«Dejé el conservatorio porque era un lugar insoportable»

Músico inclasificable, Antonio Murga, siempre con un nuevo disco bajo el brazo, retoma su actividad en directo en el campo de la improvisación y lo experimental sin miedo a no tener etiquetas

22 nov 2017 / 20:03 h - Actualizado: 25 nov 2017 / 17:14 h.
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  • El músico sevillano Antonio Murga, fotografiado esta semana con algunos de sus más recientes discos. / Manuel Gómez
    El músico sevillano Antonio Murga, fotografiado esta semana con algunos de sus más recientes discos. / Manuel Gómez

En 2007, cuando Antonio Murga apareció por primera vez entrevistado en las páginas de El Correo, afirmé que las ciudades las hacen mejores artistas como él. Diez años más tarde, y solo un día después de haber protagonizado un concierto en Radiópolis, podemos congratularnos de que Murga siga aquí, incombustible, con nosotros. Haciendo «música libre», como a él le gusta llamar a su trabajo, heterogéneo e iconoclasta, pero reconocible y con voz propia. Murga es la banda sonora underground de una Sevilla en la que caben muchas más Sevillas de las que los tópicos tozudos parecen dictar.

–Es un francotirador de la música en los márgenes, en los sótanos...

–Me muevo en terrenos pantanosos y la cosa va de resistir. Los músicos que hemos nacido para esto tenemos que asumirlo hasta las últimas consecuencias. Moriremos pobres pero habremos sido artistas felices. Jamás he hecho música para nadie, solo me expreso yo. Y he tenido buenos compañeros de viaje desde que empecé con ocho años a tocar la armónica.

Radiópolis le ha resucitado para el directo. Hacia tiempo que no se le escuchaba. Y en el recuerdo queda un histórico concierto en el Festival LEM de Barcelona.

–Aquello fue espectacular, con tanta gente incluso de pie para escucharme. Yo toco donde me digan, lo único que pido es que crean en mí. Pero sí, pienso que estoy renaciendo como artista en directo. Preparo algunas cosas, a ver si salen...

–Lo que sí que le salen últimamente son discos. Dominus Satanicus, La Casa de los Errores... este año van tres álbumes publicados.

–En el sello Endogamic llevo siete discos. Y seguiré lanzando más. Me gusta, no por ganar dinero, porque tengo toda mi música en descarga libre, pero ahí quedan. Además, lo que hago en disco está más calculado que los directos, donde tiendo a experimentar más, a improvisar.

–En disco su música se vuelve radicalmente extravagante: humorística, social, filosófica, pop...

–¿Humor? Humor tal vez, pero dentro de lo angustioso. Quizás algo de alivio, algo que quite las penas. Y sí, medito sobre las cosas que se nos van de las manos, tiro de gente grande, ya sean Leopoldo María Panero, Mao Zedong o Ghandi para las letras.

–Le habrán preguntado alguna vez ¿por qué hace una música tan rara?

–Me encanta resultar inclasificable. Que la gente no sepa qué música hago. Quizás si oyéramos y leyéramos más, me entenderían mejor.

–Antonio Murga. ¿Le ha condicionado el apellido en su música?

–Murga es un pueblo de Álava. Yo me río de mí mismo. Mi apellido es gracioso ¡pero intento no ser pesado!

–¿Cómo se lleva con la academia?

–A mí me gustan muchos músicos contemporáneos que fueron y son grandes pero no por haber pasado por la academia. Una vez me apunté al conservatorio y me largué a las dos semanas porque me pareció un lugar insoportable.

–¿Hace música solo y cuando le apetece hacerla?

–Bueno, bueno... Este es mi trabajo y confío en seguir ganando mi dinero de la forma más honesta. Pero lo mío es la música libre. Mi lema es ‘música en libertad’, sin clichés, sin corsés, que transmita y que no suene a máquina. Y en fin... a ver qué música me sale en el futuro. Ya veremos ¿no?