Gene Wilder: Tres parodias con falsos héroes y villanos

El pasado 29 de agosto murió Gene Wilder. Después de hacernos reír durante años, no hizo cambiar el gesto por otro más amargo. Sin embargo, lo que no se ha llevado Wilder es un buen montón de películas desternillantes que ayudarán a que sus fans puedan volver a dibujar una sonrisa auténtica y agradecida.

24 sep 2016 / 12:25 h - Actualizado: 18 sep 2016 / 21:25 h.
"Cine","Cine - Aladar"
  • Póster de la película Sillas de montar calientes (Blazing saddles). / El Correo
    Póster de la película Sillas de montar calientes (Blazing saddles). / El Correo
  • Cartel de la película Empiecen la revolución sin mí. / El Correo
    Cartel de la película Empiecen la revolución sin mí. / El Correo
  • En Sillas de montar calientes (Blazing saddles) se nos hace una crítica al racismo imperante. / El Correo
    En Sillas de montar calientes (Blazing saddles) se nos hace una crítica al racismo imperante. / El Correo
  • En El hermano más listo de Sherlock Holmes, Gene Wilder hace las veces de actor principal, guionista y director. / El Correo
    En El hermano más listo de Sherlock Holmes, Gene Wilder hace las veces de actor principal, guionista y director. / El Correo
  • Cartel de la película El hermano más listo de Sherlock Holmes. / El Correo
    Cartel de la película El hermano más listo de Sherlock Holmes. / El Correo
  • Donald Sutherland, coprotagoniza junto a Gene Wilder Empiecen la revolución sin mí. / El Correo
    Donald Sutherland, coprotagoniza junto a Gene Wilder Empiecen la revolución sin mí. / El Correo

Si algo pretende no ser este artículo es sesudo, ya que responde a una obsesión, la de mirar hasta romper mi video VHS una de las cintas más desternillantes de la infancia, que no necesariamente de la Historia del Cine. Su nombre: El jovencito Frankenstein, su director Mel Brooks y sus dos protagonistas Gene Wilder (que también nos hizo reír de lo lindo en otras comedias junto al malogrado Richard Pryor) y Marty Feldman que junto a la guapísima rubia Cloris Leachman hicieron posible convertir el mito de Prometeo en mucho más que un chiste, una sucesión de gags visuales y verbales, así como golpes de guión que recordamos desde lo entrañable de la figura de este actor, guionista y director, que tanto nos hizo reír.

Y es que Gene Wilder falleció el pasado 29 de agosto en Connecticut tras pasar por una dura y demasiado frecuente enfermedad, el mal de Alzheimer. Como estamos seguros que desde alguna parte nos estará escuchando reír con su trabajo, no tuve más remedio que, siendo más fan que otra cosa, buscar algunas de sus películas teniendo en cuenta que últimamente colecciono rarezas de todo tipo y peor índole.

Estas tres películas escogidas quizás huyan del apelativo “Lo mejor de...” y sólo pretenden seguir la estela de esa primera película comentada, que espero encontrar, ahora más que nunca, en DVD.

También debemos decir para contextualizar su figura que Jerome Silberman, nombre judío original del homenajeado, sentó precedente gracias quizá a la figura de Mel Brooks del fenómeno de los blockbusters, popularizado en Estados Unidos a partir de los años 80 del siglo pasado y según el cual Peter Biskind hace ver en su libro Moteros tranquilos, toros salvajes que los ejecutivos de Hollywood eran capaces de saber antes de empezar la primera sesión del día qué taquilla iban a hacer con cada film, algo improbable sino imposible de concebir hoy.

En El hermano más listo de Sherlock Holmes (The Adventure of Holmes’ Brother), nuestro protagonista hace las veces de director, guionista y actor principal en una película dirigida un año después a la que le encumbró; se trata de una farsa llena del sentido propio de Conan Doyle y donde en el reparto destacan Madeline Kahn en el papel de una seductora cantante, el feo y memorioso Marty Feldman en el papel de ayudante y Dom DeLuise que interpreta al cantante de ópera italiano del que se sirve Moriarty para chantajearlos. A pesar de no ser tan redonda como la que dirigió su amigo Mel un año antes (la película es de 1975), lo cierto es que va in crescendo una trama y personajes detectivescos que en principio le debieron imponer como guionista. Inolvidables resultan las escenas del baile tras salir de una trampa mortal que no desvelaré o la de la caja de bombones en el palacio del amante de Kahn.

Anterior, de 1969, es Empiecen la revolución sin mi (Start the Revolution without me) que parodia el género histórico ambientado en las batallas de clase entre campesinos y aristócratas durante la Revolución Francesa. Coprotagonizada junto a Donald Sutherland, la anécdota parte del hecho por el que dos parejas de gemelos son separadas al nacer con el objetivo de criarse uno en la realeza de un Luis XVI torpe y patán, y el otro como campesino. Dirigida por Bud Yorkin y escrita al alimón entre Lawrence J. Cohen y Fred Freeman, son destacables la música de John Addsion y la fotografía de Jean Tournier. Además, cuenta con el cameo de lujo de Orson Welles que como en su falso documental Fraude (F for Fake) oficia de narrador de la historia, una trama rocambolesca y con altas dosis de absurdo.

De 1974, año de gran productividad para Gene Wilder, nos llega por último otra película de Mel Brooks disparatada que juega esta vez con el western; en Sillas de montar calientes (Blazing saddles) se nos hace una crítica al racismo imperante posibilitando en el punto de partida de la misma que los negros supuestamente esclavos sean más deudores del espíritu de Sinatra, que no de las convencionales canciones sureñas. Con música de John Morris y fotografía de Joseph Biroc, el film obtuvo nominaciones a mejor actriz de reparto (Madeline Kahn, de nuevo), montaje y canción, siendo igualmente nominado el guión en los BAFTA británicos. La historia la protagonizan Cleavon Little (Bart), sheriff negro que se enfrenta al avaricioso gobernador Lepetomane (Brooks) y su ayudante Hedley Lamarr (nadie ajeno consigue pronunciar su nombre bien a lo largo del metraje). Bart contará con la ayuda del otrora pistolero más rápido del Oeste, un borracho aficionado al ajedrez y que trasiega whisky de lo lindo. Escenas como la de ambos protagonistas queriendo obtener beneficios mientras se visten de miembros del ku-klux klan o el descacharrante final por el que el director de la película es saboteado mediante un gracioso guiño a las películas que usan el cine dentro del cine (Buster Keaton también pudiera ser referencia por más comercial que sea el producto del que hablamos) nos sitúan de nuevo ante el más exitoso humor norteamericano de la época. O al menos del que fue aclamado por el gran público en su tierra.