La cabalgata

09 jun 2018 / 08:45 h - Actualizado: 29 may 2018 / 23:18 h.
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  • Portada de ‘La cabalgata’. / El Correo
    Portada de ‘La cabalgata’. / El Correo
  • Iván Reguera. / Fotografía: http://ivanreguera.blogspot.com.es
    Iván Reguera. / Fotografía: http://ivanreguera.blogspot.com.es

En esta segunda novela de Iván Reguera se pretende, si es que no se ha hecho o se hace ya en este terrible día de la Marmota en que vivimos, hacer cómplice al lector de la sempiterna y hastiada lucha entre nacionalistas y no nacionalistas

Reguera recurre al pasado de un chico, Juan, que vivió gran parte de los asesinatos de ETA en Euzkadi, por el que si no tienes cuadrilla o al menos un amigo, no eres nadie ni nada.

Con la premisa de novela de iniciación, he encontrado similitudes con «La senda del perdedor» de Bukowski en tanto en cuanto el protagonista, que crece en una familia cuyo padre alcoholizado pro-PNV y abuelo que cubre económicamente desde a su familia hasta sus salidas intempestivas por las tabernas se llevan a matar; vemos igualmente cómo a Juan le caen bofetadas sólo por tratar de sobrevivir de ambos lados, resistiéndose la realidad a todo tipo de análisis que no provenga del odio, cuando en este aparente nihilismo que no es tal, parece estar la solución sin preguntas a un microcosmos que desecha al diferente desde hace ya demasiado tiempo.

Juan, que empieza la novela contándonos cómo se resiste a repetir curso en su ikastola, es de todo menos vulgar, un artista del dibujo que quiere entender su futuro también desde la pintura, la literatura y la música; para ello se servirá de dos aliados o personajes trágicos e irónicamente desencantados. Uno de ellos, Gonzalo podría responder a ese tipo de amistad profunda que sólo se vive una vez en la vida y que tendrá un precioso y noble recorrido epistolar acompañado de sugerencias sobre pop, rock o jazz a distancia, incluyendo igualmente para ambos la visita presencial al Museo de Bellas Artes de Bilbao, donde ante los artistas del terruño se sienten agobiados, y no tanto o menos con el retrato de Unamuno que Joaquín Sorolla brindó al catedrático de la Generación del 98. El otro, cuando aparece ya está prácticamente en las últimas, siendo un regalo familiar, que le cambia la vida en forma de maleta llena de libros, el que le consigue demostrar clarividentemente cómo los dibujos de ese festival de carrozas que le permitirá, a ojos de los claretianos, pasar de curso, son algo más que mera ilustración de mitos vascos impuestos.

Existe una autenticidad supletoria de la que se va haciendo garante Juan y el mundo del autor, una autenticidad que le pertenece sólo a él, y de la que quiere dejar constancia en los demás y sobre todo en un lector que, si busca emoción en un relato, no duden, la encontrará.

Se agradece la propuesta de una obra más corta que «Liquidación», pero también más asentada en la madurez de un autor al que según actuemos, conviene tener cerca o lejos.

Calificación: Muy buena.

Tipo de lector: Actual.

Tipo de lectura: Ideal para desubicados del mundo, es decir, gran parte de la población en estos momentos.

Argumento: Arte y supervivencia en el Euzkadi de los 80.

Personajes: Lo mejor.

¿Dónde leerla?: En un banco de un parque procurando el efecto contagio.

Arte y supervivencia en el Euzkadi de los 80, este relato de Iván Reguera nos arrastra hasta un universo en el que encontramos emoción sin filtros