La esencia intacta

Ópera en versión concierto. ‘I due Foscari’ de Giuseppe Verdi. Plácido Domingo sin escatimar un solo esfuerzo. Michael Fabiano, un tenor exquisito; Angela Meade, una soprano de voz fina y solvente; y Roberto Tagliavini, interpretando con robustez vocal. La Orquesta Titular del Teatro Real dirigida por Pablo Heras-Casado. ¿Se puede pedir más?

23 jul 2016 / 12:59 h - Actualizado: 20 jul 2016 / 12:24 h.
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  • Angela Meade (Lucrezia Contarini), Plácido Domingo (Francesco Foscari) y Michael Fabiano (Jacopo Foscari). / Javier del Real
    Angela Meade (Lucrezia Contarini), Plácido Domingo (Francesco Foscari) y Michael Fabiano (Jacopo Foscari). / Javier del Real
  • Plácido Domingo (Francesco Foscari) y Roberto Tagliavini (Jacopo Loredano). / Javier del Real
    Plácido Domingo (Francesco Foscari) y Roberto Tagliavini (Jacopo Loredano). / Javier del Real
  • Plácido Domingo (Francesco Foscari) y Michael Fabiano (Jacopo Foscari). / Javier del Real
    Plácido Domingo (Francesco Foscari) y Michael Fabiano (Jacopo Foscari). / Javier del Real
  • Angela Meade (Lucrezia Contarini) y Plácido Domingo (Francesco Foscari). / Javier del Real
    Angela Meade (Lucrezia Contarini) y Plácido Domingo (Francesco Foscari). / Javier del Real

Las óperas que se interpretan en formato concierto tienen un encanto especial. Es verdad que no hay decorados, que los cantantes visten elegantes aunque sin utilizar el vestuario característico de una función teatral, que la orquesta comparte las tablas con ellos en lugar de estar en el foso; tan verdad como que aparecen matices en las interpretaciones más que atractivas, tan verdad como que la esencia de la obra queda intacta. No hay que olvidar que el compositor escribió la partitura, en primer lugar, para expresar desde la música, para contar una historia sin ingredientes que llegaban después en forma de decorados, luces o atrezzo.

Sobre el papel, la noche que tendríamos que vivir en el Teatro Real de Madrid escuchando I due Foscari de Giuseppe Verdi, con Plácido Domingo sobre el escenario y acompañado por cantantes de un excelente nivel, debería ser especialmente agradable. En la práctica, efectivamente, la noche resultó ser exquisita, emotiva e inolvidable.

I due Foscari es una ópera en la que Verdi ya dejaba dibujado el primer papel importante del padre con poder político. Un personaje íntegro que se encuentra solo ante la cruel realidad que le coloca en una encrucijada peligrosa. Se perfila como el embrión del que sería su Felipe II en Don Carlos. Pero, del mismo modo, Verdi ya iba construyendo estructuras vocales y musicales que crecerían más adelante. Por ejemplo, el dúo de Violetta y Germont de La Traviata llegó como progresión del que la soprano y el barítono interpretan en esta ópera. En I due Foscari, además, comprobamos cómo Verdi utilizó temas propios de los personajes. Cada personaje se presenta con uno de ellos. Precioso el solo de clarinete que se ordena alrededor del tema en modo menor que anuncia a Jacopo Foscari o el uso de instrumentos de arco para hacer lo propio con Lucrezia o el dux.

Esta ópera de Verdi transita por los territorios más oscuros y amargos del ser humano, explora los sentimientos más profundos que tienen que ver con la pérdida, con el fracaso y la soledad.

La Orquesta Titular del Teatro Real de Madrid, dirigida por Pablo Heras-Casado, sonó con solvencia. El director logró que los silencios se hicieran relevantes, que la fuerza interpretativa de los cantantes estuviera arropada desde el principio al final. Ímpetu y delicadeza buscando que la fuerza expresiva de la partitura quedase patente. Hay que señalar que la solista Pilar Constancio, con su flauta, estuvo especialmente bien.

Plácido Domingo, interpretando el papel Francesco Foscari, no escatimó esfuerzo alguno. Se entregó, desde el principio, en cuerpo y alma. Y así se lo reconoció el público de Madrid. Si bien es verdad que existe cierta tendencia al aplauso fácil con algunos cantantes, en este caso las ovaciones después de cada aria y la tan auténtica como larguísima al finalizar la obra, estaban más que justificadas.

Pero esta ópera no era Plácido Domingo y los demás. Ni mucho menos.

Michael Fabiano estuvo extraordinario. Con un color de voz aterciopelado y delicado, colocó los graves en lugares emocionantísimos y gestionó los agudos con fuerza, entroncando cada nota en un cuerpo vocal robusto y bien armado. Los aplausos para él fueron, también, agradecidos y verdaderos.

Roberto Tagliavini interpretó el papel Jacopo Loredano. Este bajo se mostró como un cantante técnicamente muy bien preparado, logrando imprimir el carácter dramático exacto para que todo fluyera sin complicaciones. Un buen cantante.

Angela Meade es una soprano de voz potente y logra registros muy difíciles para otras cantantes. No estuvo nada mal aunque no logró manejar el timbre para llegar a emocionar al público.

Llamaba la atención la presencia de niños en la platea del Teatro Real. Normalmente, se ven pocos. Es posible que, ahora, sin colegio y la posibilidad de acostarse algo más tarde, los padres se animen más a llevarles al teatro. Una costumbre que debería hacerse extensiva al resto del año. Además, ellos podrán decir que estuvieron allí, escuchando a Plácido Domingo. Un verdadero privilegio.

Argumento

(Ópera en tres actos. Libreto de Francesco Maria Piave según el drama The two Foscari de Lord Byron).

Jacopo Foscari, hijo del dux, es condenado al destierro por el consejo de Venecia tras haber sido acusado y condenado por asesinato.

Loredano, que envidia al dux, es el que está detrás de toda la conspiración política.

El dux no tiene más remedio que asumir la condena de su hijo aunque está convencido de la inocencia de Jacopo.

Por su parte, la esposa del condenado pide clemencia aunque sin ninguna suerte.

Mientras en Venecia se celebra una gran fiesta, el condenado es trasladado a prisión.

El verdadero asesino confiesa su culpa. Pero Jacopo ya ha muerto.

Loredano instiga a los miembros del consejo. No quiere que se produzca una nueva investigación y hace todo lo posible para que el dux dimita aunque fue nombrado de por vida.

Es nombrado nuevo dux un enemigo de la familia y el viejo Foscari muere al conocer la noticia.