El arte de engañar

Avalada por un clamoroso éxito en el pasado Festival de Teatro Clásico de Mérida —donde llegó a ser vista por treinta mil espectadores en diez funciones— Sevilla acogió con entusiasmo «La comedia de las mentiras», un disparatado montaje basado en textos de Plauto, con rostros populares del cine y la televisión como Pepón Nieto, María Barranco y Paco Tous

10 mar 2018 / 10:38 h - Actualizado: 05 mar 2018 / 16:01 h.
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  • Pep Antón Gómez y Sergi Pompermayer han dado a luz un libreto basado en la chispa de las comedias de la antigüedad clásica. / Festival de Teatro Clásico de Mérida / Jero Morales
    Pep Antón Gómez y Sergi Pompermayer han dado a luz un libreto basado en la chispa de las comedias de la antigüedad clásica. / Festival de Teatro Clásico de Mérida / Jero Morales
  • María Barranco despliega todo su repertorio en el papel de Cántara logrando encandilar a los espectadores con cada intervención. / Festival de Teatro Clásico de Mérida / Jero Morales
    María Barranco despliega todo su repertorio en el papel de Cántara logrando encandilar a los espectadores con cada intervención. / Festival de Teatro Clásico de Mérida / Jero Morales
  • «La comedia de las mentiras» es un disparatado montaje basado en textos de Plauto. / Festival de Teatro Clásico de Mérida / Jero Morales
    «La comedia de las mentiras» es un disparatado montaje basado en textos de Plauto. / Festival de Teatro Clásico de Mérida / Jero Morales
  • Nadie puede imaginarse un Calidoro más tierno, divertido y entrañable que el recreado por Pepón Nieto. / Festival de Teatro Clásico de Mérida / Jero Morales
    Nadie puede imaginarse un Calidoro más tierno, divertido y entrañable que el recreado por Pepón Nieto. / Festival de Teatro Clásico de Mérida / Jero Morales

Quim Monzó, narrador y periodista barcelonés, nos narra en su relato breve Con el corazón en la mano la historia de una pareja embargada por el amor que jura desterrar de su convivencia todo aquello que no sea una nítida transparencia. O lo que es lo mismo, una promesa que se sustenta en aseveraciones del tipo «una sola mentira sería la muerte de nuestro amor», y que, paradójicamente, supondrá su apresurada disolución. Y es que, como nos recuerdan los sociólogos Ignacio Mendiola y Juan Miguel Goikoetxea, «el amor nunca ha sido ajeno a la mentira y ha precisado de aquella para subsistir», y esto se debe a que las fronteras entre la verdad y el engaño tampoco se nos aparecen claramente diferenciadas en un ámbito que, tan sólo en apariencia, pretende desterrar la falsedad.

Plauto, ese gran mentiroso

Si hay un autor que supo explotar el tema de la mentira en la comedia de origen griego ese fue sin duda Plauto. Y lo logró consumando un ejercicio de falsedad en sí mismo —algunos críticos afirman que plagió a Aristófanes y a los comediógrafos burgueses—, usando su experiencia teatral para concentrar la fuerza cósmica en cada escena, creando personajes-tipo burlescos y trocando los asuntos políticos, tan del gusto aristofánico, por otros asuntos más acordes con los intereses del público romano. Así, y en resumen, Plauto es la síntesis de todo cuanto hasta ese momento había subido a los escenarios. Pero aún hay más, pues a esta visión comercial hemos de añadir que el autor latino fue un maestro de la acumulación expresiva, la cual empleaba para ridiculizar el lenguaje de los amantes. En este sentido, sus obras son un compendio de expresiones cuasi infantiles, en las que no faltan los diminutivos afectivos, código personal que suena ridículo a oídos ajenos. Asimismo, y como apunta la profesora Rosario López Gregoris, «a la agudeza verbal se añaden la pertinencia y el ingenio cómico», así como otros recursos como la parodia, las réplicas, la introducción de lenguas extranjeras o la ruptura de la cuarta pared.

Un libreto al servicio del elenco

Sabedor del potencial del autor latino, Pep Antón Gómez y Sergi Pompermayer han dado a luz un libreto basado en la chispa de las comedias de la antigüedad clásica, pero con el necesario toque actual para conquistar al público del siglo XXI. Una mezcla que les permite tirar de recursos utilizados hace miles de años, y que hoy continúan funcionando, mientras se recrean en ese horizonte de expectativas que acompaña a todo espectador en su butaca. Así, los más cultivados reconocerán citas de la literatura griega y romana —de Fedra a Hécuba—, homenajes a Shakespeare y a su Sueño de una noche de verano, paralelismos con la Commedia dell’Arte italiana e incluso guiños a L’Illusion comique, de Pierre Corneille; y el resto hallará referencias a la política, las convenciones sociales, la cultura y el mainstream. En suma, un hilarante discurso que representa el cincuenta por ciento del triunfo del montaje y que, en boca del excelente elenco, roza el sobresaliente. Para empezar, Pep Antón Muñoz —que además de coautor del texto es el responsable de la dirección—, ha sabido escoger a los intérpretes no solo en función de sus nombres, sino fundamentalmente atendiendo a sus registros, de ahí que estos respondan a sus exigencias ofreciéndonos una mascarada en la que la libertad creativa brilla por sí misma. Sin ir más lejos, nadie puede imaginarse un Calidoro más tierno, divertido y entrañable que el recreado por Pepón Nieto. Su retrato del sirviente que juega a dos bandas lo conecta con la tradición de Arlequino, componiendo escenas memorables en las que el trabajo de dicción es digno de elogio. Lo mismo ocurre con María Barranco, que al igual que Nieto despliega todo su repertorio en el papel de Cántara, logrando encandilar a los espectadores con cada intervención. De ambos son algunos de los momentos más geniales del espectáculo, a los que hay que sumar el encomiable trabajo de sus compañeros: un estupendo Jose Troncoso en el papel del galán cómico Tíndaro, unas histriónicas y bien dibujadas Angy Fernández y Marta Guerras y un eficiente Raúl Jiménez. Si bien, la guinda de este pastel la pone el sevillano Paco Tous, cuya entrada en escena supone el punto de inflexión de la historia. Suya es la responsabilidad de equilibrar la balanza y trocar el vodevil en comedia romántica con la agradecida inclusión del musical. Una labor en la que el cofundador de Los Ulen cumple con nota, elevando, aún más si cabe, el nivel de sus compañeros en un desenlace vibrante. En el aspecto técnico —deudor, quizás, del escenario original emeritense— cabe destacar el diseño de peluquería y maquillaje de Lolita Make Up, la música original de Mariano Marín y la coreografía de Luis Santamaría. En suma, dos horas de diversión con el sello de Pentación Espectáculos, Mixtolobo S.L. y el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, que se pasan en un suspiro y que confirman que el teatro es, sin lugar a dudas, el arte de engañar.