El festín de Baltasar

Los artistas avisan del desastre que puede llegar y, mientras, los ricos siguen mirando a otro lugar sin que parezca que nada de eso vaya con ellos

24 ago 2017 / 17:25 h - Actualizado: 24 ago 2017 / 17:58 h.
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  • Salma Hayek, François-Henri Pinault y la emperatriz Farah Diba. / Gtres
    Salma Hayek, François-Henri Pinault y la emperatriz Farah Diba. / Gtres

Cuentan la Sagradas Escrituras –y lo cuenta Rembrandt- que durante un banquete del rey Baltasar, un dedo se materializó en el aire, trazando escrituras indescifrables sobre el muro. Nadie, salvo Daniel, fue capaz de descifrar el mensaje, pero la profecía que anunciaba la caída de Babilonia fue ignorada.

Las fiestas previas a la Bienal de este año han sido apocalípticas, con los magnates del lujo compitiendo por empoderar sus marcas en la ciudad que ha alojado todos los excesos. El no-lugar donde se reúnen el arte y la mundanidad. Venecia, la Reina del Adriático.

Mientras los artistas gritan, a través de sus obras, alertando sobre la catástrofe del calentamiento global, anunciando conflictos y migraciones masivas, pregonando la injusticia y el colapso de los recursos naturales, los últimos privilegiados del planeta celebran sus festines.

Nadie pudo opacar a François Pinault que recibió a sus invitados en la Fundación Cini, rodeado del Sumo Sanedrín de su imperio: los directores generales de Gucci, de Boucheron, de Christie´s, de Saint-Laurent, de Balenciaga, de Brioni... mientras unos pandilleros hacían percusión con bidones de aceite. En el espacio se había recreado un jardín efímero de cítricos.

Mil quinientos invitados. Dos camiones frigoríficos cargados de ostras vivas atravesando Europa para abastecer el evento. Estaba su nuera, Salma Hayek, y la emperatriz viuda de Irán, Farah Diva; Carlota Casiraghi; el rey de los galeristas de Arte Contemporáneo Larry Gagosian; estaban Adrien Brody, Courtney Love, e Isabelle Huppert; también Eugenia Niarchos, Margarita Missoni, Goga Ashkenazi, directora del gigante energético de Kazajistán y propietaria de Vionnet; la princesa Gloria von Thurn und Taxis.

Fue el culmen de una orgía de fiestas iniciada por Fendi en San Rocco, continuada por Bvlgari en la Misericordia, y rematada por Dolce & Gabbana en el mismísimo Palacio Ducal. Prada celebró en la Ca´Corner della Regina, y Swatch en la Peggy Guggenheim Fundation.

Decía la inscripción en el muro: Mene, mene, taquel, ufarsin. Y Daniel reveló su mensaje: «Ha contado Dios tu reino y le ha puesto fin...» Esa misma noche Baltasar fue asesinado, y los ejércitos de Darío aplastaron Babilonia.