terminó por matarla.

Christine Jorgensen tuvo más suerte. Nacido como George William Jorgensen Jr. en pleno Bronx neoyorquino, en 1926. No tuvo una infancia convulsa, su padre era carpintero y su madre ama de casa y no tuvo problemas con ellos a lo largo de su vida. Durante la adolescencia, George pensó que esos deseos se debían a que era homosexual, aunque poco a poco llegó a la convicción de que en realidad era una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre. Si hoy en día nos parece un problema complicadísimo, entonces debía ser la algo irresoluble. Con diecinueve años ingresó en el ejército estadounidense donde pasó algún tiempo sirviendo a la patria. Al regresar a su condición de civil ocupó diferentes trabajos como dentista, fotógrafo... Pero no se sentía bien. Buscaba respuestas sobre lo que le estaba sucediendo y acudía a información de todo tipo. Se acogió a una ley que permitía a soldados desmovilizados acceder a formación universitaria y comenzó a estudiar biología, tratando de solucionar sus problemas. Sin embargo, no daba con la solución hasta que tuvo conocimiento de que en Dinamarca se estaban haciendo estudios hormonales sobre cambio de reasignación de sexo y aprovechando que sus padres eran daneses de origen, se decidió a emprender la aventura.

Se dirigió al Doctor Hamburger que la diagnosticó como transexual y le prescribió una medicación hormonal previa, a fin de ir provocando cambios en su cuerpo. También fue revisada por un psicólogo que aceptó el deseo de Christine de proceder con la cirugía que debía seguir a la terapia hormonal. El psicólogo informó al gobierno danés y solicitó un cambio de legislación para permitir la castración para los fines que se proponían llevar a cabo: dar forma real a esa reasignación de género. Después de un largo periodo de hormonación (aproximadamente tres años) se sometió a varias operaciones y logró ser oficialmente lo que llevaba tanto tiempo deseando.

El año 1952 se presentó oficialmente al mundo como Christine Jorgensen, la primera persona transgénero del mundo que había logrado superar las operaciones con éxito. La noticia apareció en muchísimos periódicos y ella comenzó a recibir una atención desmesurada por parte de los medios. El New York Daily News la sacó en portada anunciando a bombo y platillo como un exmarine se había convertido en una belleza rubia. No miento, lo presentaron así. Cuando regresó a su país natal en 1953 había más de trescientos periodistas aguardándola a pie de pista. Su popularidad no había hecho nada más que empezar. Comenzó a dar clases en las universidades, a escribir su autobiografía. Su paso por Hollywood era cuestión de tiempo, quisieron llevar a la gran pantalla su autobiografía, pero no que la interpretase una mujer, lo que le provocó un grave disgusto.

En 1959 su pareja le propuso matrimonio, pero un juzgado de Nueva york se negó a permitírselo porque en su certificado constaba el nombre de nacimiento «George». Además, a su prometido lo despidieron en cuanto se supo que mantenía una relación con ella.

Su relación con los medios de comunicación no siempre fue buena y mientras que algunos fomentaban la tolerancia, otros hacían lo posible por ridiculizarla. A pesar de todo, Christine se mantenía en sus trece, manifestando a quien quisiera oírle que era una mujer y como tal se sentía. La intolerancia de algunos, la dificultad para aceptar socialmente al diferente no es algo de hoy en día, sino que nos viene de antiguo, tal vez está marcado en los inicios de nuestro origen como especie. Desde luego un transexual es algo muy diferente a lo que la sociedad en esos momentos podía aceptar (¿lo acepta hoy?).

Trabajó como actriz, también en clubes nocturnos en diversos lugares de Estados unidos y también grabó canciones. Fue esta carrera artística la que provocó que se mudase a California en el año 1967, después de que muriesen sus padres. Al tiempo que mantenía esa carrera artística también daba charlas en foros universitarios sobre el procedimiento que había llevado a cabo y todo lo que esto suponía.

En 1989 murió a consecuencia de un cáncer de vejiga, cuyo origen pudo ser el tratamiento experimental hormonal al que fue sometida. Sin embargo es importante saber que vivió su vida como le dio la realísima gana y que fue mucho más feliz siendo una mujer transgénero que un hombre encerrado en una condición que no asumía. El camino de lo diferente siempre es complejo y está lleno de obstáculo, unos, impuestos por el propio caminante (todos nos ponemos piedras) y otros, por la sociedad, por aquellos que creen formar parte de lo «normal». Eludir unos y otros obstáculos no es misión sencilla.

Me pongo en su pellejo y reconozco gran valentía a personas que, como ella, fueron pioneras en momentos en los que la sociedad no estaba preparada para concebir situaciones así. Gracias a personas como Christine, a activistas que se implican en diferentes causas, hoy podemos vivir en una sociedad más tolerante con el prójimo. Aunque todavía se mantienen actitudes hostiles hacia gays, lesbianas, y personas transgénero, no podemos negar que se van dando pasos hacia su aceptación, que vamos reconociendo y respetando la dignidad de quienes viven su vida de otra manera.

Christine Jorgensen fue mucho más feliz siendo una mujer transgénero que un hombre encerrado en una condición que no asumía. / El Correo

Christine Jorgensen fue la primera persona transgénero del mundo que había logrado superar las operaciones con éxito. / El Correo

Christine Jorgensen nació como George William Jorgensen Jr. en pleno Bronx neoyorquino. / El Correo