Esta es la segunda entrega que hace Molly Knox Ostertag de una trama que tiene por protagonista a Aster –un niño brujo que pertenece a una familia en la que esa brujería es cosa de mujeres o eso, al menos, parecía un poco antes- a su amiga Charlie, a la extraña y oscura Ariel y a la abuela de Aster.
La novela gráfica es continuación de El niño brujo en todos los sentidos. Argumentalmente y en calidades narrativas y artísticas. El trazo de Molly Knox Ostertag es claro, preciso y agradable. El color convierte cada página en una especie de refugio para el lector que busca en este cómic diversión, entretenimiento y valores que le hacen ser merecedor de atención.
La amistad, la integración, la perseverancia, la mirada clara y la bondad como valor que ordena todos los demás, es sobre lo que se sustenta la narración y sobre lo que crecen los personajes.
La historia que cuenta la autora no carece de gran interés y los chicos y chicas de 8 o 9 años disfrutarán mucho con ella. Aster se enfrenta a una prueba definitiva en su vida y en su condición de brujo. Charlie vuelve a meterse en líos sin quererlo. Y Ariel llega al instituto con el paso cambiado aunque la magia blanca puede siempre con la más oscura. La luz se enfrenta a las sombras que siempre acechan.
Destaca en este cómic el uso que la autora hace de las páginas. Con una estructura irregular, Molly Knox Ostertag busca el sentido y la continuidad narrativa eliminando los márgenes o exagerándolos como por ejemplo para destacar la oscuridad de la noche o de la trama. Y destaca una edición cuidadísima de HarperKids que sigue acertando con cada título que vamos conociendo.
Buen libro que hará disfrutar a los jóvenes lectores.
Calificación: Muy bueno.
Tipo de lectura: Muy fácil, amena y, por momentos, inquietante.
Tipo de lector: A partir de 8 años.
Personajes: Redondos, muy bien perfilados.
Argumento: El mal no tiene sitio en este mundo. Siempre vence la bondad.
¿Dónde puede leerse?: Por las noches, en la cama.