DCODE 2016: El año de Bunbury

El DCODE cumplió con lo prometido: 18 horas de música sin interrupciones con una oferta extensa y variada repartida a lo largo de sus tres escenarios. En una única jornada, la del 10 de septiembre, 26 bandas pusieron banda sonora a la capital española. Aunque hubo un claro vencedor y alguna decepción, en su sexta edición el DCODE supo replegarse sobre sí mismo y crecer, no en metros ni en altura, sino en la oferta cultural. Desde los numerosos stands de juegos y maquillajes hasta la decena de foodtrucks con lo mejor de la streetfood. Y como resultado un pequeño pueblo dentro de la gran ciudad unido por la música y las ganas de pasarlo bien.

17 sep 2016 / 12:43 h - Actualizado: 14 sep 2016 / 16:53 h.
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  • DCODE4 Bunbury. / Julio Piñero
    DCODE4 Bunbury. / Julio Piñero
  • DCODE5 Mark Ronson. / Julio Piñero
    DCODE5 Mark Ronson. / Julio Piñero
  • DCODE1 León Benavente. / Julio Piñero
    DCODE1 León Benavente. / Julio Piñero
  • DCODE3 Zara Larsson. / Julio Piñero
    DCODE3 Zara Larsson. / Julio Piñero
  • DCODE2 Eagles of death metal. / Julio Piñero
    DCODE2 Eagles of death metal. / Julio Piñero

MAÑANA

La sesión comenzaba a las 11:30 de la mañana con Petit Pop, la interesante apuesta de miembros de Undershakers, Nosoträsh y Pauline en la Playa a favor de los conciertos de calidad para toda la familia. Así se abría el escenario Complutense, la carpa de mediano tamaño por la que desfilarían prometedores nombres como Nothing But Thieves o Belako. Estos últimos aún sufriendo algún percance técnico lograron salvar con su juventud y sus irrefrenables ganas de comerse el mundo un directo vivo y enérgico. Tan arriba quedó el espíritu festivalero que, una vez levantados los ánimos, no se pueden hacer concesiones para la nostalgia. Por eso los chicos de León Benavente les sucedieron con un sonido eléctrico, muy eléctrico. Las canciones de su nuevo trabajo, ‘2’, protagonizaron sus 60 minutos de recital y ese sonido impregnó cada esquina del cuadrilátero. Sombrero y gafas por los aires, una baqueta rota, Abraham Boba dando la mejor versión de sí mismo, y el ya mítico ‘Ser Brigada’ cantado al unísono. La banda se crece en cada directo, y entre tanta adrenalina lo de darse una tregua parece impensable.

TARDE

Para las 15:40 abren los escenarios principales. Dos tablas gemelas que se alternarán una a la otra según se apaguen sus focos. La primera es Cintia Lund, la ganadora del tradicional concurso de bandas emergentes organizado por DCODE. Pese al calor y las horas el público no parece reticente a la propuesta musical y bandas como Oh Wonder ofrecen un limpísimo directo en el que toda la dulzura de Josephine Vander Gucht y el estilo de Anthony West se compacta ofreciendo un dúo melódico con química cuyo sonido consigue fijar una sonrisa en la cara. Mientras el dúo de Londres finaliza su actuación ya vemos ondear la enorme bandera que ocupa el forillo del escenario paralelo: ahora vienen los Eagles of Death Metal y se nota. Las primeras filas que han guardado el sitio durante las horas previas se regocijan al ver salir a Jesse Hughes parapetado bajo sus inconfundibles gafas de sol rojas. Llegará a prescindir de ellas del mismo modo que dejará caer uno tras otro sus temas más míticos. Larga odisea la de llegar hasta aquí tras los terribles incidentes de meses anteriores: desde el atentado de la Sala Bataclan de París del 13 de noviembre a la posterior tendinitis de su líder. Echamos de menos a Josh Homme, la otra mitad de la banda, pero cumplieron con el público tal y como estaba prometido.

Abandonamos un rato el rock para prestar atención a la nueva emperatriz del pop rock mexicano, Carla Morrison. Su portentosa voz se pasea por la carpa del escenario Complutense en forma de desgarros de desamor y cada tema reafirma su potencial. En su actuación hay tiempo para hacer un llamamiento a la figura femenina mexicana, pero no para su esperado dúo con Enrique Bunbury tras su reciente colaboración conjunta, una lástima. Y así pasamos de una eminente diva de la música latinoamericana a la nueva joya de la corona del pop sueco, Zara Larsson. Definitivamente la actuación de la intérprete era una de las más esperadas, ya que se trataba de su primera vez en directo en nuestro país. La vocalista apareció en escena franqueada por cuatro bailarinas y dos coristas. Si más refuerzo que el telón negro de rigor, la cantante sueca se esforzó por acompañar a su equipo en las coreografías sin demasiado éxito. Zara Larsson vende voz y ahí es donde se concentró para llegar al público: sus temas Lush Life o Undercover fueron coreados por el público más joven asistente al festival como himnos, generacionales o no.

NOCHE

Tras ella la apuesta indie-pop más fuerte del cartel y uno de los ases en la manga con los que contar en todo festival que se precie: Love of Lesbian. Aunque los catalanes parecen haber olvidado los discos con los que consolidaron su sonido y hayan decidido centrarse en sus dos más recientes trabajos, parecieron conectar en una correcta armonía entre espectáculo y pop. El momento más mágico vino de la mano (y voz) de Carla Morrison dando la réplica a Santi Balmes, líder de la banda, en la delicada ‘Domingo Astromántico’. Y así, con una cuidada ambientación a caballo entre el perfil de animador callejero y el de profesor de lengua castellana, la banda intercalaba sus temas más enérgicos con lecciones sobre la correcta utilización de los signos de puntuación.

Poco después continúan las voces nacionales. En esta ocasión con el inconfundible timbre de Bunbury, quien embarcado de lleno en su Mutaciones Tour trajo sus temas más míticos, no solo los de su discografía en solitario, también junto a Héroes del Silencio, al campus de la Universidad Complutense de Madrid. Sonó ‘Maldito duende’ o ‘Avalancha’, sin hacer sombra a ‘Lady Blue’ o ‘Puta desagradecida’. Posiblemente el del zaragozano fue el concierto más efectivo de la noche, el de mayor comunión entre público y artista y el que mayor número de asistentes congregó. Puede que quizá por eso la actuación de Jungle, otro de los grupos de cabeza de cartel, nos supo a poco. La formación británica se dejó ver por uno de los escenarios principales, pero quizá su inmovilismo, quizá lo lineal de su propuesta, impidieron romper el telón de hielo entre audiencia y artista. Sonaron las canciones de su bien acogido primer álbum homónimo pero para cuando llegó el esperado ‘Busy Earnin’ nuestras miras ya estaban sobrevolando el escenario Complutense y la siempre infalible apuesta en directo de los gallegos Triángulo de amor bizarro. Aunque su último disco, ‘Salve Discordia’ ha tenido la acogida que se merece su ‘De la monarquia a la criptocracia’ siempre se encargará de volver loco hasta al más reticente de sus oyentes.

MADRUGADA

Cerca de las dos de la madrugada sólo queda cuerpo y ganas para el baile. Por eso las opción de 2MANYDJS en formato DJset en el escenario principal resultó ser todo un acierto, con música de Chimo Bayo incluida. Tras ellos surgiría de entre las tinieblas el esperado Mark Ronson, tal vez por ser ya horas un tanto intempestivas (las tres de la madrugada), quizá hubiese sido mejor relegar al dúo belga a la fiesta final. En cualquier caso Ronson apareció enfundado en una brillante sudadera roja que rezaba su nombre. Apostado tras la mesa de mezcla y un buen pack de temas que han marcado su carrera, está claro que el productor británico no necesita nada más para decir: “he llegado”. Y es que la de Ronson era una de las actuaciones más esperadas de la noche. Que fuese su única aparición en un festival nacional este año y llevar a sus espaldas el peso del superhit ‘Uptwon Funk’ tuvo mucho que ver. Al final hubo fiesta, sí, pero su papel se limitó a pinchar esas canciones que han dado vida artistas de la talla de Amy Winehouse, Bruno Mars o su reciente colaboración con Lady Gaga. Un djset esperado pero que muchos hubiesen apostado a que vendría en forma de directo. Otra vez será.

Si a las cuatro y media de la mañana aún tenías ganas de más o, simplemente, preferías esperar a que abriera el metro, la opción de quemar los últimos cartuchos con Independance Djs aún te esperaba en uno de los escenarios principales. Así es, después de 18 horas de música en directo non stop DCODE 2016 llegaba a su final. Así que, tanto si eres de los que resistieron como auténticos valientes de principio a fin como si te dejaste ver sólo un rato por allí... ¡Enhorabuena! Formaste parte de la gran fiesta final del verano. El festival de la capital, el último de los grandes del año, la noche de Bunbury, la que ya no olvidarás.