El caballero oscuro: Emoción sin reposo

‘El caballero oscuro’ es puro cine, es pura emoción, es pura trama bien armada. Por si era poco, lo efectos especiales son magníficos, la banda sonora exacta y las interpretaciones estupendas. ’El caballero oscuro’ es una enorme pregunta sobre el bien y el mal, sobre si la mentira es necesaria para que todo funcione. Merece estar en la lista de la BBC Culture.

15 oct 2016 / 12:00 h - Actualizado: 13 oct 2016 / 19:06 h.
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  • En El caballero oscuro se nos pregunta sobre lo que significa lo bueno y lo malo de cada cosa, sobre la posibilidad y la necesidad de una mentira para que el sistema funcione. / El Correo
    En El caballero oscuro se nos pregunta sobre lo que significa lo bueno y lo malo de cada cosa, sobre la posibilidad y la necesidad de una mentira para que el sistema funcione. / El Correo
  • Heath Ledger logra una interpretación excelente. / El Correo
    Heath Ledger logra una interpretación excelente. / El Correo
  • Cartel de la película El Caballero oscuro. / El Correo
    Cartel de la película El Caballero oscuro. / El Correo

Sin emoción el cine no es nada. Una película llena de emoción es una experiencia única, inolvidable y el motor (al menos durante unos minutos) de la imaginación del espectador. Por esa razón una película es grande o se queda en simple pasatiempo.

El caballero oscuro dirigida por Christopher Nolan e interpretada por Christian Bale (algo soso como siempre), Michael Caine (más que correcto como siempre) y Heath Ledger (fantástico como nunca), entre otros; es una excelente muestra de tensión narrativa mantenida sin fisuras de principio a fin, de construcción de personajes a través de un guión bien armado y con el tiempo narrativo medido y ajustado al tempo; de fotografía cuidada (Wally Pfister), una muestra de lo que puede significar para el espectador la construcción de un estado emocional que se mueve como un péndulo entre la inquietud y ese remover la consciencia que se consigue lanzando mensajes claros y contundentes.

Los efectos especiales son magníficos. La banda sonora acompaña la acción como si quisiera acariciar cada imagen con solvencia y delicadeza (la partitura la firman Hans Zimmer y James Newton Howard), la participación de Ledger asombrosa (la de todos los secundarios muy importante puesto que Nolan los utiliza para lo que debe utilizarse un secundario, para iluminar al principal y hacerle crecer. Bale o Batman (si lo prefieren), a pesar de los pesares, en esta película también lo es).

La película se mueve de un extremo a otro buscando la dualidad, el sí y el no que todo contiene, el bien y el mal. No el sí frente al no o el bien luchando contra el mal sino cada cosa ocupando ese lugar que les corresponde y que se hace inevitable puesto que, antes o después, aparecen para equilibrar la balanza.

Distanciándose tanto como puede de la estética del cómic, buscando un registro propio, Nolan consigue la que es su mejor película. No se enreda en tiempos narrativos difusos o fórmulas tremendamente exigentes con el espectador. Ni maneja conceptos que termina equivocando (el director) como le sucedió al firmar Origen (en la que se hace un lío monumental entre lo que es sueño y pensamiento consciente). Con El caballero oscuro se limita a contar una historial casi lineal y a contarla más que bien.

Durante las dos horas y media que mide la película, no hay un momento de reposo, no hay una escena de más, ni una frase que no conduzca a un lugar más allá del que se vive en ese momento.

Y, lo más importante, es que se trata de una invitación a la reflexión, de una enorme pregunta sobre lo que significa lo bueno y lo malo de cada cosa, sobre la posibilidad y la necesidad de una mentira para que el sistema funcione (¿Es malo engañar cuando eso puede representar una estabilidad buscada? ¿Es la verdad la que cambia o se mantiene inmutable? ¿Son los hechos los que se pueden mirar desde diferentes perspectivas para presentarlos de un modo u otro?)

En fin, una excelente película. Una de esas que le gusta a cualquiera. Emocionante e inteligente. ¿Qué más se le puede pedir al cine?