El bosque oscuro

Liu Cixin entregaba esta segunda parte de su trilogía con el listón de calidad literaria colocado a una altura más que considerable. La primera parte había resultado sorprendente. Arrancando desde ‘la Paradoja de Fermi’, estira la idea alta el extremo y consigue un relato dinámico y de mayor calidad que el anterior

12 dic 2018 / 20:00 h - Actualizado: 12 dic 2018 / 21:07 h.
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  • Liu Cixin, autor de ‘La trilogía de los tres cuerpos’. / El Correo
    Liu Cixin, autor de ‘La trilogía de los tres cuerpos’. / El Correo

Si la primera parte de la Trilogía de los tres cuerpos gustó y sorprendió a miles de lectores, esta segunda entrega fue el espaldarazo definitivo que Liu Cixin necesitaba para dejar claro que es uno de los autores más interesantes de la ciencia ficción actual.

La novela tiene una estructura más que acertada, una profundidad en las ideas expuestas interesantísima, un diseño y evolución de los personajes estupendos que llega a fascinar en un par de casos concretos, y se remata con convicción y solvencia.

El bosque oscuro arranca desde la idea de la Paradoja de Fermi. Esta es una teoría física que propone una contradicción enorme que se produce cuando se manejan las altísimas posibilidades que hay de que existan civilizaciones extraterrestres y las nulas evidencias de que eso sea así. Fermi afirmó que cualquier civilización sería capaz de desarrollar una capacidad de destrucción que llegase a la posibilidad cierta de acabar consigo misma. Pues Liu Cixin estira hasta el límite esa idea y construye su relato sobre ella.

El libro de Liu Cixin es una novela de tesis aunque el autor es astuto y no se despega de la condición de novela que necesita para que el texto pueda casar con el anterior y servir como previo a la siguiente parte. Narra la casi segura invasión de la Tierra por parte de los habitantes del planeta Trisolaris y la creación de un plan llamado ‘Proyecto Vallado’ que dota de grandes privilegios y una cantidad de recursos desmesurados a cuatro elegidos.

El bosque oscuro
Portada de ‘El bosque oscuro’. / El Correo

El libro nos arrastra hasta un buen número de batallas y situaciones en las que el ejército es fundamental aunque, sobre todo, es la estupidez humana la gran protagonista. Las preguntas se acumulan a lo largo de la novela: ¿Qué haría el ser humano ante una invasión? ¿Qué precio estaría dispuesta a pagar la humanidad por salvar los muebles? ¿Hasta qué punto un ser humano lo es? ¿Cuándo las personas dejan de serlo para convertirse en nuevas personas? Y todo presentado envuelto en un agradable lirismo oriental y un buen número de ideas que se desarrollan con calma y bastante precisión.

Si el ritmo de El Bosque oscuro es mejor que el de la novela anterior, los personajes crecen y terminan brillando con fuerza. Tanto el personaje principal; Luo Ji, un hombre bastante normal con el que se puede empatizar muy pronto por representar ese antihéroe que llevamos todos en la punta de los dedos; como un comisario de policía, Shi Qiang, al que ya conocíamos de la primera entrega y que resultó ser extraordinario en todos los sentidos; se dibujan con tino, con trazos finos y estudiados. El resto de personajes son algo más fríos debido a que iluminan al principal. Y en algunos casos se les intenta cargar con una importancia algo excesiva como es el caso del comisario político que será fundamental en algunos pasajes de forma algo forzada.

La estructura de la novela facilita su lectura y su comprensión. Son tres partes. Las dos primeras se desarrollan en el presente y la tercera dos siglos después. Estas tres etapas podrían funcionar, sin ningún problema, como novelas del tipo fix-up. Otro acierto del autor.

Como resumen de lo que se encontrará un lector en este relato, señalo una frase que es de suma importancia: ‘El nacimiento de una nueva civilización incluye la formación de una nueva moral’.

Estupenda novela.