El Evangelio según Pascual González
El Teatro Cartuja Center de Sevilla acogió el pasado domingo 11 el estreno exclusivo para los medios de «Cristo. Pasión y Esperanza», el nuevo espectáculo de Pascual González & Cantores de Híspalis. Un recorrido musical por la vida de Jesús de Nazaret cuya gira nacional, que se prevé exitosa, arranca esta Cuaresma
«El que no hablaba, habla. Los milagros existen». Estas impactantes palabras, pronunciadas por el creador del mítico grupo Cantores de Híspalis, Pascual González, son la mejor carta de presentación para Cristo. Pasión y Esperanza, un emotivo espectáculo a la medida de los cofrades y creyentes de toda España, que este mismo mes comenzará su gira nacional por los mejores teatros. Y es que el proceso de creación de esta obra, «nacida en la cama de un hospital», como apuntó el autor en la rueda de prensa previa al estreno, es de todo menos ortodoxo. Aquejado de una dura enfermedad que le llevó a operase dieciséis veces de la garganta y acabar laringectomizado, el creador de sevillanas tan célebres como A bailar, a bailar o El puente te está esperando concibió esta idea durante su larga convalecencia, rematándola, con la mayor de las ilusiones, en el corazón de Jerusalén merced a una peregrinación a Tierra Santa. Este intenso camino, que a su vez representa el cierre de una particular trilogía, se inició hace dieciocho años con Sevilla reza cantando —aplaudido montaje que llegó a representarse en el Royal Albert Hall de Londres—, continuó con La Pasión según Andalucía, con varias giras en su haber, y se remata con este nuevo título, indudablemente el más difícil de todos. Entre los ingredientes de Cristo. Pasión y Esperanza destacan la fusión de marchas procesionales con obras maestras de la música clásica, pero también con saetas, poemas e incluso composiciones de corte épico, las cuales permiten conocer la vida de Jesús de Nazaret desde su nacimiento y primeros años hasta su Pasión, Muerte y Resurrección, de un modo sumamente original. Un programa para el que Pascual González se ha reunido de un gran equipo de profesionales, donde destacan la banda de las Tres Caídas, el coro de Julio Pardo y los músicos Agustín Henke, Manolo Nieto, Ángel Morilla y Daniel Moreno, con la dirección de Héctor Pérez. Aunque la mayor novedad es sin duda la incorporación de Diego Benjumea y Álex Hernández al conjunto original de Cantores de Híspalis.
Un musical de cornetas y tambores
Cristo. Pasión y Esperanza está dividido en trece bloques, que a su vez representan los temas presentes en el disco-libro homónimo publicado el pasado diciembre, más un remate a modo de oración. No resulta casual que el artista hispalense haya elegido ese número, pues el trece es un símbolo repleto de connotaciones mágicas y religiosas, precisamente lo que no falta en este espectáculo. De ahí que no dude en referirse a él como la «obra cumbre» de su carrera, porque «ha habido espiritualidad». Para reforzar esta idea, el compositor nacido en el barrio de la Calzada ha apostado por el grupo teatral La Pasión, de Higuera de la Sierra, para poner el acento dramático a través de la representación de algunas de las escenas más icónicas de la vida de Jesús. Comenzando por la Sagrada Entrada en Jerusalén, en la que los actores y actrices onubenses ponen la nota de color tras un bonito arranque dedicado a la Natividad —ataviados con ropajes del siglo I y con una presencia escénica meritoria, sus apariciones suelen coincidir con los momentos más álgidos del montaje—. Otro punto fuerte del inicio es, sin duda, la introducción de las cornetas y tambores, motivo ya utilizado en otras propuestas de los Cantores de Híspalis, que suele dar excelentes resultados. En este sentido, la banda de las Tres Caídas fundada por José Julio Vera en 1981 acierta con marchas potentes como Silencio Blanco o La Pasión, confirmando una vez más su absoluto dominio del género.
«Cristo Vive»
El punto de emotividad lo pone, como no podía ser de otra forma, el propio creador del espectáculo, Pascual González Moreno. No importa que su presencia sobre las tablas sea menor que en otras ocasiones, o que su aportación vocal resulte casi testimonial —huelga explicar el por qué—. Lo verdaderamente notable es que con su figura, rotunda y fascinadora, este producto crece y se expande, llegando a tocar la fibra de los espectadores desde el primero hasta el último. Ese es el alma de Cristo. Pasión y Esperanza, y a nadie escapa que el Viacrucis de Jerusalén, narrado a pulso en escena, remite a su propio viacrucis personal. Ni que decir tiene que los nuevos «Cantores», Diego Benjumea y Álex Hernández, lucen perfectamente integrados en un conjunto capitaneado por Juan Luis Calceteiro y Carlos Ruiz, logrando que sus voces empasten de un modo natural y vistoso, y obteniendo una nota alta en su ejecución de los temas. Un repertorio muy equilibrado, y sazonado con las proyecciones de Carlos Valera, donde sobresalen piezas musicales como Yo soy Cristo («Yo soy el Salvador / Yo soy el Redentor / Soy Cristo»), delicado recorrido por las representaciones del Mesías a lo largo del planeta —de Murcia a Río de Janeiro—; o Jesús Nazareno, Camino del Gólgota («Cristo besó por tres veces la Cruz»). Aunque es durante la Muerte del Nazareno cuando el espectáculo alcanza sus cotas más brillantes. Ahí tienen mucho que decir los intérpretes de Higuera de la Sierra, cuya recreación de la Crucifixión es tan precisa como conmovedora. Seguidamente, Pascual y los suyos elevan aún más el listón con una original Resurrección a los sones de Verdi, la cual va acompañada con múltiples imágenes de procesiones entre las que no faltan Cáceres, Salamanca y diversos pueblos de Andalucía. Un apartado que se remata con la presentación de los músicos, las palabras de Pascual González y un vibrante Padrenuestro. Y cuando los espectadores se disponen a levantarse de sus butacas, los Cantores les sorprenden con un tema clásico, Nazareno y Gitano, al que suman la inmortal Saeta de Antonio Machado, poniendo el colofón el Gran Poder con la Marcha Real como banda sonora.