No sé por qué decir cuentos cuando son relatos interrumpidos, novelas sin desarrollar, retazos de vida. Casi todos retratan a la misma clase social y se desenredan en aventuras rocambolescas dominadas por un humor transversal y siniestro. En el fondo guardan siempre las impresiones de lo británico, de las casas de campo y el peerage que deslumbraron al snob que fue Evelyn Waugh.
Más que la sorpresa y los recursos habituales del género nos encontramos con esqueletos narrativos confeccionados con el esperpento y el enigma.
La fotografía del escritor que presenta la tapa, perteneciente al archivo Bettmann/CORVIS, y de la que quizás no se conozca el autor, es perfecta para esta edición y representa de manera soberbia sus escritos: enmarcado en un telón expresionista, Waugh mira al objetivo fijamente; es un hombre hermoso, de facciones regulares, con el pelo rubio cuidadosamente peinado; mirando en esos ojos vemos el niño que fue, pero también el adulto en el que se va a convertir. Posa de una manera artificiosa y afectada, destacando para nosotros sus manos; por su forma de vestir, por la pipa, sabemos que pretende el dandismo (ceci n´est pas une pipe), reconocemos al hijo de un mundo que declina, intuimos la nostalgia del Retorno a Brideshead, en medio de la noche siniestra de dos guerras que el Imperio Británico ganó para sí mismo y para el mundo.
La dedicatoria de Fragmento de una novela -A mí, Evelyn Arthur St. John Waugh, sin cuyo reconocimiento y afinidad no habría visto la luz, está dedicado este libro- sugiere leer al escritor en patafísico.
Calificación: Bueno.
Tipo de lector: Cualquiera.
Tipo de lectura: Peculiar y divertida.
Argumento: Variados.
Personajes: Invariables.
¿Dónde puede leerse?: En Londres o en el countryside.
Evelyn Waugh. / El Correo