Edmonia Lewis. Soltera, mestiza y escultora

Las mujeres siempre han tenido menos oportunidades que los hombres en cualquiera de los ámbitos que se tengan en cuenta. Edmonia Lewis, una mujer soltera, mestiza y artista, se abrió camino a pesar de todo. Con la realidad en contra, logró desarrollar su carrera profesional aunque tuvo que emigrar para conseguir cierto prestigio. De Estados Unidos a Europa, de una forma de hacer arte a otra, siempre estuvo en movimiento físico y vital. Por méritos propio ocupa un lugar de preferencia en el mundo del arte.

08 oct 2016 / 12:00 h - Actualizado: 08 oct 2016 / 20:52 h.
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  • Edmonia Lewis. / El Correo
    Edmonia Lewis. / El Correo
  • The Old Arrowmaker. Cortesía de Sotheby. / El Correo
    The Old Arrowmaker. Cortesía de Sotheby. / El Correo
  • Indian Combat. Cleveland Museum of Art. / El Correo
    Indian Combat. Cleveland Museum of Art. / El Correo
  • The Death of Cleopatra. / El Correo
    The Death of Cleopatra. / El Correo

Si en siglos pasados era difícil destacar profesionalmente siendo mujer en cualquier ámbito, imaginaos lo que sería sobrevivir si vuestro padre fuera negro y vuestra madre una mezcla de afroamericana y nativa americana. Pensad, además, que tenéis la «fortuna» de nacer antes de la Guerra de Secesión estadounidense. Bueno, os voy a dar un respiro, al menos vais a nacer en un estado no esclavista. Y esa es toda la ventaja que os concederé.

Pues en esas condiciones nació Edmonia Lewis el 4 de julio de 1844 en un pueblo de Nueva York. Durante esa época, la mitad del país era esclavista y buena parte del otro era abolicionista, o al menos, fingía no aborrecer tanto a negros y mestizos. El problema racial era inmenso (me diréis que ahora también, pero haceos a la idea de que Edmonia vivió en la época de «Lo que el viento se llevó»). Su padre era un criado y su madre artesana (tejía ropa). Quedó huérfana con nueve años y se trasladó junto con su hermano a vivir con sus tíos, cerca de las cataratas del Niágara, que era de donde procedía la familia «india» de su madre.

En 1856 ingresó en una escuela abolicionista de Nueva York y algo más tarde en el Oberlin College, uno de los primeros en admitir mujeres de otras etnias. Allí comenzó sus estudios de arte con quince años. En esa época Edmonia se mete en un lío enorme, porque tuvo la idea de dar a un par de compañeras vino con hierbas. No sabemos qué hierbajos serían, pero sí que provocó un intoxicación de las muchachas. Aunque se recuperaron, las autoridades creyeron oportuno iniciar acciones legales contra Edmonia, porque, en definitiva, no terminaban de ver con buenos ojos la existencia del centro universitario que permitía que cualquier persona con talento se formase sin importar la raza a la que perteneciese. Unos días antes de que se iniciase el juicio, fue asaltada por un grupo de desconocidos y golpeada salvajemente por ellos. Ni que decir tiene que sus agresores no fueron encontrados ni puestos a disposición de las autoridades. Faltaban unos meses para que se iniciara la Guerra Civil y los ánimos contra los negros, mulatos o mestizos, estaban muy caldeados. En cuanto al juicio, a pesar de que ella no declaró y que los testigos que se presentaron estaban en su contra, fue defendida por un abogado afroamericano y absuelta por el tribunal.

En 1869, ya finalizada la Guerra de Secesión, se trasladó a Boston para continuar con su formación. Tres escultores se negaron a instruirla por su doble condición de mujer y mestiza. Fue Eduard A. Brackett, un escultor local, especializado en realizar bustos de mármol, con clientes abolicionistas, el que la tomó bajo su protección. Con su tutela vendió su primera pieza, unas manos de mujer en mármol (muy del gusto de la época) que se vendieron por ocho dólares. La relación entre ambos terminó de forma poco amistosa sin que se conozcan los motivos de la ruptura, poco después ella abría su propio estudio.

Edmonia se inspiraba en esa época, fundamentalmente en los grandes héroes del abolicionismo como John Brown y Robert Gould Shaw. Fue este último el que le proporcionó su primera suma importante de ingresos. La escultora hizo un busto del general que gustó mucho a la familia del mismo y a todos los que tuvieron ocasión de verlo. Tanto gustó, que tuvo la idea de hacer reproducciones en yeso (la escultura primitiva era de mármol) y venderlas a quince dólares la pieza. Era un héroe de la época al que mucha gente veneraba, así que las reproducciones se vendieron como churros.

Por entonces su popularidad en Boston y Nueva York era notable, se había convertido en un personaje reconocido y tenía voz en distintos medios en relación con el reconocimiento de derechos civiles. Sus obras se vendían bien y además recibía ayuda económica de los abolicionistas. Eso le permitió costearse un viaje a Roma en 1866. En su pasaporte pone «M. Edmonia Lewis es una chica negra enviada gracias a una suscripción a Italia después de haber demostrado un gran talento como escultor».

En Roma pasó la mayor parte de su carrera (posiblemente hasta 1900). Encontró una sociedad en la que los artistas estaban menos presionados por su condición racial que en Estados Unidos. Trabajaba el mármol con estilo neoclásico, pero su temática era diferente al del resto de sus compañeros, y es que se centró en imágenes relacionadas con nativos americanos y afroamericanos estadounidenses, aunque también realizaba esculturas con rasgos caucásicos para poder ser aceptada como un igual entre los artistas de la época, y no ser considerada sólo como una «escultora negra». Las etiquetas molestas es mejor hacerlas desaparecer.

Hacía sus moldes de arcilla y cera y los ampliaba, en lugar de encargárselo a escultores italianos, como hacían muchos de sus compañeros. Este era un trabajo muy duro físicamente, que otros preferían delegar, pero ella lo hacía por sí misma.

Enviaba buena parte de las esculturas que realizaba a Boston y recibía jugosas comisiones por ello. Según un periódico de la época había ganado dos comisiones de 50.000 dólares. Con tanta fama y dinero fue sólo cuestión de tiempo que su taller se convirtiera en un destino turístico para los antiesclavistas de Europa y Estados Unidos. Todo el mundo quería conocerla, no sé si por el morbo de ser mestiza o porque realmente admirasen su trabajo.

En 1876 dio otro paso más en su ya importante carrera y participó en la exposición centenaria de Filadelfia con «La Muerte de Cleopatra» una monumental escultura de mármol de casi mil cuatrocientos kilos de peso, que mostraba a la faraona egipcia a las puertas de la muerte. Aunque perteneciente, como el resto de su obra, al estilo neoclásico, su escultura añade un toque innovador, al retratar a la reina egipcia menos elegante, más realista, dejando caer la cabeza sobre el sillón de mármol. Es una pieza impresionante que en la actualidad se conserva en el Museo Smithsonian de arte americano, Washington D.C., después de un trasiego que la llevo a recorrer medio país.

Otra de sus grandes obras es «Forever Free» (Libre para siempre) que representa la liberación de los esclavos afroamericanos. En ella un hombre de pie, levanta el brazo izquierdo en el aire, alrededor de su muñeca izquierda hay una cadena que no lo detiene. A su derecha una mujer de rodillas parece rezar, dar gracias por lo sucedido.

A finales del siglo XIX su estilo (el neoclásico) había caído en desgracia frente a las vanguardias que se iban abriendo camino y sus esculturas dejaron de estar de moda. A partir de 1901 su presencia parece desvanecerse hasta el punto de que no se sabe casi nada de ella. Las últimas investigaciones, llevadas a cabo por una profesora estadounidense retirada, demuestran que en 1901 se mudó a Londres, donde falleció a causa de una enfermedad renal en 1907.

Edmonia es considerada una de las cien mejores artistas afroamericanas de todos los tiempos, nunca se casó ni tuvo hijos, de hecho en sus últimas voluntades se definió como «soltera y escultora». Supongo que una cosa iba indisolublemente ligada a la otra y que si hubiera contraído matrimonio su carrera no habría llegado a despegar de la forma en la que lo hizo. Su fuerza, determinación y talento hicieron posible lo que no parecía serlo: que una mujer mestiza triunfase al nivel que otros grandes artistas.