Hedwig Eva María Kiesler, conocida mundialmente por su nombre artístico, Hedy Lamarr, desarrolló su carrera artística con gran éxito y, al mismo tiempo fue capaz de inventar junto con el compositor George Antheil un sistema de detección de los torpedos teledirigidos. Su idea sería el embrión de la tecnología empleada en las comunicaciones inalámbricas de los teléfonos móviles, los sistemas GPS, bluetooth y wifi. El nombre de Hedy Lamarr sirve para reivindicar el papel de la mujer en la historia.
Parece que en los colegios se va imponiendo, poco a poco, la idea de que las mujeres hemos tenido un papel en la historia. Permitid que me explique antes de que os tiréis a mi cuello. Hace poco llegó al colegio de mis hijas una propuesta de la Universidad para que los niños y niñas hicieran trabajos sobre mujeres científicas. Aunque finalmente el colegio no fue elegido para participar, los niños cumplieron con su misión. La mayor parte de los niños recurrieron a un mito y es que Marie Curie y sus dos premios Nobel son difíciles de superar. Sin embargo, otros decidieron buscar un poco más y encontraron mujeres de las que también merece la pena hablar.
Entre esas mujeres científicas, una de mis hijas (gemelas) escogió a Ada Byron, hija de Lord Byron, matemática, escritora y creadora del primer algoritmo en ser procesado por una máquina, Ada fue una precursora en la creación de los ordenadores. La otra eligió a la actriz de la que os vengo a hablar hoy. ¿Una actriz? Sí, la actriz e inventora, que en su día fue considerada «la mujer más bella del mundo». Algunos ya sabréis que hablo de Hedy Lamarr.
Hedy que en realidad se llamaba Hedwig Eva María Kiesler (un nombre muy poco cinematográfico, para que engañarnos), nació en Viena cuando todavía formaba parte del Imperio austrohúngaro. Fue la única hija de un matrimonio burgués y adinerado de judíos no practicantes (él banquero y ella pianista) y desde su infancia fue considerada como una superdotada. Con dieciséis años comenzó la carrera de ingeniería, pero la abandonó para dedicarse al mundo del espectáculo. Quería ser actriz y comenzó en el teatro berlinés como alumna de Max Reinhardt.
Filmó varias películas en su época europea, aunque lo que más se recuerda es que protagonizó el primer desnudo y el primer orgasmo cinematográfico femenino (fuera de una película pornográfica). Fue en la película «Éxtasis» estrenada en 1933. Gustó y causó escándalo. Tal vez el problema es que gustó demasiado porque un empresario muy poderoso: Friedrich Mandl, proveedor de municiones y armas para el ejército alemán e italiano (y curiosamente también de origen judío) centró toda su atención en ella, de una manera enfermiza y obsesiva. Friedrich consiguió obligar de alguna manera a la actriz a comprometerse y casarse con él. Según Hedy fueron los peores años de su vida. Era extraordinariamente celoso e intentó hacerse con todas las copias existentes de «Éxtasis» para que nadie pudiera verla desnuda (afortunadamente no lo logró y en youtube podéis ver las escenas). La obligaba a acompañarlo en sus viajes, cenas de negocios y cuando no podía, la encerraba en casa sometida a un estricto control. Llegaba a tal punto que sólo podía bañarse o desnudarse cuando él estaba presente. Por supuesto tuvo que abandonar el cine, ¿no pensaríais otra cosa?
Hedy aprovechó ese tiempo para continuar sus estudios de ingeniería y obtener información sobre la tecnología armamentística que empleaba su esposo, sus clientes y proveedores. Estos conocimientos serían cruciales años después y los cedería gratuitamente al ejército de los Estados Unidos. Sin embargo hasta 1937 nada de esto sucedería, pues Hedy era una prisionera ¿Cómo escapó? Trazando un plan brillante, digno del mejor guión de Hollywood. Según cuenta en sus memorias «Éxtasis y yo», contrató a una criada que se parecía a mucho a ella, le dio confianza y un día la sedó. Cogió la ropa de la chica y se hizo pasar por ella, huyendo a la estación de tren, desde donde llegó a Paris, siendo perseguida por los guardaespaldas de su marido. Otros dicen que en realidad mantuvo un romance con la sirvienta y que escapó en coche, pero la fuga parece aún más rebuscada. Creed lo que os apetezca.
De Paris partió hacia Londres y allí conoció a Louis B. Mayer (jefe de la Metro), empeñó todas sus joyas y lo siguió en su viaje de vuelta a Estados Unidos, consiguiendo, antes de terminar el crucero, un nuevo nombre y un contrato para siete películas. No está mal para ser una cara bonita ¿eh? Al ponerle el apellido Lamarr, el productor americanizaba su nombre y rendía homenaje a Barbara La Marr, estrella del cine mudo fallecida en 1926.
Hedy protagonizó muchas películas en Hollywood hasta 1958, siendo una de las actrices más famosas de la época. Muchos de vosotros recordaréis «Sansón y Dalila», con el inexpresivo Victor Mature en el papel del forzudo y nuestra Hedy interpretando a la pérfida Dalila. También trabajó con actores tan conocidos como Charles Boyer, Clark Gable, Robert Taylor o Spencer Tracy. Aunque era una mujer muy inteligente, no era vidente y rechazó papeles como los protagonistas de «Luz de Gas» y «Casablanca» que habrían provocado su ascenso al Olimpo de los actores. También realizó las pruebas para «Lo que el viento se llevó» aunque no la eligieron para ser Escarlata O’hara.
Abiertamente antinazi, Hedy se involucró personalmente en la lucha contra los alemanes durante la II Guerra Mundial. Por un lado, gracias a su faceta como actriz logró vender en una sola noche siete millones de dólares en bonos de Guerra, a razón de 25.000 dólares por beso. Imaginaos la de besos que tuvo que dar esa noche. Por otro, había ideado junto con el compositor George Antheil un sistema de detección de los torpedos teledirigidos. Registraron la patente en 1942 y la ofrecieron gratis al Ejército de los Estados Unidos. La idea consistía en usar un rollo de papel perforada creando una frecuencia que variase entre 88 valores, como las 88 teclas de un piano. La secuencia solo la conocería quien tuviera la clave (la melodía) y así aseguraban el blindaje de la comunicación y del torpedo.
Los aliados no la utilizaron durante la Segunda Guerra por miedo a que fuera detectada por el enemigo. La mantuvieron en secreto hasta la crisis de Cuba. Después se empleó el sistema del espectro expandido (así se llama el sistema) como base para el desarrollo de las técnicas de defensa antimisiles. Su idea termino por ser la base de la tecnología empleada en las comunicaciones inalámbricas de los teléfonos móviles, los sistemas GPS, bluetooth y wifi.
En 1958 Hedy abandonó su carrera cinematográfica, pero no su carrera como inventora. Creó un sistema para hacer liftings, collares fluorescentes para perros, un nuevo tipo de semáforo, dispensadores de pañuelos o una tableta de refresco de cola. Por otro lado siguió una vida muy hollywoodiense, con cinco matrimonios más, tres hijos y lanzando frases envenenadas y certeras. Lamentablemente con el tiempo saltó a la prensa por algún incidente relacionado con pequeños robos en tiendas y según se eclipsó su belleza también lo hizo su fama.
El año 2000, falleció en Florida a los ochenta y cinco años y sus cenizas fueron llevadas a Viena por sus hijos. En la actualidad parte de ellas se encuentran en el cementerio central de la capital, mientras que otra fue repartida por lugares de la ciudad que Hedy nunca dejo de amar.
El día 9 de noviembre se celebra el día de los inventores en honor de esta mujer cuya inteligencia y hermosura iban a la par. Su hijo John Loder (fruto de su tercer matrimonio) comenta que su abuela solía decir a Hedy cuando era pequeña: «tendrías que haber nacido chico». Un hombre guapo podría haber sido considerado inventor, actor y lo que le viniera en gana, pero una mujer en idénticas condiciones no tenía (¿ni tiene?) la misma consideración hasta después de su muerte. Los prejuicios nos arrastran a todos, pero es esperanzador que nombres como el de Hedy Lamarr vaya abriéndose camino en los colegios, que todos sepan quién fue, qué hizo y que descubran que más allá de Marie Curie también hay ciencia.
Hedy Lamarr fue actriz e inventora. Considerada como «súper dotada» desde niña logró una carrera interpretativa extraordinaria e inventar la base de la tecnología empleada en las comunicaciones inalámbricas de los teléfonos móviles, los sistemas GPS, bluetooth y wifi.
Hedy Lamarr fue conocida como actriz aunque era, además, inventora. / El Correo
Hedy Lamarr fue considerada la mujer más guapa del mundo. / El Correo
Hedy Lamarr fue de las pocas mujeres que pudo ejercer de actriz y de inventora al mismo tiempo. / El Correo