Josep Gironès: El ídolo que se esfumó

Josep Gironès fue un ídolo para muchos aficionados al boxeo durante los años veinte y principio de los treinta del siglo pasado. Disputó ciento siete combates de los que ganó noventa y siete (cincuenta y nueve por la vía rápida), firmó dos nulos y perdió seis. Solo una de esas derrotas fue por KO. Pero fue definitiva.

14 mar 2017 / 15:00 h - Actualizado: 12 mar 2017 / 23:39 h.
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  • A los combates en la Barcelona de los años 20 y 30 asistían miles de personas. / El Correo
    A los combates en la Barcelona de los años 20 y 30 asistían miles de personas. / El Correo
  • Gironés fue un boxeador excelente que se dejó difuminar por la realidad después de su primera derrota por KO. / El Correo
    Gironés fue un boxeador excelente que se dejó difuminar por la realidad después de su primera derrota por KO. / El Correo
  • El combate que enfrentó a Brown y Gironés, fue un gran acontecimiento. / El Correo
    El combate que enfrentó a Brown y Gironés, fue un gran acontecimiento. / El Correo
  • Placa colocada en la casa que vivió Gironès en Barcelona. / El Correo
    Placa colocada en la casa que vivió Gironès en Barcelona. / El Correo

El documental 138 segundos cuenta quién fue Josep Gironès, qué tipo de boxeador y cómo, tras la Guerra Civil española, estuvo recluido en un campo de concentración para viajar, posteriormente, hasta México como exiliado. Allí moriría el 8 de febrero de 1982. Cuenta, por tanto, buena parte de la historia de unos de los mejores boxeadores que ha dado este deporte en España y del que casi nadie se acuerda.

Gironès fue un ídolo. Los recintos en los que disputaba sus combates se llenaban hasta la bandera, parecía invencible. Pero le derrotaron. De un solo golpe. En 138 segundos el mito se vino abajo. Primer asalto, un gancho al hígado y a la lona. Nadie podía creer que eso pudiera suceder. Y Gironès cumplió con lo que ya había dicho: si perdía por ko no volvería a pelear.

Cuando llegó a México, ya no hablaba con alegría y evitaba ser reconocido por los compatriotas que se encontraban en la misma situación que él. El boxeo había quedado en Europa junto al resto de las ilusiones. Gironès había dejado, además, mujer y una hija con las que tuvo contacto a través de cartas escuetas y poco más. Fue como si nunca hubiera sido boxeador. Él mató al púgil.

Dos días antes de que las tropas de Franco entraran en Barcelona, Josep escapó de Barcelona. Se le acusó de participar en los interrogatorios de la checa de la calle San Elías. Más tarde, se descubrió que existió otro Gironès y es posible que se confundiera con él. De hecho, la hija de este otro Gironès, deja constancia del carácter violento y poco amistoso de su padre. El caso es que huyó, algo que no hizo su compañero Carles Flix, que en las mismas circunstancias fue detenido y fusilado de forma casi inmediata. Flix pensaba que no había hecho nada malo y mucho menos algo por lo que pudieran asesinarle. Pero no fue la guerra lo que acabó con la carrera de Gironès. Fue el único ko que sufrió lo que le bajó del ring para siempre.

El crack de Gràcia, que era como se le conocía, sabía dónde estaba el final del camino. Freedy Miller; el campeón del momento, un norteamericano zurdo de origen irlandés; le dejó esperando sobre el ring durante cinco minutos antes de comenzar el combate. Perdió tiempo en el vestuario mientras calentaba y dejó que Gironès se enfriará esperando a que él saliera. En algo más de dos minutos le tenía de rodillas sobre la lona, sin poder levantarse. Fue en la Monumental de Barcelona. Fue el 12 de febrero de 1935.

Su vida en México fue tranquila. Trabajó y jamás dedicó un minuto al boxeo.

El documental 138 segundos indaga sobre lo que fueron los últimos años de Gironès es España, sobre su vida en el exilio, sobre su relación con la familia, sobre su soledad al morir. Explica a Gironès como el gran púgil que fue, recoge testimonios de expertos en boxeo, amigos y familiares (su nieto llega a afirmar en un momento del documental que le parece que su abuelo fue un fracasado). Técnicamente, la película no es gran cosa, pero con el poco material que queda de la época logran un producto muy entretenido que nos lleva hasta lugares y situaciones curiosas, entrañables y sorprendentes.

138 segundos son setenta minutos de pasión por el boxeo, de recuerdos dolorosos, de equívocos, de una vida que pasó de ser un sueño a un descenso lento y silencioso hacia el olvido. Una de las últimas imágenes del documental nos muestra la tumba de Gironès que no en más que un rectángulo de tierra sin lápida o placa alguna. Olvido absoluto.

Los amantes del boxeo disfrutarán de este documental. Las imágenes son pocas aunque el material fotográfico sí ilustra la época en la que Barcelona era el centro del boxeo europeo, la época en la que los púgiles eran tan importantes como los mejores futbolistas o ciclistas.

Cientos de uppercuts y ganchos durante los setenta minutos de duración que nos alcanzan en el centro de la consciencia.