El placer de cantar en un coro

El coro de una ópera es, sencillamente, imprescindible para la obra. Los profesionales que los forman son excelentes cantantes que pasan desapercibidos cuando una ópera cualquiera triunfa. Son los solistas los que se reparten el éxito. En Aladar sabemos que conviene echar un vistazo a todos esos territorios que siendo desconocidos no dejan de ser interesantes y necesarios. Hablamos Joseba Carrill, Victoria González y Celestino Varela

14 jul 2018 / 10:00 h - Actualizado: 13 jul 2018 / 17:12 h.
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  • La soprano primera Victoria González preparada para interpretar ‘Gloriana’ de Benjamin Britten. / Fotografía cortesía de Intermezzo
    La soprano primera Victoria González preparada para interpretar ‘Gloriana’ de Benjamin Britten. / Fotografía cortesía de Intermezzo
  • Joseba Carril. / Fotografía cortesía de Intermezzo
    Joseba Carril. / Fotografía cortesía de Intermezzo

¿Qué sería del Otello de Verdi sin la tormenta inicial o el final del Acto III? ¿Qué sería de esa ópera, dicho de otro modo, sin la intervención robusta e impactante del coro? ¿Serían lo mismo el Boris Godunov de Mussorgsky o Peter Grimes de Britten sin un coro que es un personaje más y que llega a tener una importancia fundamental en el conjunto de la obra? Sin embargo nadie va a la ópera para escuchar al coro, sin embargo en la prensa especializada se pasa de puntillas cerca del coro.

Conviene echar un vistazo a ese territorio que ocupa un grupo de personas que suelen pasar más desapercibidos de lo que cabría esperar en las diferentes producciones aunque su valor sea incalculable.

El Coro Titular del Teatro Real de Madrid es el Coro Intermezzo, un grupo de profesionales que no suelen fallar nunca sean las circunstancias unas u otras, mejores o pésimas. Y Celestino Varela es su Gerente. Nos encontramos en el espacio que tienen reservado en las instalaciones del Teatro Real. Charlamos con tranquilidad, sin prisas, sin guion previo. No estaba previsto un encuentro que resulta tan agradable como enriquecedor. Celestino Varela hace un repaso general a lo que es un coro, a lo que representa, a cómo ha ido evolucionando esa figura tan fundamental para la ópera.

«En la evolución de la historia de los cuerpos estables en los teatros de Europa, tanto las orquestas como los coros, han pasado de estar ninguneados –algo muy corriente a finales del siglo XIX y principios del XX- a ir adquiriendo derechos importantes. A partir de la II Guerra Mundial, cuando Europa va consolidándose de nuevo, se firman convenios muy beneficiosos. Ahora, existen, en algunos lugares, pluses por bailar o por agarrar una espada. Pero, sobre todo, el tiempo de trabajo se mide con rigor, al minuto. Es necesario evitar que el cantante llegue en malas condiciones a cada una de las funciones. El control de tiempos es casi obsesivo buscando mimar las voces además de proteger los derechos de los trabajadores».

Celestino me muestra los cuadros en los que se resumen los horarios y resulta impresionante la pulcritud con la que se realizan. Vamos charlando de distintos aspectos más que interesantes.

«En España no existe una cultura de cantante profesional de coro. Y este es uno de los grandes problemas con los que se encuentran las empresas que contratan a esos cantantes. Todos quieren ser solistas y no están acostumbrados a escuchar a la gente que tienen al lado. Por otra parte el ego de los artistas es enorme. Eso es una realidad. Y cantar en un coro queriendo ser solista es duro. Es verdad que algunos cantantes le dan la vuelta a eso y descubren un mundo maravilloso en el que se encuentran felices».

Celestino Varela sabe lo que supone vivir haciendo la maleta de forma constante, de lo duro que resulta y el precio que se llega a pagar por ello. «En Intermezzo ya no solo se valora el aspecto artístico de los candidatos a ingresar en el coro; ahora ya se tienen en cuenta aspectos más personales. La formación del cantante de coro es importantísima y dura. No se debe creer que, como el cantante de coro está dentro de lo que parece una amalgama en la que todo se difumina, debe formarse menos que un solista. La vida de un cantante de coro es muy sacrificada y hay que cuidar de las personas por encima de cualquier otra cosa».

Acaba nuestra conversación porque debo comenzar otra con los cantantes. Me despido de Celestino sabiendo que nos volveremos a ver.

Victoria González es cantante (soprano primera); se define como belcantista (por eso es soprano primera y no lírica, matiza). Y cantando sus cosas se siente maravillosa; cantando otras cosas se gusta menos aunque nunca ha dicho ‘no’ a cantar una ópera que no le guste o no le vaya bien a su registro.

Joseba Carril es barítono bajo. Trabajó durante años como solista (más sinfónico según aclara él mismo).

Ambos son cantantes de Intermezzo, dicho de otro modo, son cantantes del Coro Titular del Teatro Real de Madrid. Él es serio, prudente. Ella es más pizpireta, muy simpática. Los dos muy agradables de trato.

Charlamos sobre lo que supone para un cantante hacer su trabajo en un coro, en un coro que muchos (injustamente y rebosando ignorancia) definen como un lugar en el que terminan muchos cantantes sin recorrido o que fracasaron como solistas.

Joseba es el que desarrolla la idea en primer lugar. «Tengo compañeros que siempre quisieron pertenecer al coro. Unos sinfónico, otros de ópera; pero no tienen problema alguno. Yo he sido solista muchos años. Ahora no me frustra estar en un coro porque ya he sido solista. Pero sí es cierto que alguna vez el público puede decir eso que estamos hablando y que los cantantes se pueden sentir regular en un coro. El verdadero problema y lo peor es gestionar el ego. Algunos cantantes lo llevan muy, muy, mal».

Hablamos de preparación, de timbres, de actitudes y aptitudes, pero ambos coinciden en que la suerte en su profesión es fundamental. Victoria apunta más. «Y el dinero. Si no tienes dinero no puedes ir a los lugares en los que tienen que escucharte. No puedes. Y si no te escuchan estás perdido, claro. Piensa en Europa. Sin dinero es imposible salir adelante».

Joseba incide en ese golpe de suerte que aparece o no y marca la carrera de un cantante. «Estar en el lugar adecuado y en el momento adecuado. Esa es la clave. Mira, te garantizo que yo, en este coro, tengo compañeros que son mejores cantantes que algún solista que ha venido por aquí. En algunos casos, claro; en otros no».

Victoria es de esas cantantes que, lejos de tener un problema por cantar en un coro, ha convertido su trabajo en un privilegio. «Yo quería estar aquí, en este coro, en este teatro. Yo he sido corista prácticamente desde que terminé la carrera en 2006. Mi profesor de canto se enfadó muchísimo conmigo porque pensaba que yo podría hacer una carrera individual perfectamente. Pero yo pensaba ¿por qué tengo que estar en primera fila, con esa responsabilidad, si puedo estar un poco más atrás, haciendo lo mismo? No cobras igual, por supuesto, pero duermes todos los días en casa, te peinas cada día para actuar, te maquillas disfrutando de cada momento. Yo hago lo que me gusta».

Victoria tiene dos hijos. «Soy madre y lo llevo muy bien. Me levanto todos los días a las siete de la mañana y trabajo como cualquier otra madre del mundo. Cantar y ser madre es perfectamente compatible. Los horarios son algo peores porque se suele terminar tarde, pero se explica a los niños y arreglado. Mi hijo pequeño lo lleva peor que la mayor, pero es lo normal”.

En el Coro Titular del Teatro Real de Madrid todo está programado, previsto. Lo dirige Andrés Máspero, un hombre perfeccionista y delicado.

«Lo que dice el maestro», dice Joseba, «va a misa y si no estás de acuerdo da igual, lo haces y punto. Aunque en el caso de Máspero, si se le pregunta con respeto, si se plantea una duda o lo que sea, él lo acepta sin problema alguno. Me gustaría decir algo muy importante: tradicionalmente se ha dicho que los coros sinfónicos trabajan mejor la dicción, la música... Y he de decir que hasta donde alcanzo a saber como profesional, en Madrid, actualmente, el coro en el que mejor se trabajan todos los aspectos posibles es aquí, en el Coro Titular del Teatro Real. Por ejemplo, los coros de ópera nunca destacaron por su afinación. Este sí».

Victoria matiza. «Además, el texto es muy importante, el maestro lo lee muy bien y tiene un interés enorme en que se entienda todo en el patio de butacas».

Les digo que eso da mucha importancia a su trabajo y que el público lo valora muchísimo. Cuando el coro Intermezzo sale a escena en el Teatro Real todo el mundo sabe que algo bueno va a suceder por regla general. El que escribe disfruta siempre con el trabajo de estos cantantes.

Me interesa saber si cantar en un coro es muy, muy, diferente a cantar como solista.

«El objetivo de cualquiera que está en el coro es no sobresalir. Se trata de integrarse y de escuchar bien a tus compañeros» dice Victoria.

Joseba quiere aportar su punto de vista. «Es una cuestión de educación musical. Debes tener un odio puesto en lo que haces tú y otro en lo que hacen los compañeros. Pero vaya, lo mismo les pasa a los músicos. Estas son de las cosas que se aprenden. Lo cierto es que una nota que como solista te va bien, en un coro puede dar unos problemas importantes. En el coro tienes mucha masa sonora alrededor y debes controlar muy bien las cosas para no comenzar a dar voces».

El tiempo es siempre escaso y esta vez hemos acabado con todo lo que teníamos reservado. Tienen que ensayar. Y yo tengo que escribir. Pero habrá que buscar huecos, más adelante, para seguir conociendo los códigos que hacen funcionar un coro como Intermezzo.