¿Cine o literatura?

09 dic 2018 / 11:38 h - Actualizado: 09 dic 2018 / 11:56 h.
"Libros","Cine","Cine - Aladar","Libros - Aladar"
  • Una escena de ‘Apocalypse Now’. / El Correo
    Una escena de ‘Apocalypse Now’. / El Correo

El mundo está cambiando muy rápidamente. Y el mundo es todo. Es absurdo intentar dar la espalda a algo tan evidente; intentar que algunas áreas de lo que nos toca vivir queden como están; esgrimiendo la excusa de querer conservar la esencia de la cosa. ¿Nadie va a decir a los puristas de cada trocito de mundo que la esencia de las cosas (incluidos ellos) suma con la evolución natural?

Comprendo que es difícil para alguien apalancado en una zona conocida, a veces dominada, que se ponga en marcha al ritmo que marcan las tendencias desconocidas. Y lo entiendo porque alguien que no domina pasa a ser uno más, a ser otro colono que tiene que buscarse la vida sin saber hacia dónde va. Pero el inmovilismo lleva hasta situaciones absurdas como, por ejemplo, que todo lo que va apareciendo es un desastre, no se entiende y es arrinconado por los que dicen saber y ejercen como salvadores de lo puro y verdadero. Afortunadamente, cosas que sufrieron esta especie de lapidación injusta se han terminado convirtiendo, con el paso del tiempo, en referente para casi todos. Muchas veces para los que lanzaban piedras. No querer desplazarse convierte en idiota al más pintado. Y en un ser peligroso. Los reyes indiscutibles son los clérigos (sea cual sea su religión) que suelen ir con un retraso de uno o dos siglos y suelen repartir leña a base de bien. Aunque no son los únicos. Ya sé que no estoy descubriendo nada nuevo, pero sirve para plantear un asunto que me parece muy interesante.

Imaginemos que un muchacho de trece o catorce años se aburre en casa, o pasa más tiempo del deseado por sus padres frente a la consola. Ya sabemos lo que va a ocurrir. Tarde o temprano, le dirán que sería mejor que se pusiera a leer un buen libro. Vamos a seguir imaginando. El muchacho, que está en edad difícil, decide, por una vez, buscar un libro en la estantería de su padre. Los recomendados para su edad le parecen relatos para anormales. Casi al azar, agarra un ejemplar de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Se sienta y comienza la lectura. A los quince minutos, la humanidad ha perdido a un posible lector. No le interesa nada de lo que le cuentan; el lenguaje le parece anacrónico, difícil; es todo un esfuerzo pasar de línea. Alguien puede decir que ese libro no es para un chico de su edad. Yo digo que esa es la excusa estúpida que se utiliza para justificar que nuestros jóvenes lean (sólo) libros de niños magos. Si papá o mamá se ocupasen de guiar cualquier tipo de lecturas otro gallo cantaría. Ah, claro, es que papá y mamá no leen, o leen otras cosas o no tienen tiempo. Perdón, no me acordaba.

¿Cine o literatura?

Puestos a imaginar, sigamos los pasos de nuestro jovencito por la casa. Decide ver una película. Busca y encuentra una copia de Apocalypse Now. Esta es de guerra, piensa. Y se anima con ella. Se la traga de principio a fin. Alguna parte le aburre algo más, pero termina viendo todo. Alguien puede decir pero bueno, si esta película es violenta y horrible. ¡Cómo mi niño va a ver algo así! Lo dicen porque no se acuerdan de que su niño ha estado matando miles de enemigos en su consola y que si no lo ha hecho -porque en casa lo tiene prohibido- lo hará en casa de un amigo y sin ningún tipo de control. Oh, pero se produce un milagro. El chaval pregunta a su padre sobre la película. Comentan algunas cosas y nuestro jovencito se queda fascinado cuando su padre le dice que la película es una adaptación de la novela de Conrad. El muchacho vuelva a ver la película un par de veces sin terminar de entender lo que le cuentan y, voilà, un buen día lo intenta con El corazón de las tinieblas, por si caza algo más.

¿Cine o literatura?

Creo que, más o menos, en este lugar es en el que estamos. Las generaciones nuevas saben ver las cosas muy bien. Igual que antes se contó de maravilla mientras otros escuchaban con atención o se leyó en soledad. Ahora, la puerta de entrada es la imagen. Entonces, la pregunta obligada es ¿por qué no intentamos que los muchachos lleguen al mundo de la ficción a través del cine para que luego traspasen la frontera hacia la literatura? ¿Qué peligro vemos en ello?

Un niño puede tardar en leer un libro entre dos o tres semanas. Eso si lo acaba. Un niño puede tardar en ver una película lo que dura esta. Hora y media. Dos horas. Lo que sea. El mundo se mueve a toda velocidad. ¿Se perderá por el camino la literatura? No. Rotundo. Quien se interesa por un aspecto concreto del arte termina interesado por el arte entero. Se trata de descubrirlo. Porque quien aprende a ver un mundo nuevo en una película quiere descubrir otro más donde tenga que buscar. Ese esfuerzo para buscar pasa a ser accesorio.

He de decir, por no ser tramposo, que todo esto es el resultado de observar los progresos de mis cuatro hijos con respecto al relato. Con el primero intenté que la literatura fuese la primera de las opciones. La cosa salió regular. El segundo es el que está leyendo a Conrad. Y los pequeños harán lo que quieran. Sólo les tengo prohibido leer algunos libros que parecen estar escritos para tontitos y las obras de teatro en las que el actor sale al escenario dando voces para que ellos hagan lo mismo al contestar preguntas idiotas. Tonterías las justas. Ah, y son chicos de lo más normales. Buenas notas, capacidad para debatir los asuntos de su interés, tienen amigos y se relacionan con normalidad. En fin, normales y corrientes.