Gilda: Hayworth

Lo mejor, muchas veces, no llega desde lo extraordinario. ‘Gilda’, la pelícua de Charles Vidor, siendo un auténtico desastre argumental, ha mantenido su estatus de mito con el paso del tiempo. La película es deudora del trabajo que realizó Rita Hayworth en sus facetas de actriz, cantante y bailarina. Pero sería injusto decir que la película solo es ella (aunque lo parece).

28 ene 2017 / 12:01 h - Actualizado: 27 ene 2017 / 13:47 h.
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  • Gilda: Hayworth
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  • Gilda: Hayworth
  • Cartel de la película. / El Correo
    Cartel de la película. / El Correo

La trama de Gilda es un disparate. Parece que se escribiera a trancas y barrancas. Y parece que se escribiera a ocho, diez o quince manos. Los giros insólitos que se producen son dignos de estudio. Pero, sin embargo, la película funcionó siempre, funciona y seguirá haciéndolo mientras el cine siga siendo lo que es. Charles Vidor consiguió una película maravillosa (la única de toda su carrera) a pesar de manejar un guion inverosímil y a un grupo de actores que no eran nada del otro mundo. Excepto Rita Hayworth, claro.

Gilda es la película que incluye las conocidísimas escenas en las que Rita Hayworth canta y baila Amado mío y Put the Blame on Mame. Sensual, brutal. La escena en la que Glenn Ford abofetea a Rita Hayworth. Brutal, también. Gilda es ella, la película es ella, el personaje es ella.

Será difícil que nadie pueda hacer un trabajo fotográfico tan asombroso con una actriz similar al que logró Rudolph Maté. Una belleza tan excepcional resulta conmovedora y es, al mismo tiempo, arrasadora.

Glenn Ford sólo había interpretado algunos papeles sin importancia en películas bélicas y en algún que otro western. Aprovechó bien la ocasión. Los momentos en los que él aparece con importancia los resuelve bien. Hoy resultaría algo histriónico, pero para la época en que fue rodada la película su interpretación fue más que buena. George MacReady defendió su papel con dignidad y no tuvo la misma suerte que Ford.

Gilda es una película mítica más por el personaje y la actriz (al final terminaron siendo lo mismo y supuso una condena para la actriz difícil de soportar). Porque la trama no tiene ni pies ni cabeza. Johnny Farrel (Glenn Ford) llega a Buenos Aires. Allí conoce a Ballin Mundson (George MacReady). De forma insólita como todo lo que ocurre durante la película. Mundson dirige un casino ilegal en el que se realizan todo tipo de transacciones ilegales que no tienen nada que ver con el juego. El objetivo de Mundson es dominar el mundo. Este conoce a Gilda en uno de sus viajes. Es bailarina profesional. Se enamora locamente de ella. Y se casan. Da la casualidad de que Gilda es la antigua novia de Farrel. Esto lo arregla el guionista haciendo decir a Gilda que «el mundo es un pañuelo». El caso es que ella monta un numerito tras otro para tratar de llamar la atención del hombre que ama que no es otro que Farrel. Y, giro tras giro absurdo llegamos a un final muy esperado y sabido. Pero antes de esto podemos contemplar a Gilda, si lo prefieren a Rita Hayworth, bailando y cantando.

¿Por qué funciona la película? Además del personaje hay algunas cosas más. La interpretación de todos y la habilidad para captar el lenguaje corporal y gestual por parte del director son notables. Es más importante lo que vemos que lo que podemos escuchar, siempre dicen más los rostros que las palabras. Por fortuna, porque los diálogos no son brillantes en absoluto. También ayuda el montaje. Los cambios de ritmo que provocan el cambio de número de escenas por tramo hacen que el espectador pueda seguir con cierta comodidad una trama defectuosa.

En cualquier caso, es un privilegio ver esta película. Una y otra vez. Porque vemos a Gilda. Porque comprobamos que la perfección casi nunca está del lado de lo extraordinario. Una película mítica. Porque vemos a Rita Hayworth.

Rita Hayworth fue fotografiada esplédidamente en ‘Gilda’. / El Correo

Rita Hayworth y Steven Geray. / El Correo

Rita Hayworth es ‘Gilda’. Y ‘Gilda es Rita Hayworth. / El Correo