Enorme Marcello Fonte y poco más que añadir

La película de Matteo Garrone, ‘Dogman’, pretende volver a las atmósferas asfixiantes y violentas de «Gomorra». No obstante, se trata de una historia menor (más por presupuesto que por entidad) capaz de llevarnos a lo peor de cada uno

22 oct 2018 / 22:54 h - Actualizado: 23 oct 2018 / 07:14 h.
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  • ‘Dogman’ es un relato que no elude la pobreza ni la zona sucia de la realidad. / El Correo
    ‘Dogman’ es un relato que no elude la pobreza ni la zona sucia de la realidad. / El Correo
  • Cartel de ‘Dogman’. / El Correo
    Cartel de ‘Dogman’. / El Correo

Violenta e inmisericorde con el espectador, «Dogman» esta pequeña gran obra ambientada en un suburbio que pudiera ser cualquiera, combina la violencia de «Perros de paja» (si bien el montaje de la de Peckimpah no es como aquí tan dentro de plano) con la denuncia de un De Sica, al que recuerda por la ambientación. Su realizador, que ya dirigiera «Gomorra» en 2008, parece querer volver a los orígenes de su séptimo largometraje y hacerlo además con el look visual de la serie de televisión de HBO, basada igualmente en la novela documental de Roberto Saviano, en la que se enfrentan los clanes de la mafia Sabastano y Conte. Pero no esperen propiamente una historia de la Mafia, sino más bien el retrato de una amistad traicionada entre un peluquero canino con mucha rabia que esconder y un boxeador cocainómano, que es la bestia derrotada y al que todo el vecindario teme y odia. Resulta además tremendamente sangrienta, y en ella la idea del título «Perro come perro» del novelista carcelario Edward Bunker, se hace plástica de otra forma; pasa de ser, sobre todo en virtud de Marcello Fonte, su actor principal, del mindundi que pudiéramos ser cualquiera de nosotros a algo soberbio y sobrecogedor.

El guion, si bien con tiempos muertos que agotan (la escena de la discoteca podría sobrar o haberse rodado más rápidamente, al ser de transición) muestra de nuevo una Italia negrísima y también en un principio humilde, donde la comida y la mamma tienen una importancia relativamente grande dentro de la historia, y en que la aparente cordialidad esconde más que muestra los problemas sociales que han ido adquiriendo y no se han resuelto, a lo largo de los años.

Marcello, que así también se llama el personaje, come espaguetis en los soportales donde trabaja, y no se lleva tan bien como quisiera con Simone (Edoardo Pesce), un boxeador corpulento y violento que le saca pequeñas dosis de coca, a cambio de nada. Cuando además de deberle más de diez mil euros, el boxeador le incrimina en un feo asunto, por el que Marcello da con sus huesos en la cárcel, éste decide tomarse la justicia por su mano.

Si bien el mindundi del que hablábamos (su expresividad facial en este sentido es portentosa) tiende a salir huyendo con los perros de un paraje tan solitariamente tóxico, lo cierto es que en un momento dado dará la cara, y de qué modo, ante Simone.

Se sabe compaginar la apariencia más luminosa de la hija de Marcello, un encanto de cría, interpretada por Alida Baldari, y con la que planea hacer un viaje a Calabria o con la que va a un premio provincial de peluqueros caninos en que queda finalista, con la bestialidad y la marginación que este sufre; marginación también provocada por el rechazo del propietario del local de juegos recreativos o del dueño de la tienda que compra oro y joyas, y de cuyos servicios también se sirve el tendero protagonista.

No es este un retrato que eluda la pobreza tampoco, como forma de vida que a pesar de la adversidad, se atreve a salir a la calle diariamente a buscar ya sea confrontación o un mendrugo de pan que llevarse a la boca. Un relato de supervivencia extrema, pues, donde lo orgánico nos llega a través de la sangre.

La fotografía en color de Nicolai Brüel, combina en exteriores una luz verde azulada que es deudora como decíamos también de la serie napolitana «Gomorra» y que nos llega desde no sólo los planos generales, sino también los medios y más cortos. El montaje de Marco Spoletini y la aparente falta de música diegética o de la historia, hacen el resto. Si quieren pasar un mal rato, lleno de adrenalina y violencia con apariencia lo más real posible, no lo duden, esta es su película.