‘Este trabajo es duro aunque muy gratificante’

La Fiscal Decana Delegada de Menores de Sevilla, Auxiliadora de la Rosa, repasa las funciones de jueces y fiscales, cuál es la problemática del menor dentro del ámbito judicial, los procedimientos que se siguen de forma habitual. Un acercamiento tan necesario como fascinante para el ciudadano.

25 mar 2017 / 12:59 h - Actualizado: 25 mar 2017 / 15:57 h.
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  • Auxiliadora de la Rosa es la Fiscal Decana Delegada de Menores de Sevilla. / Jesús Barrera
    Auxiliadora de la Rosa es la Fiscal Decana Delegada de Menores de Sevilla. / Jesús Barrera
  • Auxiliadora de la Rosa fue la primera mujer que consiguió acceder a la fiscalía en Andalucía. / Jesús Barrera
    Auxiliadora de la Rosa fue la primera mujer que consiguió acceder a la fiscalía en Andalucía. / Jesús Barrera

Auxiliadora de la Rosa es Fiscal Decana Delegada de Menores de Sevilla. Nos encontramos en su despacho. Un buen número de personas esperan en la puerta de los juzgados. Resulta agradable el ambiente de tranquilidad que se respira en un lugar donde se tratan temas tan delicados.

Charlamos sobre lo que representa la figura del fiscal en la jurisdicción de menores, sobre lo que representa la del juez. Me intereso en esa faceta del fiscal que pudiera confundirse, por parte de un ciudadano cualquiera, con el trabajo de la defensa.

«El fiscal promueve la acción de la justicia. Lo que sucede es que si la acusación particular denuncia a una persona y el fiscal comprueba que no hay pruebas suficientes, solicita el archivo, el sobreseimiento de las actuaciones. El juez puede decidir abrir el procedimiento y el fiscal, entonces, presenta un escrito de alegaciones absolutorio. Esto ocurre de forma excepcional. En la Fiscalía de Menores ocurre también. Lo que sucede es que, en menores, el fiscal instruye y ejerce la acusación al mismo tiempo. Cuando entró en vigor la Ley del Menor el 13 de enero de 2001, el legislador vio conveniente que esto fuera así. Es interesante porque quien va a ejercer la acusación recaba las pruebas necesarias para poder ir a juicio con elementos suficientes. El juez queda como juez de garantías, porque el fiscal no puede adoptar medidas restrictivas de derechos fundamentales. Tenemos que solicitarlo al juez y él lo acuerda».

La situación varía con el tiempo. Los problemas van tomando protagonismo cuando antes no lo tenían. De eso hablamos.

«Hay niños que cometen errores y, algunos, muy graves. Lo que más nos preocupa es el maltrato en el ámbito familiar. El número de padres que vienen cada día hasta aquí para denunciar y pedir el ingreso de su hijo en un centro de internamiento es espeluznante. No se comprende qué está pasando para que los padres duerman con el cerrojo de la habitación echado (según nos dicen ellos mismos), para que los chicos destrocen la casa, se escapen... El nivel ha descendido un poquito, pero el 45 por ciento de los asuntos que se tratan en esta fiscalía tienen que ver con esto que te digo. El problema del maltrato en el ámbito familiar tiene una doble vertiente. Por un lado, las drogas, los problemas sicológicos o siquiátricos. Para tratar de averiguar la raíz del problema, la fiscalía dispone de los llamados equipos técnicos (sicólogo, trabajador social...) que recaban toda la información posible y terminan informando a los fiscales para que se busque una medida adecuada. Por otra parte, se ha perdido, en buena parte, el principio de autoridad en los hogares y en la escuela. Todo unido a las nuevas tecnologías, hacen que el menor se disperse y pueda no entender las consecuencias de lo que hace».

Este sí que es el nuevo problema, le digo. Y siempre a la carrera, parece que no tiene límite alguno.

«Las tecnologías van por delante de la justicia, pero los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado están haciendo un trabajo extraordinario gracias al que podemos trabajar con ciertas garantías. Cuando un menor comete un delito, por ejemplo, en las redes sociales, son ellos los que casi nos dan todo hecho. Aunque, sin restar importancia a cualquier posible delito, nos preocupa mucho la violencia de género. En menores, lógicamente, es difícil encontrar parejas, pero sí hay relaciones y van aumentando. Y lo más sorprendente es que las chicas no son conscientes de lo que está pasando. A veces no quieren denunciar porque le quitan importancia a que les amenacen o las golpeen. Creen que esos actos están relacionados con el cariño que los muchachos sienten por ellas, con un ataque de celos que lo traducen como si fuera amor. Es inexplicable y muy preocupante. Como mujer no lo puedo entender. Hay que insistir, en las casas y en las escuelas, para educar a los chicos en este sentido. Y que no tengan que ocurrir cosas ya muy serias para que se den cuenta de que están siendo maltratadas. Lo vemos en mayores y lo vemos en menores. ¿Cómo no pueden dar importancia a que les miren el móvil, les empujen, les amenacen...? La reacción suele llegar tarde, cuando ya no hay remedio».

Otro asunto complicado de tratar es la edad de los menores y los tramos establecidos para que la ley se aplique a unos y otros. Le pido que exploremos este territorio.

«Si un menor por debajo de catorce años comete un delito se va a casa. No se le puede imputar. Se considera que el problema es del entorno o, cualquier cosa ajena a él. Se le remite a los servicios de protección social para que traten de cuidar de él. No se puede hacer mucho más».

¿Y si ha cometido un homicidio o una agresión sexual?

«Se van a casa, sí. En hechos de extrema gravedad, soy partidaria de rebajar la edad de catorce a doce años. Solo en hechos gravísimos. Esta es una opinión que no compartimos todos los profesionales, pero creo que se les podría ayudar mucho más. Tenemos más recursos en reforma que en protección. El menor, incluso, corre un riesgo que debemos evitar».

La gestión diaria de las emociones cuando se trabaja con asuntos tan sensibles es compleja, afirmo.

«Este trabajo es duro aunque muy gratificante. Lo que pretendemos es reeducar. Si un menor se equivoca es muy importante que él sepa y comprenda que ha hecho las cosas mal, que reconozca que eso que hizo estaba mal y provocó un daño. Y si eso ocurre se puede trabajar bien con ellos con posibilidades de éxito. Antes de adoptar una medida, siempre, esperamos el informe del equipo técnico. La ley obliga a ello. Podría ser que el menor sufriera una enfermedad mental sin diagnosticar o consumiera droga sin que existiera conocimiento de los padres y, por supuesto, estas cosas se deben tener en cuenta antes de tomar medida alguna. Es muy importante el trabajo de los equipos técnicos. Ten en cuenta que estamos llegando a un porcentaje de reeducación con éxito del 45 por ciento».

Comentamos que ya no nos referimos a menores marginales cuando hablamos de delinquir, que las clases sociales a las que pertenecen los chicos y chicas que comenten errores pueden ser cualquiera de ellas.

«Sí influye que el entorno presente un mayor grado de hostilidad para el menor, pero hay delitos como el maltrato en el ámbito familiar, el acoso o la violencia de género, que son universales”.

Un tema le preocupa especialmente a Auxiliadora de la Rosa. Y terminamos la conversación con él.

“La jurisdicción de menores, desde luego en Sevilla aunque en el resto de España creo que es lo mismo, goza de muy buena salud. Se funciona con agilidad. Y sería muy importante que los recursos de los que disponemos no se recorten. Esto es importantísimo. Un año en la vida del menor es mucho tiempo y no podríamos demorar la toma de medidas. Se nos harían mayores los chicos”.