Seguramente no sea este el mejor disco de la historia aunque sí el que incluye el tema más versionado; seguramente no sea el mejor, pero sí el que mejor recuerdan los aficionados y con el que más personas han descubierto el jazz antes de rendirse ante este tipo de música.
El camino
Kind of Blue es algo así como El Quijote en literatura. Si Cervantes construyó la voz narrativa más moderna de todos los tiempos (sigue siéndolo), este sexteto dirigido por Miles Davis, construyó lo que resultó ser el icono de la modernidad musical. Y no solo de la música jazz. Kind of Blue ha influido en cientos de músicos y bandas desde que se grabó.
Las características del álbum son sorprendentes para el que no conoce el disco. Podríamos hablar de complejidades técnicas extraordinarias, de impactos violentos en el oído del que escucha, de una enorme revolución en las formas y en el fondo. Sin embargo, no se puede decir nada de eso o, al menos, habría que matizar cada aspecto. Porque Kind of Blue es sencillez en la forma y complejidad en el fondo; es evocador desde una sutileza deliciosa; en hondo hasta límites inesperados aunque accesibles para cualquier aficionado; es la vivienda deseada por cualquier amante del jazz.
Tanto es así que es uno de los discos más vendidos de la historia y mantiene un nivel de presencia muy estable desde 1959 hasta hoy. Eso no puede ser casualidad.
Antes de lo que hizo Davis con su quinteto, solo encontramos tres casos similares: los Hot Fives de Armstrong, el Quinteto del Hot Club de Francia de Django Reinhardt y los quintetos de Parker. Y pocas veces fue tan escuchado un disco o utilizado por otros artistas como fuente de inspiración.
Se mezclaban en este quinteto dos formas distintas de entender la música. Si Davis y Evans tendían a la sencillez, al minimalismo; el resto procuraba no renunciar a la casi extravagancia o a lo voluble. Aunque la personalidad de Miles Davis se dejó notar con rapidez. Él era un músico instalado en un registro medio con su trompeta, que conocía sus limitaciones técnicas y que, por otro lado, no paraba de buscar lo nuevo, lo necesario para expresar.
Antes de Kind of Blue, los acordes seguían ordenando los solos y eso hacía que su extensión fuera reducida. A partir de Kind of Blue, el jazz comienza a ser más lento, los fraseos se alargan hasta que el músico dice eso que quiere expresar. Imaginen un relato literario en el que se narra una historia. Pasan cosas y más cosas, pero llega un momento en el que el personaje principal necesita decir algo sin el filtro de la voz narrativa; lo necesita porque, de otra forma, no servirá de gran cosa todo lo anterior. Si lo dice será en forma de monólogo o utilizando recursos como el epistolar. Pues bien, el músico ya podía hacer eso con sus solos al tener todo el tiempo necesario y la libertad total para hacerlo. De alguna forma, la pieza interpretada pasa a ser el solo que se construye al margen de las imposiciones de las estructuras que antes ordenaban la música jazz (32 o 12 compases).
Si hablamos de Kind of Blue lo hacemos de la unión de dos músicos: Miles Davis y Bill Evans, dos genios que se complementaban perfectamente. Evans tenía una preparación técnica exquisita que le faltaba, en algunos aspectos, a Miles. Evans era reservado; Miles rebosaba fortaleza y seguridad.
Aunque con las lógicas diferencias, los dos instrumentistas eran parecidos en aspectos fundamentales. Estaban influenciados por los maestros de música clásica. En concreto, Rachmaninov era un referente para ambos. Y, también, coincidían en una búsqueda casi obsesiva por una música en la que se sugería más que se enseñaba, una música sencilla que buscaba más los sentidos y la inmediatez para que dejara un poso más duradero. Nada de complejidades que envolvieran el vacío o la estética y nada más. Evans, por ejemplo, escapando de la nota tónica al acomodar los acordes lograba una apertura absoluta para alcanzar las armonías con flexibilidad. De Miles ya hemos hablado en las dos entregas anteriores de esta Historia del Jazz con cierta profundidad y sería repetir lo mismo.
La Grabación
Los músicos que contrató Davis cobrarían 48$ por sesión de grabación de 3 horas.
Todos los temas eran del propio Miles Davis aunque nunca quedó claro si esto era así o alguna partitura había sido compuesta en compañía de Evans o por el propio pianista. Lo cierto es que Bill Evans no soportaba hablar de este asunto y defendió siempre que alguna canción era suya. Y hay que decir que esta fue la última vez que trompetista y pianista grabaron juntos.
Las órdenes de Miles fueron llegando sobre la marcha. En cada toma iba indicando qué hacer a los músicos. Esto desbarata la teoría que dice que el disco se grabó en una sola toma.
Como anécdota cabe decir que la cinta que se utilizó para grabar Kind of Blue fue una Scotch de acetato que ha resistido bien el tiempo y nos permite acceder al master original. Se utilizaron 7 micrófonos conectados al master de tres pistas que se utilizaba para grabaciones monoaurales y estéreos. Y se añadió algo de eco al propio sonido que se producía en aquella antigua iglesia. Esto de añadir efectos era escandaloso para algunos en aquella época. Estos creían que la reverberación del estudio debía ser lo único que se tuviera que corregir o controlar.
Según cuenta Ashley Kahn en su libro sobre Kind of Blue «para la primera sesión, se emparejaron los instrumentos cuyos registros fueran compatibles: el saxo tenor y el piano en la pista izquierda, trompeta y contrabajo en la central, y saxo alto y batería en la derecha. Tal y como era costumbre en las grabaciones de Miles de finales de los cincuenta, a él se le daba la posición estelar en la pista central» .
Tema a temaFREDDIE FREELOADER
Es el segundo tema del disco aunque fue el primero en grabarse. Al piano Wynton Kelly, dejando un sonido limpio, en la única pieza que interpretaría. Blues que escapa de la melancolía profunda. El solo de Davis es uno de los mejores jamás conseguido. El acompañamiento de Chambers perfecto y los saxos acompasados. Se intentaron insertos aunque Davis los desecho para quedarse con la toma original completa.
SO WHAT
Es el tema más conocido del álbum. Se mezclan ritmos del folk americano y del gospel; los sonidos de la música clásica se dejan entrever a lo largo de toda la pieza.
Comienza con un tiempo más laxo que el principal. Cada nota parece quedar suspendida en el aire. La influencia del arreglista Gil Evans es evidente y suena mucho a él.
A pesa de ser un tema que salta hacia la modernidad, el patrón llamada-respuesta está presente y se hace evidente.
Miles Davis entra y sale en los tiempos con algún desfase que recuerda a eso que hacía Lady Day. El carácter vocal del tema le convierte en algo nunca oído, en algo sorprendente. Es el paradigma de la nueva música.
BLUE IN GREEN
Secuencia circular de acordes sobre la que reposan los solos de cada músico. Lo hacen con una cadencia pausada, tranquila y refinadamente elegante.
Se tiende al minimalismo puro. Y los solos aparecen en un orden extraño: trompeta, piano, saxo tenor, piano y trompeta. Todo es circular.
FLAMENCO SKETCHES
Jazz modal por completo. Y, posiblemente, el tema que más ataca los sentidos y lo más inmediato. Las influencias musicales que se suman son numerosas y, por ello, el efecto se multiplica.
En este tema Evans y Chambers son los conductores en cada transición que se produce. La suavidad con la que se realizan es magistral.
ALL BLUES
Jimmy Heath dijo que el riff de Chambers que se escucha es un viejo lick del blues tradicional. El clima que se crea es intenso y es un magnífico cierre.
Kind of Blue es una joya inolvidable del jazz.
Jazz: Armonía, acordes, improvisación...
La música jazz es difícil de definir. Sin embargo, hay una característica que se presenta como constante en cualquier época, en cualquier estilo de jazz: la improvisación. Generalmente, son las melodías procedentes del blues o las que llegan de estándares las que se utilizan para inventar y colocar notas donde alguna vez no cupieron, para inventar música y más música. Sin ataduras, sin puertas insalvables.
Tal y como dice Ashley Kahn en el libro Miles Davis y Kind of Blue: «Una melodía es básicamente una sucesión de notas, y cada una de ellas es la raíz de un acorde correspondiente; la línea melódica se mueve (en jerga de jazz, swinga) horizontalmente a través del tiempo. A este movimiento se le conoce como progresiones de acordes».
Pues bien, si un músico no conoce las notas de la armonía no puede tocar y menos improvisar.
Parker y Gillespie complicaron mucho las cosas. Introdujeron notas cortas en las estructuras de acordes que, si bien convertían la improvisación en algo mucho más llamativo, nervioso o transgresor, dificultaban que los músicos que no conocieran la estructura armónica pudieran hacer esa música.
Sin embargo, tras el alboroto del bebop, los músicos sentían que las progresiones de acordes ya conocidas, limitaban mucho su expresividad. Llegó el momento de buscar alternativas, de experimentar. Y en eso Miles Davis era el primero en apuntarse. Junto al pianista Bill Evans, marcaron el camino de un tipo de jazz distinto que les permitiría contar todo aquello que necesitaban decir: el jazz modal.
No era nuevo, pero no se había impuesto en ningún momento de forma clara. Ellintong ya lo había utilizado en temas importantes como, por ejemplo, Caravan (12 compases sobre un solo acorde antes de llegar a Fa Menor).
En el jazz modal o de escalas, la nota central es tónica. En la música clásica ya se utilizaba con frecuencia y permitía a los jazzmen, al tocar sobre una escala, manejarse con mayor libertad. Antes, basando su música en acordes, al llegar el compás 32 todo se repetía y el callejón no tenía salida expresiva.