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Actualizado: 30 oct 2018 / 09:35 h.
  • ¡Hasta siempre, Mariella!
    Mariella Devia en un momento del concierto. / Fotografía de Javier del Real
  • ¡Hasta siempre, Mariella!
    La soprano Mariella Devia (izquierda) estuvo acompañada por otros solistas. / Fotografía de Javier del Real
  • ¡Hasta siempre, Mariella!
    Mariella Devia en el momento de despedirse al finalizar el concierto. / Fotografía de Javier del Real

A pesar del frío que llegaba amenazante, del cambio de hora, y de algunas nubes que parecían tener intención de descargar sin compasión, este pasado domingo 28 de octubre, en el ambiente se dejaba notar ese susurro que provoca la incomparable luz de Madrid en esta época del año, el susurro que anuncia que algo importante va a suceder, que nadie puede dejar de atender a eso que quedará en la memoria de las personas por siempre jamás. La importancia del arte llega desde ese territorio en el que se ataca a las consciencias, a las memorias, a la tranquilidad que no puede permitirse el conocimiento.

Mariella Devia se despedía del Teatro Real de Madrid. Se despedía dejando bien claro que no pensaba escatimar con los esfuerzos. Sin duda, a sus setenta años, elegir las escenas finales de Anna Bolena y María Stuarda del compositor de Bérgamo Gaetano Donizetti (1797-1848), es una decisión que asombra a los aficionados. Para muchas sopranos y en iguales condiciones esta elección no sería ni siquiera una posibilidad. Si la exigencia es alta, a los setenta años se multiplica.

Mariella Devia solventó el asunto con holgura, con elegancia, midiendo fuerzas con exactitud y manejando un nivel técnico envidiable. La cantante siempre progresó afianzando ese nivel técnico y ha logrado, así, convertirse en un icono del belcanto actual.

La noche fue mágica. La predisposición del público era excepcional. Y la señora Devia se encargo de aprovechar todos los elementos controlando sus agudos de forma absoluta, su coloratura; se encargó de hacer realidad lo que todo el público estaba deseando. Parece mentira que el fiato de la soprano siga permitiendo a Mariella Devia cantar como lo podría hacer una joven cantante.

El Coro y la Orquesta Titulares del Teatro Real, más que correctos. José Miguel Pérez-Sierra, director musical, sabe leer muy bien la música de Donizetti y logra un resultado estupendo.

Acompañaron a la a la señora Devia el bajo Javier Franco, los tenores Alejandro del Cerro y Emmanuel Faraldo, la mezzosoprano Sandra Ferrández y el barítono Gerardo Bullón; todos estuvieron a un nivel más que aceptable.

El público despidió a la cantante con una larguísima ovación (no medí la duración aunque debió rondar los siete u ocho minutos). El cariño del público madrileño fue desbordante aunque no fue suficiente para arrancar un bis a Mariella Devia que supo medir incluso eso.

Tan dolorosa por la ausencia que deja como magnífica despedida de una voz que ha entregado noches inolvidables en teatros de todo el mundo.

¡Hasta siempre, Mariella!