El conde de Montecristo

30 nov 2015 / 18:03 h - Actualizado: 30 nov 2015 / 18:03 h.
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Tenemos prejuicios sobre libros inmortales, que conocemos sesgadamente a través de viejas películas, referencias intertextuales o adaptaciones para adolescentes. Enfrentarnos a ellos con experiencia lectora nos sucede como un regalo, caer en sus redes durante la juventud es revelación. Porque la fama de novelas como El conde de Montecristo no puede estar cimentada sino sobre sólidos cimientos técnicos: hábiles diálogos y descripciones, acertada transmisión de las emociones, contundente composición de los personajes, creación evocadora de las atmósferas, elegante retrato social y vivo pulso narrativo; todo en fin colabora en la creación de una obra maestra en la que destaca por encima de todo la formación de una aventura descomunal, atractiva, trepidante, romántica porque profundiza en unos conceptos que las sociedades actuales arrinconan, pero que permanecen firmemente anclados en alguna parte de nuestra pátina de seres civilizados, los del deber y el honor.

Moderna, puesto que Alexandre Dumas pone en marcha la gran maquinaria de la novela y la estrena aprovechando todos los mitos que recorren la época y la repercusión de toda literatura anterior o extraña. Las recién llegadas a Europa Mil y una noches parecen la espoleta capaz de acelerar el mecanismo folletinesco del taller de los Dumas, concebido como los actuales grupos de guionistas, que prescinden de la autoría única en aras de la divulgación, sin descuidar por ello la calidad de lo que comienza a ser, por vez primera en la Historia, un producto. Monta pues el escritor, con su colaborador Auguste Maquet, un argumento inagotable de tramas entrelazadas de cuyo desenlace el lector quedará descuidado, con la mente fija en la variedad de una panoplia de amores imposibles, riquezas impensables, piratas, bandidos, bancarrotas o aventureros, dominados por la figura mítica y camaleónica de Edmundo Dantés, El conde de Montecristo. Una variedad de la que no está excluida ni siquiera la transgresión en su formato lésbico. Recorrida por alusiones cultas, la novela permite a las clases medias surgidas de la Revolución, pero también a los viajeros del siglo XXI, ponerse al día sobre los ambientes del gran mundo decimonónico –en ocasiones con provisión de cifras y detalle de sus proveedores– y al proletariado soñar; y es que si se quiere hacer una crítica de la novela en clave marxista, ésta sería la exclusión de las clases más bajas de su ficción, y la idealizada redención de la miseria. Una injusticia –una de las tantas como la sociedad produce– desencadenará el aparato de Némesis, la Justicia Vengadora que transmutada en Destino –o asistida por ese mismo Destino– barrerá a todo un grupo de mortales con una sucesión de cataclismos emocionales. ~

Calificación: Extraordinaria.

Tipo de lector: Cualquiera.

Tipo de lectura: Muy entretenida.

Argumento: Trepidante.

Personajes: Fascinantes.

¿Dónde puede leerse?: En Marsella, frente al castillo de If.