Encuentros con el presente del flamenco

El flamenco, esa forma de decir e interpretar, no hace sino parir respeto desde las entrañas del artista a lo cabal de quien recibe, por derecho, este arte sin tener otro remedio que convertir el flamenco en doctrina o en argumento de autoridad de nuestra cultura.

05 feb 2016 / 08:16 h - Actualizado: 05 feb 2016 / 08:16 h.
"Flamenco","Música - Aladar"
  • Arcángel (Huelva, 1977). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
    Arcángel (Huelva, 1977). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
  • Maite Martín (Barcelona, 1965). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
    Maite Martín (Barcelona, 1965). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
  • Jesús Méndez (Jerez 1984). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
    Jesús Méndez (Jerez 1984). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
  • Esperanza Fernández (Sevilla, 1966). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
    Esperanza Fernández (Sevilla, 1966). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
  • Antonio Reyes (Chiclana de la Frontera, Cádiz, 1976). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
    Antonio Reyes (Chiclana de la Frontera, Cádiz, 1976). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
  • Marina Heredia (Granada, 1980). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
    Marina Heredia (Granada, 1980). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
  • Natalia Marín (Sevilla, 1964), / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
    Natalia Marín (Sevilla, 1964), / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
  • La Macanita (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1968). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
    La Macanita (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1968). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
  • Aurora Vargas (Sevilla, 1956). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
    Aurora Vargas (Sevilla, 1956). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
  • El Pele (Córdoba 1954). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez
    El Pele (Córdoba 1954). / Fotografía: Antonio Gómez Domínguez

Crecí escuchando el nombre de Antonio Mairena porque se vino a trabajar a Arahal con el tío de mi bisabuela y se quedó prendado con Rufina, la hermana de mi abuela, aunque la cosa no pudo ser. Mi tío, Rafael Heredia, era quien contaba este tipo de avatares, por ser primo de gitanos, no sólo del cantaor de fragua sino de El Lebrijano, entre otros, y su padre tenía en Paradas el cine Andaluz, donde artistas como La Niña de La Puebla y El Príncipe Gitano se daban cita. El flamenco siempre ha estado presente en mi familia y esta circunstancia me interpelaba a subir encima de la mesa, con el mantel por vestido e improvisado con pinzas del tendedero, a bailar por rumba y rodeada de los míos. Con el tiempo, esa afición mía la fui perdiendo, pero no la de crecer con el flamenco. Porque con el flamenco se crece.

La Peña de «La Niña de los Peines», de mi pueblo, fue el primer espacio al que me adentré para encontrarme con los artistas de frente. Años después vendrían los festivales. Porque no es lo mismo, la pantalla, los discos de tu casa de esa buena colección que nos regaló Manuel Bohórquez en la edición de nuestro patriarca, El Correo de Andalucía, que sentir la transmigración de las almas entre quien canta y escucha, en vivo y en directo, sin que haga falta morirse.

Verán, mi intención es dirigirme a aquellos coetáneos que aún no se han vuelto cómplices de esta costumbre o la rondan sin tomar asiento, es invitarles a que abran la puerta a un arte, pues menester evitable se vuelve, el condenarlo al baúl del soberao de los abuelos del pueblo. Consideren el pararse en esta cuestión que les planteo, y no sé qué les une a ustedes con esta expresión cultural tan visceral y racionalmente incorpórea (cómo distinguiría Antonio Cruz García el flamenco de los gitanos). Desconozco si comparten esta pasión, pero nunca es demasiado tarde o pronto para contagiarse y provocar el contagio a los suyos de la gracia de las alegrías o las bulerías o para impregnarse de un intimismo reflexivo gracias a un cante por seguiriya o de soleres maneras. Para que les guste el flamenco, no necesitan requisitos tales como nacer gitano, criarse entre discos de Pastora Pavón, su hermano Tomás, Caracol o de Camarón, ni distinguir entre malagueñas o granadinas. Ya istinguiremos entre clavito y canela. Lo único que hace falta es sentir y para sentirlo, dejar que nos cuente, saberlo escuchar. Cuando se nos encoja el pecho, nuestro pie vaya al compás o las manos o el cuerpo entero, estaremos participando en el ritual del flamenco, se estará fraguando la relación mística que incita a tu cuerpo a moverse por p(r)urito compás y nos estaremos alimentando de la más elitista experiencia cultural.

Si ustedes no han ido a un Festival de flamenco les recomiendo que vayan y si han ido que continúen yendo, pero digan a sus nietos, a sus sobrinos o a sus hijas que les acompañen porque se convertirán en una suerte de personas privilegiadas. Así me sentí yo, al presenciar cómo se sigue fraguando el flamenco en el siglo presente.

La XLVI Reunión de Cante Jondo de La Puebla de Cazalla fue excepcional. Nada más entrar en el cortijo de cal, La Fuenlonguilla, el perfume de romero nos recibía, mientras la luna llena alumbraba la guitarra de Rafael Rodríguez, que no acompañaba a El Cabrero y deleitó en solitario con una soleá. Las estrellas, esa noche, reposaban salvajemente en un escenario franqueado por ramas de olivo y alumbrado por tres faroles.

José Valencia, El Pele, seguido de dos cantaores moriscos, José Meneses (muy recuperado) y Diego Clavel (que se despedía de aquél escenario); el baile revelador de la joven granadina, Patricia Guerrero, y el fin de fiesta de Juana la del Pipa; nos embrujaron a todos y agradecí a estos astros cumplir años siendo testigo de sus castas, allende el flamenco rebosa por los cuatro costaos.

Con todo mi respeto, quisiera compartir con ustedes los encuentros flamencos que mejor conservo en mi ánimo por si se deciden a acudir a uno de los manojos de peñas, teatros y festivales de la provincia de Sevilla. Sus discos están ahí, pero yo les invito a que los escuchen en directo. Estas menciones vienen a estar fundamentadas en que todos los que aquí nombro me hicieron crecer a lo ancho y a lo alto.

------------------------------------------------------------------------------

Arcángel (Huelva, 1977)

Él me dio la llave y la clave primera del flamenco. De todas las actuaciones que he presenciado, destacaré dos. La primera fue en el Teatro Cervantes de Arahal, la buena acústica de este teatro, ya en desuso, mantuvo mi piel erizada desde el primer cante hasta el último. Francisco José Arcángel Ramos con apariencia de un Cristo alosnero liberaba desde el escenario una voz clara e hiriente como un hilo fino al filo del quebranto. Su quejío por seguidillas te arremolina el estómago como un presentimiento. Harina de otro costal fue ese mano a mano con Poveda con motivo del homenaje a Rancapino celebrado en el Lope de Vega, cuando sus voces solapadas se transformaron en el repiqueteo de campanas catedralicias que llamaban a una ceremonia en la que comulgamos todos sus soleares apolás.

El cantaor pide en su cabecera de Facebook, dar la cara por lo nuestro.

------------------------------------------------------------------------------

Maite Martín (Barcelona, 1965)

La autora de una de las canciones más hermosas, aunque no de flamenco jondo, SOS, presentaría visos de frialdad por su pulcritud en el cante, si no fuera porque cuando regala su voz el oyente reconoce un terrón de suma sensibilidad, de perfección técnica chaconiana, de sublime afinación y compás, ya sea por fandangos, alegrías o bulerías. Aunque llevo conmigo aquél encuentro del verano de 2011, en los Salesianos de Morón de la Frontera, su «y tan solo de tratarnos hemos hecho un compromiso».

En su página, reconoce que el flamenco es su origen, no su yugo.

------------------------------------------------------------------------------

Jesús Méndez (Jerez 1984)

Será por su fuerza y juventud por la que en este último festival de Paradas pareciera un potro desbocao, por eso preferí su actuación del año pasado, cuando arañó la escena con un martinete. No podía ser de otra manera viniendo de la estirpe de su tía, La Paquera, a lo que se le añade que en su voz iracunda también amanece el tono de Caracol. Perpleja me dejó la primera vez que lo vi en el festival del Gazpacho de Morón de la Frontera. El hipo lo quita con las alegrías, y con su porte, todo hay que decirlo.

En su disco Añoranza está acompañado de maestría, por su paisano El Torta (que en paz descanse).

------------------------------------------------------------------------------

Esperanza Fernández (Sevilla, 1966)

En uno de sus trabajos cantaba a Saramago y el 20 de septiembre de 2014 presentaba De lo jondo y verdadero en Los Reales Alcázares con motivo de la Bienal de Sevilla teniendo como invitada a la elegante cantaora, Rocío Márquez.

Esperanza Fernández sobrecoge cuando canta el himno romaní, Gelen, Gelen (anduve, anduve), acompañada al piano por su primo Dorantes. Esta gitana de Triana envuelve todo el espacio, por muy abierto que éste sea, con la firmeza de su voz. Sigue recorriendo el camino que marcó su padre, Curro Fernández, pero enriqueciéndose de otros estilos musicales como el jazz. Ahora bien, el salero que tiene su cante es para aprovecharlo en lo suyo, en sus tangos de Triana y en sus bulerías de Lebrija.

------------------------------------------------------------------------------

Antonio Reyes (Chiclana de la Frontera, Cádiz, 1976)

Es un cantaor calé de pellizco, sobrino nieto de Pansequito, su raza se nota en cada palo, su timbre es una ofrenda a las alegrías de su tierra o de su mar. Si tuviese que definir su cante, diría que es de dulce y canela.

Los Festivales se lo rifan pues a todos palos le saca punta con su sutileza camaroniana y el clasicismo de sus seguiriyas. Parece que estoy escuchando su tirititran y el pecho se me encoge.

------------------------------------------------------------------------------

Marina Heredia (Granada, 1980)

Es indudable que esta cantaora nazarí después de actuar en los grandes escenarios del mundo sin olvidar los pequeños tablaos, donde afirma con rotundidad «son donde un artista se hace» ha evolucionado como artista y su garganta se ha vuelto un manantial de fuego.

Recuerdo cómo en el Festival de Flamenco de Paradas de hace un año, su voz cada vez se hacía más grande y rotunda. El tempo de Marina Heredia derrocha sabiduría. Con los jirones de su cante me hacía un mantón para cubrir mis noches de invierno.

------------------------------------------------------------------------------

Natalia Marín (Sevilla, 1964)

Tal y como están las cosas la encontrará en España, cantando para el baile en los grandes festivales y si se atreven, en el extranjero con grandes compañías. Una noche decidí abrir la puerta del salón de muy buena acústica de la Casa del Aire, junto al Museo de la Mujer en el Flamenco de Arahal y pude asistir al mayor de los descubrimientos. Porque ya había escuchado la vidalita de Mayte Martín, pero la de esta cantaora de la Macarena es de pellizco galopante. Su sensibilidad te deja sin palabras y entre cante y cante demuestra una bien hallada guasa flamenca. El buen rato con ella está garantizado.

------------------------------------------------------------------------------

La Macanita (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1968)

Tomasa Guerrero Carrasco encarna la gitanería de Jerez de la Frontera. Es un ejemplo de sacralización del cante antiguo y jondo. El año 2014, en la plaza del Santo Cristo de Arahal, envolvió el festival de Al- gurugú, de una pureza inaudita de quien ha aprendido a cantar en el barrio de Santiago. Allá donde se arranca florece la belleza. Sus bulerías son el mejor monumento que se le pueda poner al flamenco de hoy. ¡Arsa!

------------------------------------------------------------------------------

Aurora Vargas (Sevilla, 1956)

Un tablao puede hacer que esta mujer se confunda con una fuerza más de la naturaleza aunque yo me la imagino descalza y en el albero. En El Potaje de Utrera, con su radiante hermosura, de rojo vivo estuvo cantando una detrás de otra con su voz de metal y con toito su cuerpo.

En el Festival que menciono se puso a cantar sin el micrófono y una mujer que estaba en las últimas mesas le reclamó que si estaba cantando para los de la primera fila y cuando se enteró Aurora, le soltó: «¡Que no cojo el micrófono, eah, que na más os gusta lo artificial!». Así es este genio, de un arte que no se puede aguantar.

------------------------------------------------------------------------------

El Pele (Córdoba 1954)

Misterio y transparencia. Porque a Manuel Moreno Maya se le nota cuándo está de mal fu o no lo está. Hace unos meses, El Pele estaba en la gloria y los presentes en el cielo. Parecía mentira como sonaba de bien su cante que como el artista omnipresente en los festivales de la temporada, supo improvisar para aquellos que lo siguen.

Hasta él mismo se espantaba de cómo se escuchaba su voz y los aficionados no creíamos que fuera cierto. Nos maravilló con su zambra y nos terminó de encandilar con Señorita, de Enrique Montoya, de delicia. Después de escucharlo esa noche irrepetible, mire, por el cante del Pele sí me adoctrinaría.