‘Codo de tenista’: La diferencia entre padres e hijos

‘Codo de tenista’: La diferencia entre padres e hijos

23 may 2017 / 12:43 h - Actualizado: 22 may 2017 / 16:51 h.
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  • ‘Codo de tenista’ es un corto que habla de la frustración que llega con la edad. / El Correo
    ‘Codo de tenista’ es un corto que habla de la frustración que llega con la edad. / El Correo
  • El tenis es una excusa que utiliza el realizador francés Vital Philippot para narrar lo que desea. / El Correo
    El tenis es una excusa que utiliza el realizador francés Vital Philippot para narrar lo que desea. / El Correo

Con los cortometrajes de cine pasa lo mismo que con el relato breve en literatura. Nadie podría donar un porqué al ideario común que explicase la razón por la que están tan infravalorados entre el público. Sin embargo, esos cortos, de la misma manera que ocurre con los relatos breves en literatura, si están bien construidos, son especialmente atractivos. A diferencia con las novelas o los largometrajes, estas historias breves lo que hacen es explicar un cambio en el personaje, en el narrador o intentan provocarlo en el espectador. Si en las novelas o lo largos lo que se construye es un universo en el que los personajes tendrán que desenvolverse y crecerán hasta que el relato acabe; en el corto los personajes sufren, en un momento muy concreto, una metamorfosis. Y resulta atractivo a más no poder saber cómo afecta al personaje desde un detalle a una catástrofe. El relato o el corto funcionan como lo haría una bisagra que articulase el cosmos de un personaje concreto, del narrador o el nuestro propio.

Codo de tenista (Tennis Elbow, 2012) es un corto dirigido por Vital Philippot que utiliza la excusa del tenis para explicar la diferencia generacional y cómo los adultos entran en una espiral de la que es, especialmente, difícil escapar.

Una familia pasa una temporada en su casa de campo. El padre quiere jugar, como cada año, un partido de tenis con su hijo mayor. El adolescente, por supuesto, no ve el menor atractivo al partido que le proponen. Pero lo juega. Gana al padre con facilidad. Incluso cuando este le deja en evidencia ante unas señoritas que pasan junto a la cancha, le lanza unos misiles imparables. Por su parte, el niño pequeño de la familia es el que más interesado está en jugar con su padre. El padre no quiere porque se aburriría con el niño. Y hasta aquí voy a contar porque desvelaría lo fundamental.

La falta de comunicación, la frustración que trae aparejada la edad que no deja de crecer (tal y como hacen los hijos), los cambios incomprensibles para una persona o lo variable que nos hace ser la niñez (la última escena es estupenda para explicar este aspecto), son los temas que aborda Philippot en Codo de tenista.

Sin grandes pretensiones, el realizador francés logra un nivel técnico más que aceptable. El guion de este corto es preciso, sin concesiones ni explicaciones innecesarias que lo estropearían todo. Aunque esto no es garantía de nada, hay que decir que este trabajo fue ganador del Premio del Público en el Festival Off-Courts de Trouville, Francia 2012. Ganador del Oso de Oro en el Festival de las Naciones (Ebensee), Austria 2013.

Es muy interesante acercarse a esta película puesto que se entiende muy bien la diferencia entre un trabajo de mayor o menor duración. Un corto no te permite grandes licencias y el margen de maniobra es muy pequeño. Cada frase en su sitio, ni una palabra que no sea totalmente necesaria, silencios llenos de sentido, encuadres que busquen todo aquello que queda fuera de campo... Las técnicas se parecen aunque no son las mismas que las utilizadas en el largos.

En apenas diecisiete minutos, Vital Philippot coloca en el lugar adecuado a Martin De Myttenaere, Marc Chaulet, Philippe Rebbot y Catherine Vinatier; y cuenta exactamente lo que le parece interesante para hacer saber al espectador que ese aspecto le obsesiona y quiere que pensemos sobre él. Por cierto, el trabajo de Rebbot (el padre) resulta divertidísimo y muy creíble. Todo el trabajo se sostiene sobre su esfuerzo.

No hace falta decir que los amantes del tenis que busquen grandes momentos del deporte en Codo de tenista se estarán equivocando. Aquí el tenis es una excusa, un vehículo. Si Philippot hubiera utilizado cualquier otro deporte el resultado hubiera sido el mismo o muy parecido.

Son diecisiete minutos. Y merece la pena.