«Hay conservatorios que obvian la enseñanza del piano actual»

El pianista Alberto Rosado es pionero en España en la enseñanza del repertorio actual dentro de las aulas. La próxima semana presentará en Sevilla su proyecto ‘e-piano’, con siete partituras de nueva creación que combinan piano, electrónica y vídeo

15 mar 2018 / 16:06 h - Actualizado: 16 mar 2018 / 20:55 h.
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  • El pianista Alberto Rosado.
    El pianista Alberto Rosado.

Entre muchos otros, ha grabado a Ligeti, Halffter y López López y ha defendido la música de Messiaen, Hosokawa y Cage. Alberto Rosado (Salamanca, 1970) es un pianista de referencia en el ámbito de la música contemporánea. El próximo miércoles, día 21, presentará en el Teatro Central su proyecto e_piano (Ibs Classical), en el que interpreta obras de siete compositores actuales españoles e iberoamericanos que suman electrónica y audiovisuales.

–Da la sensación de que es un espectáculo muy cerrado, en el que ni entran ni salen piezas más allá de las que ya ha llevado al disco.

–Así es. Las obras se interpretan encadenadas, sin pausas, porque así se genera una potente sensación de unidad; es un espectáculo audiovisual, como una pequeña ópera del siglo XXI en la que solo falta la voz. Son siete actos (las siete obras de Edler-Copes, Fuentes, Navarro, Estrada, Humet, Paredes y Morales Ossio) que generan un flujo musical muy intenso. Es la segunda vez que presento el concierto de este modo, antes las piezas las he ido estrenando por separado. Hay una más, Lo fijo y lo volátil, de José Manuel López López, que se ha quedado fuera porque ya la he tocado en muchos sitios.

–En la escucha del disco [disponible también en Spotify] se aprecia una estética común de escritura muy virtuosa y pianística...

–Tiene razón en que no hay piezas muy escoradas hacia el silencio o el ruido. Pero la exploración tímbrica que suponía hibridar el piano con la electrónica ya me parecía muy potente. Hay dos obras, la Iñaki Estrada y la de Jesús Navarro que sí que indagan en otras posibilidades, obligándome incluso a cerrar la tapa del piano y trabajar en su interior. Pero sí que predomina el piano de teclas sobre el más puramente experimental.

–¿Qué dificultades le plantea esta inmersión en 70 minutos de música radicalmente actual?

–Todas las que pueda imaginar y más. La obra de Ramón Humet podría ser asequible para alguien que esté estudiando piano, igual que la de Navarro. Pero el resto son incluso difícilmente abordables por un músico profesional, son de una exigencia virtuosística enorme. Si a esto se le añade que la electrónica la controlo yo con una pedalera, el asunto es como un triple salto mortal. Hay algunas piezas que ya trabajo con mis alumnos de grado superior.

–A propósito, usted también ejerce la docencia. ¿Cómo percibe el encuentro del estudiante con la obra contemporánea?

–En algunos hay rechazo por dificultad o incomprensión estética, pero una vez que se ven obligados a estudiarla la mayoría disfruta muchísimo porque las obras que propongo son realmente muy buenas y el alumno acaba sucumbiendo ante las obras de arte de su tiempo.

–De todas formas esto es una voluntad suya. En las aulas de los conservatorios la música de hoy sigue tristemente muy ausente...

–El de Salamanca fue el primer conservatorio en aplicar la Logse en el año 2000. Y en este plan hay una asignatura que se llama Repertorio solista contemporánea que es obligatoria. Sin embargo, muchos centros siguen saltándose esta asignatura e incluso algunos profesores la usan para seguir haciendo repertorio romántico, como si nada. En Salamanca, Musikene (San Sebastián), Zaragoza y Madrid sí que se imparte. Aunque todos los conservatorios deberían hacerlo y me parece increíble que no se imparta en muchos. En mi caso empecé incluso antes, alrededor del año 1998, con talleres y cursos de interpretación de música contemporánea.

–¿Es rotundamente inviable para un pianista vivir en España del repertorio de su tiempo?

–En este país dedicarse a tocar un instrumento sin enseñar ya es prácticamente inviable. Es muy difícil. Ahora mismo lo están haciendo artistas como Iván Martín o Javier Perianes con el gran repertorio. En el terreno de la contemporánea es impensable.

–Reflexionando sobre su trayectoria, se diría que musicalmente se siente más cercano al virtuosismo y la complejidad técnica que a otras estéticas más reposadas o indagatorias.

–Bueno, también he tocado a Morton Feldman y a Helmut Lachenmann. Yo diría que la vida me ha llevado hacia ciertos creadores. Hay compositores formidables como José Luis de Delás y José María Sánchez-Verdú que se mueven en otros parámetros estéticos y a los que les cuesta mucho acercarse al piano porque lo ven como un instrumento con mucho peso de la tradición. Otros, como Iannis Xenakis, que hizo obras formidables para orquesta y cuarteto de cuerdas, escuchas lo que pensó para el piano y no es tan soberbio.

–Usted estrenó y grabó –en el sello Kairos– el Concierto para piano de López López, que supuso una inflexión importantísima en la carrera del compositor. ¿Qué hace de esta obra una composición soberbia?

–La estrené con la Orquesta de Bamberg en Canarias y luego la toqué con la RTVE en Madrid, también la he hecho en México. ¿Qué hace grande esta obra? Es el final de una exploración comenzada por el compositor desde el principio de su vida creativa; toda la cuestión espectral, que tiene un punto fuerte en el piano. Pero en el Concierto empezó a trabajar con la parte más granulada del espectro armónico, explorando esas micropulsaciones en la parte aguda del piano. Es una obra muy potente, estupenda; y luego está el modo en que suena la orquesta, a veces parece música electrónica. López López pensó también hacer una reducción para piano y electrónica que yo le pedí. La alumbró, pero no terminó de funcionar. Entonces hizo otra, que es solo la parte del piano del Concierto, se titula Un instante anterior al tiempo.

–¿Qué proyectos tiene?

–Voy a grabar con el violinista Alejandro Bustamante un disco con piezas de Hèctor Parra, Víctor Ibarra, Agustín Charles y con la Sonata de López López. Y también voy a ponerme pronto con la segunda parte de e-piano con partituras de Marco Stroppa y Pierre Jodlowski, entre otros.