La fotografía en color de Robert Capa (1913-1954)

El Círculo de Bellas Artes de Madrid acoge hasta el 15 de enero de 2017, en la Sala Picasso situada en la primera planta, una exposición imprescindible para quién concibe la aparición del color en fotografía como algo más que un mero espejismo. Comisariada por Cynthia Young, la exposición hace que un trabajo disperso, en principio, termine formando un corpus sólido y robusto.

24 dic 2016 / 12:16 h - Actualizado: 21 dic 2016 / 08:33 h.
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  • Judith Stanton, Zermatt, Suiza. 1950 © Robert Capa International Center of Photography Magnum Photos
    Judith Stanton, Zermatt, Suiza. 1950 © Robert Capa International Center of Photography Magnum Photos
  • Capucine, Roma, Italia. 1951© Robert Capa International Center of Photography Magnum Photos
    Capucine, Roma, Italia. 1951© Robert Capa International Center of Photography Magnum Photos
  • Pablo Picasso, Francia. 1948 © Robert Capa International Center of Photography Magnum Photos
    Pablo Picasso, Francia. 1948 © Robert Capa International Center of Photography Magnum Photos
  • Indochina (Vietnam). Mayo 1954 © Robert Capa International Center of Photography Magnum Photos
    Indochina (Vietnam). Mayo 1954 © Robert Capa International Center of Photography Magnum Photos
  • Capa en color. Sala Picasso, Círculo de Bellas Artes, Madrid © Robert Capa International Center of Photography
    Capa en color. Sala Picasso, Círculo de Bellas Artes, Madrid © Robert Capa International Center of Photography
  • Avión accidentado, Inglaterra. Julio 1941 © Robert CapaInternational Center of Photography Magnum Photos
    Avión accidentado, Inglaterra. Julio 1941 © Robert CapaInternational Center of Photography Magnum Photos
  • Capa en color. Sala Picasso, Círculo de Bellas Artes, Madrid © Robert Capa International Center of Photography
    Capa en color. Sala Picasso, Círculo de Bellas Artes, Madrid © Robert Capa International Center of Photography

Su figura no necesita presentación en tanto en cuanto no sólo fue el principal fundador de la agencia de fotoreporteros MAGNUM (junto con David Chim Seymour, Henri Cartier Bresson, George Rodger y William Vandivert), sino el autor de dos de las grandes y más conocidas fotografías de guerra, en blanco y negro, del pasado siglo XX, a saber: Muerte de un miliciano en 1936 y el Retrato del miembro de las Brigadas Internacionales; ambas tomadas durante la Guerra Civil Española.

Nacido bajo el nombre de Endré Friedmann en Budapest, su vida como fotógrafo la marcaron diferentes guerras; desde la Segunda Guerra Mundial, la chino-japonesa, el conflicto árabe-israelí o la Primera Guerra de Indochina, donde en zona francesa un disparo le voló una pierna y le dejó el pecho magullado, sin la posibilidad de llegar al hospital más cercano vivo. Emparentado sentimentalmente con la también fotógrafa Gerda Taro, ésta se vio obligada en muchas ocasiones a firmar su trabajo con el nombre de Robert Capa, razón por la que aún hoy es difícil saber si muchas de las fotografías fueron o no directamente disparadas por él.

En la exposición comisariada por Cynthia Young se nos muestra el trabajo más disperso y a la vez susceptible de formar un corpus sobre cómo concebía el fotógrafo el color, lo que además supone un descubrimiento ya que gran parte de su obra es poco conocida, habida cuenta de que desde 1941 empezó a publicar en serio, si bien ya en 1938 (dos años después de que Kodak inventara la película Kodachrome) empezó a experimentar con él durante la cobertura de la guerra chino-japonesa, momento en el que confesó ser ayudado por algún amigo de la agencia Pix sobre las instrucciones y requerimientos técnicos básicos. Finalmente sólo se publicaron en Life cuatro de las imágenes y los encargos no empezarán a hacerse fehacientes hasta una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, momento a partir del cual empezó a simultanear dos cámaras distintas según quisiese la foto en blanco y negro o color. Sobre todo al principio le resultará extraña la lenta velocidad de obturación de su nueva máquina, así como los larguísimos tiempos de espera a causa del revelado que incluso en un principio le supuso trabajar casi clandestinamente. Además de 150 fotografías, la exposición cuenta con documentos y cartas escritas que se reconvierten en diario de campo así como tearsheets de algunas de sus publicaciones.

En el amplio reportaje de la Segunda Guerra Mundial, todo empieza con la travesía en buque militar desde Nueva York a Europa; son fotos de soldados que mayoritariamente comparten espera y ocio ante lo que suponemos serán bombardeos; aparece la carta de Robert a su hermano Cornell explicándole las dificultades que está teniendo con el color y a continuación fotos como la del miembro de la tripulación que hace señales a otro barco de un convoy aliado, la del submarino que muestra a dos soldados vigilando con prismáticos acompañados de un bonito perro, la del equipo de rescate en la que uno de los tripulantes viste un traje de amianto, el mecánico musculoso que da la salida a un avión militar o la del avión averiado al que rocían de un producto químico blanco (siendo el color lo que da sentido desde la textura a la foto). En la de las vacas pastando frente a un bombardero, vemos cómo una de ellas cojea y más tarde en la de los soldados británicos que se dirigen a África vemos cómo uno de ellos, que lleva un chaleco salvavidas, luce unas bonitas gafas. De 1943 es la toma casi cenital de los soldados británicos viendo un combate de boxeo improvisado en el buque de guerra, así como las fotos de la descarga de municiones en Casablanca. Los meharistas (o guardia francesa a camello) también son convertidos en protagonistas, siendo retratados como tropa en el desierto, así como celebrando la hora del té. Con el cementerio alemán cerca de Túnez, la nitidez conseguida en primer término es terrorífica vista hoy. De la infantería paracaidística, destaca la del soldado con un melón bajo el brazo. Y en el viaje de África a Sicilia, la de los nueve soldados estadounidenses silueteados ante un falso contraluz.

Específicamente de Estados Unidos y ya en la posguerra, destacan los retratos familiares con su amigo Ernest Hemingway, su esposa Martha Gellhorn y sus hijos Gregory y Patrick, así como una serie de cuatro del Circo Rambaugh en Indiana, destacando la imagen picada de una taquillera que parece echársenos encima a los visitantes.

Las fotos hechas a Pablo Picasso, en el sur de Francia, a pesar de haber sido considerado un trabajo menos logrado, muestran una interesante mirada festiva y familiar (en una de ellas abraza a su hijo Claude) del gran pintor y amigo malagueño.

De su viaje a la Hungría natal, destaca la curiosa imagen del cerdo frente al palacio de Festetics en Keszhey, la de los niños con trajes típicos en la que parece utilizar unos filtros más amarillentos, la del puente sobre el Danubio en Budapest o la de la piscina situada en lo alto de una colina del Hotel Saint Gebert.

De lo mejor de la exposición son las instantáneas tomadas en Israel, entre las que nos quedamos con la del incendio del barco Altalana en Tel-Aviv, la de los migrantes desembarcando en el puerto de Haifa donde consigue asemejar el efecto de la profundidad de campo gracias a la cercanía, al conseguido en grandes instantáneas en blanco y negro. Curiosa resulta también la de las mujeres mirando un puesto de revistas en Jerusalén.

Las fotos de Marruecos no consiguió publicarlas como tales debido a motivos políticos, resultando preciosa la de las mujeres encaramadas a la copa de un árbol para ver al sultán Sidi-Mohammed.

1947 fue el año en que, mientras fundaba la MAGNUM viajó a URSS, realizando bellos reportajes junto al escritor John Steinbeck. El uso de filtros, en este caso más verduzcos, lo vemos en esa imagen de niños nadando junto al río Kura en Tiflis (Georgia); son igualmente interesantes la de las trabajadoras de la granja colectiva de Shevchenko, la de los jóvenes turistas visitantes de la plaza Roja de Moscú o también la de los visitantes a la tuba de Lenin, que emplea con inteligencia el punto de fuga diagonal así como el aire por arriba.

Sobrevienen unas fotos deportivas tomadas en Suiza, Austria y Francia, donde el color aporta brillo y humor a la escena. En estos viajes llegó a encontrarse con Billy Wilder o el escritor Peter Wiertel. Resulta curiosa aquella en la que con hielo se construye algo parecido a la barra de un bar; la del esquiador con apariencia chaplinesca junto a una bandera o la genial el escritor Ludwig Bemelmans posa junto a su madre fumando ambos un puro.

De la serie noruega destaca la imagen de 1951 de la familia lapona que luce un típico colorido sucio en los trajes.

París era por entonces ciudad de moda, de ahí que en dos ocasiones fotografiase a la misma modelo de Dior (primero a orillas del Sena, luego junto a un perro negro en la plaza Vendome,...) así como los pintores de Montmartre, las terrazas de las cafeterías, la plaza de la Concordia o a los espectadores del hipódromo de Longchamp.

De las fotos recopiladas en diferentes rodajes de cine a los que asistió (la mayoría italianas), destaca la de Ava Gardner pintándose los labios en un descanso de «La condesa descalza»; la de Humphrey Bogart y Peter Lorre en el mismo set; la de Ingrid Bergman en Amalfi durante «Te querré siempre» de Roberto Rossellini. Anna Magnani en un rodaje en Roma. O Welles durante la filmación de «La Rosa negra» en Marruecos.

Por último, destacar las series más extrañas e inclasificables de Capa, Generación X, la dedicada a Indochina, Roma o Deauville y Biarritz (destacando en esta última la del fabuloso rompimiento de una ola).