Hacerse (en) un sitio

La sala Murillo de la Fundación Cajasol en Sevilla inaugura la temporada expositiva en la ciudad con ‘Un Lugar en el mundo’, muestra colectiva que reúne un grupo de artistas andaluces nacidos en los años 80 en torno a la idea de hogar y refugio y que podrá disfrutarse hasta el 9 de Octubre.

17 sep 2016 / 12:10 h - Actualizado: 14 sep 2016 / 13:53 h.
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  • Fotografía de Sonia Espigares. / El Correo
    Fotografía de Sonia Espigares. / El Correo
  • Talgo de Fuentesal y Arenillas. / El Correo
    Talgo de Fuentesal y Arenillas. / El Correo
  • Cama, obra de Lola Guerrera. / El Correo
    Cama, obra de Lola Guerrera. / El Correo

Tras más de una mala experiencia con exposiciones veraniegas montadas al calor del turismo cultural por y para veraneantes extranjeros (donde el comisariado parece más una forma de salir del paso que una auténtica experiencia discursiva), resulta un pequeño placer que la nueva temporada expositiva se haya inaugurado en Sevilla con Un lugar en el mundo, muestra colectiva e interdisciplinar comisariada por Mariana Hormaechea para el espacio de la fundación Cajasol. La selección resulta ecléctica pero concisa, con un planteamiento preeminente que, sin resultar reduccionista ni evitar puntos de fuga, cuenta lo que quiere contar, y además lo hace con un puñado de buenos artistas.

Diez creadores, más o menos conocidos en el panorama andaluz pese a su juventud, se reúnen para plantear cuestiones sobre aquellos espacios que llamamos hogar, que nos permiten habitar el mundo desde la seguridad o descubrir la intimidad y el arraigo; el hogar como lugar en el que proyectar miedos o fantasías de salvación, el hogar como no lugar en tiempos de crisis... En su desarrollo la exposición permanece tan pendiente de cuestiones intimas y personales, de refugios entendidos como espacios de vivencias individuales en que desarrollarnos, en que crecer hacia la experiencia y salvaguardamos de un exterior amenazante o extenuante, como de aspectos sociales en los que, en un mundo en crisis y en un país especialmente afectado por la burbuja inmobiliaria, este espacio necesario deviene en objeto de lujo y nuestras necesidades de seguridad y recogimiento compite con otras generadas por la sociedad de consumo.

Un Lugar en el mundo también nos permite conjeturar si existe un hogar para el arte y los artistas (tan proclives, bien por inquietud personal o en la forzada búsqueda de mejores parajes, a ir de un sitio a otro, de proyecto a proyecto) y manifiesta como la experiencia creativa, afortunadamente, encuentra su hogar en cualquier parte. La serie fotográfica Talgo, de la dupla Fuentesal y Arenillas, da cuenta de esto y convierte el vagón de un tren en espacio cotidiano en el que la minimalista decoración se vuelve acogedora, logrando convertir un periodo de tránsito en un momento de inspiración y extraer incluso cualidades estéticas de un espacio que mayormente suele parecer anodino.

David Escalona trata algo parecido en la fotografía Duelo, perteneciente al proyecto autobiográfico El pan, relacionado con un accidente que el artista sufrió en el obrador familiar. La fotografía muestra un cuarto de baño, un pequeño oasis acogedor en el obrador, el único refugio cuando tu hogar es un espacio de trabajo.

A un hogar construido alude la obra de Lola Guerrera, que ya en sus primeros trabajos presentaba espacios domésticos alterados, en esta exposición nos muestra una instalación específica para el espacio construida de materiales orgánicos, flores y hojas secas, junto a una gran fotografía de sugerente atmósfera en la que vemos una cabaña fabricada con unas pocas ramas sobre su propia cama. La imagen trae a mi mente el final del film Melancolía De Lars Von Trier, aquella cabaña construida por el personaje de Krinsten Dunst como vuelta al útero materno ante la extinción del planeta, y que, de forma menos catastrofista, parece invocar la artista malagueña: la habitación, pulcra y blanca, queda transformada en un espacio natural de cobijo.

Un lugar similar al de esa cabaña parece buscar Beatriz Ross cuando se filma en una cueva natural. Su vídeo Miss Taken (touching heartself) la muestra en una sencilla pero intensa performance centrada en su cuerpo (el único verdadero hogar de todos nosotros). Arañando su piel con pequeños movimientos hace surgir un rubor y convierte ese leve gesto en un acontecimiento expositivo y comunicativo, que se siente cercano, sincero y hermosamente natural.

Lo natural también se hace presente en las fotografías de Sonia Espigares, una naturaleza inquietante, a veces amenazante, que rodea arquitecturas efímeras construidas para protegernos. Sonia suma a una innata capacidad de mirar a través del objetivo capas de narrativa que transportan el instante decisivo hacia el relato, sus instantáneas resultan muy naturales, pero se nos presentan como escenas aisladas, en las que siempre parece que algo ha ocurrido, está ocurriendo o está por ocurrir, aunque no sepamos muy bien qué.

Estas son solo algunas muestras del polisémico discurso que Un lugar en el mundo plantea sobre los espacios que entendemos como nuestros. David Escalona, Miguel Ángel Moreno Carretero, Cristina Mejías, Alba Moreno y Eva Grau, Mercedes Pimiento y Oscar Romero, completan un recorrido muy bien construido y, sobretodo, muy fácil de mirar y apreciar, una exposición tan cercana como los lugares que pretende retratar.