Delirios enredosos del ánimo

Del 11 al 14 de mayo, se pudo disfrutar en el Teatro Lope de Vega de ‘Sueños’ un complejo espectáculo en el que Juan Echanove logra un papel extraordinario que parece hecho a su medida. Una crónica de la sociedad que le tocó vivir a uno de los autores españoles más grandes de todos los tiempos estructurado a modo de auto sacramental en su vertiente más profana

20 may 2017 / 12:08 h - Actualizado: 16 may 2017 / 22:55 h.
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  • En ‘Sueños’ se invita a recorrer las páginas del testamento vital y literario de Francisco de Quevedo. / EFE
    En ‘Sueños’ se invita a recorrer las páginas del testamento vital y literario de Francisco de Quevedo. / EFE
  • ‘Sueños’ es una producción en la que la perspectiva onírica es fundamental. / El Correo
    ‘Sueños’ es una producción en la que la perspectiva onírica es fundamental. / El Correo

Así definió el cronista aragonés Félix de Lucio Espinosa y Malo el mundo de la ensoñación. Quien ocupara diversos cargos en Sicilia en las postrimerías del siglo XVII, es una de las muchas voces que afloran en el complejo espectáculo «Sueños», creado a partir de la obra filosófica más famosa de Francisco de Quevedo, Sueños y discursos de verdades descubridoras de abusos, vicios y engaños en todos los oficios y estados del mundo, con adaptación libre de José Luis Collado y dirección de Gerardo Vera. Un viaje caleidoscópico por la mente del genio patrio, que cautiva y desconcierta a partes iguales. Y es que la vida y la obra de Quevedo dan para mucho. De ahí que el montaje que estos días gira por España —y que los espectadores de Sevilla pudieron disfrutar en el Teatro Lope de Vega del 11 al 14 de mayo—, haya necesitado de una suma de talentos para llevarse a cabo.

Nada escapa a la improvisación en este particular descenso a los infiernos que nos propone el director madrileño. Para empezar, la elección de su protagonista, un Juan Echanove en estado de gracia que justifica por sí solo el precio de la entrada. Y es que el intérprete parece haber nacido para encarnar al poeta barroco. Al igual que el británico Stephen Fry nos conmoviera con su recreación de Oscar Wilde en el biopic de 1997, Echanove se introduce en la piel de Quevedo con una facilidad que asusta. Suya es la responsabilidad de convencernos, a través de la palabra y el gesto, de que la España del XVII difiere poco de la actual, y que ambas son crisol de vicios y espejo de penurias. A diferencia del personaje esbozado por Echanove en Alatriste, el Quevedo de «Sueños» no es más que una triste sombra que aguarda la llegada de la Parca. Sus cuatro años de tormentos en la cárcel de León, unidos a una vida disipada, lo han condenado a ser un cadáver errante. A partir de esa premisa, el actor de series como Turno de oficio o Hermanos de leche nos invita a recorrer las páginas de su testamento vital y literario, una auténtica crónica de la sociedad que le tocó vivir, en la que no faltan alusiones al imperio español, al libelo infamatorio —que tanta fama y enemigos le granjearon— o a los estragos causados por la sífilis. Y todo ello estructurado a modo de auto sacramental en su versión más profana.

Si brillante es la interpretación de Juan Echanove —su entrega sobre el escenario roza lo catártico—, no lo es menos la del resto del elenco, comenzando por la actriz Lucía Quintana, quien encarna a la enfermera que atiende al autor en el ocaso de su carrera. La que fuese compañera de reparto de Echanove en la serie Cuéntame construye un personaje delicioso que nos introduce en la faceta más sensible del genio. Por su parte Óscar de la Fuente recrea una de las figuras más controvertidas y poderosas del montaje; su cardenal/diablo —que remite a la tradición alegórica de la Divina Comedia—, es uno de los pilares del libreto, y Gerardo Vera lo utiliza como vehículo para incidir en las tormentosas relaciones que muchos artistas del Siglo de Oro mantuvieron con la censura eclesiástica. Asimismo hemos de destacar el trabajo de Marta Rivera encarnando a la Muerte y la versatilidad de Chema Ruiz y Markos Marín dando vida a múltiples personajes construidos a través de la máscara contemporánea. Y es que la maquinaria de «Sueños» está perfectamente engrasada: desde la videoescena de Álvaro Luna al diseño de vestuario de Alejandro Andújar, todo parece rodar en este interesante proyecto de la CNTC