La grandeza de lo mínimo

Concha García es poeta. Nació en La Rambla (Córdoba) en 1956. Sus poemas han sido traducidos a diversos idiomas. Su poesía termina siendo una luz para el lector que alumbra el camino de la modernidad poética, la mirada que busca en las cosas pequeñas de la realidad esa imagen que explota para explicar y dibujar con trazo fino lo que nos sucede a todos y no somos capaces de entender.

29 abr 2017 / 12:56 h - Actualizado: 28 abr 2017 / 12:07 h.
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  • Concha García. / Fotografía de Mónica López de Lamadrid
    Concha García. / Fotografía de Mónica López de Lamadrid
  • Concha García. / Fotografía de Mónica López de Lamadrid
    Concha García. / Fotografía de Mónica López de Lamadrid
  • Portada de ‘Las proximidades’, último poemario de Concha García. / El Correo
    Portada de ‘Las proximidades’, último poemario de Concha García. / El Correo

Concha García es muy buena conversadora. Excelente escritora y mujer que no deja de buscar en el mundo entero una razón por la que escribir y vivir con intensidad. Charlamos sobre cómo ha sido ordenándose su vida alrededor de la poesía.

«Escribo desde que era niña. Ya en el colegio escribía poemas. Imagino que la tradición oral que me llegó a través de mi madre (me despertaba recitando poemas y canciones tradicionales) tuvo que ver con que yo escribiera más tarde. Por otro lado, la sensibilidad con la que experimentaba mi realidad hacía necesaria la escritura. Era la única forma de poner el relieve eso que vivía a diario. Cuando eres jovencita lo que experimentas es el dolor del mundo. Los primeros amores; el deseo, tal vez, de ser la única... Todo es muy desgarrado. Es una época en la que se abre el alma de alguna forma, es un tiempo muy violento esa adolescencia. Por aquel entonces, escribía poemas a la Virgen, eran muy religiosos. El motivo me lo daban. A mí me salía la letra. Así fue el comienzo».

Concha ha hecho referencia a ese dolor del mundo que todos los escritores hemos sentido. Y me interesa saber si ella cree que se aplaca con la poesía.

«Sí, yo creo que la poesía es terapéutica. Nos encontramos con corrientes de moda en la poesía, sobre todo cuando los tiempos políticos no son muy favorables (es decir, casi nunca), durante los que surgen grandes poetas. Por ejemplo, Alejandra Pizarnik, Anne Sexton o Alfonsina Storni. La poesía es la máxima representación de la letra en el sentido lacaniano del término».

Así que nos ponen la banda sonora y los poetas ponen la letra...

«Ya lo decían los poetas místicos: todo no se puede decir, es imposible. Pero el poeta se aproxima más que nadie a poderlo hacer. La palabra de la poesía no sale de la lógica sino del dolor, del sentimiento, de la alegría. No se corresponde a lo que llamamos lógica ni a la temporalidad con la que estamos acostumbrados a vivir nuestra existencia».

Vamos avanzando en nuestra charla y pisamos ese territorio que tanto nos gusta, esa zona en la que nos vemos obligados a definir la poesía si es que se puede.

«No se puede decir de otro modo lo que un poeta dice. Por eso los apoyos en las escuelas, en las instituciones, en las universidades, son escasos porque la voz del poeta abre las consciencias y una persona con eso abierto es más libre, menos presa de las decisiones que toman los demás por ella. Yo, por ejemplo; dentro de los parámetros en los que me muevo, ya que la libertad absoluta no existe; me considero una persona bastante libre y creo que me he ganado esa condición. Pero dentro de un ámbito restringido. La palabra libertad es muy gruesa; como amor, amistad... Los límites a estos conceptos los pone la propia experiencia, la vida.

La libertad de escribir es muy importante. Además, para escribir, las imposiciones, las prohibiciones, no funcionan. Recuerda a San Juan de la Cruz. Escribía en el calabozo».

Siempre me gustó la palabra poetisa. Sin embargo, a Concha no le sucede lo mismo.

«Me gusta que me llamen poeta. Poetisa tiene una carga peyorativa muy marcada que comienza en el romanticismo y prefiero poeta, sí».

A ambos nos preocupa cómo hacer que el lector se interese por un poema, qué es lo imprescindible para acercarse a la poesía.

«Los anclajes a mi obra se encuentran en lo cotidiano. Lo que sucede en un momento concreto, en los que se encuentran objetos mínimos, gestos de presencia casi insignificante, como subir a un autobús o tomar un café con el vecino, a los que agarrarse y evitar volar en exceso. Tampoco se puede estar en el aire más tiempo de lo necesario. La primera parte de mi poesía era más barroca; luego fue más narrativa (aquí el relato funciona de anclaje y la persona se puede sentir identificada o no). Hoy, en el que esas asas son muy pocas es el momento en el que el ejercicio del lector es más rotundo, porque no hacen falta agarraderas para sentir un poema.

Para que exista un poema no es necesario que exista un hecho extraordinario o una imagen de la realidad de gran belleza. Es la imagen poética, la que construye el que escribe, la que se alza con esa trascendencia y belleza que se busca».

Para Concha, el tiempo y el espacio han ido tomando importancia hasta inundar su obra.

«En mi último libro no he querido que el sujeto se sitúe en un espacio y en un tiempo concreto. He tratado de que transite varios tiempos y varios espacios. Si lo pensamos bien es algo que tiene mucho que ver con el recuerdo, con los pensamientos, con la imaginación. No hay un tiempo lineal. Como decía Bergson hay un tiempo de la percepción y un tiempo de la realización, y otro tiempo del recuerdo. Es lo que intento atrapar con mis poemas. Esa circularidad temporal debe obligar al lector a evitar una lógica temporal».

Tal vez el problema del lector con la poesía, tal vez la razón por la que es minoritaria es el aprendizaje.

«Cuando nos enseñan poesía en el colegio lo hacen desde el platonismo (desde la idealización platónica) y desde el romanticismo. Y eso puede estar muy bien, pero no lo es todo. Se parte del error de que todo es una imagen bella o siniestra o sea del tipo que sea. Esto es lo que llega desde ese platonismo y ese romanticismo. Pero la poesía es un darte cuenta, una fotografía del alma, es una forma de detener el tiempo, pero no es una imagen sublimada de nada aunque también lo sea a veces».

Los jóvenes, lo inmediato, explicar el tiempo circular en el que todo se repite, el propio tiempo, imágenes, sensaciones. En fin, la realidad que está, ahora, cautiva en el móvil. ¿Cómo explicarlo?

«Con las nuevas tecnologías se está haciendo poesía. No son excluyentes. Lo que me produce inquietud de las nuevas tecnologías es esa obligación a la velocidad a la que estamos abocados, donde el tiempo del goce, del recreo, del darte cuenta, del saber lo que eres, no tiene cabida. Las nuevas tecnologías nos están arrebatando ese tiempo. El tener conciencia de esto es tener claro que te arrebatan una parte muy importante del ser: la lentitud, el silencio. Eso si que es un peligro; que alguien no sepa que le roban desde la tecnología en el centro del alma».

Literatura femenina. Dedicada en exceso a la mujer. Excluyente con los hombres. Son algunas cosas que dicen algunos sin razón alguna. Le pido a Concha que me dé su opinión.

«Son prejuicios. La mayoría de la poesía la ha escrito los hombres y nosotras no nos hemos sentido rechazadas. Hemos rechazado la idealización que se ha hecho de la mujer como amante, esposa, hija... Si ahora los hombres se molestan porque la poesía es una mirada de mujer (que no es lo mismo que femenina) tendrán que comenzar a aprender otros modelos y comprender que las diferencias entre la mirada de hombres y mujeres no es demasiada. Hay que luchar por lograr la complicidad que nos permita saltar por encima de las barreras del género. Es verdad que he tocado mucho el tema de las mujeres y el de las otredades, he jugado mucho con mis “yoes”. Sentía necesidad de destacarlo y dejarlo dicho. Ahora ya no, eso lo hice y ya, no voy a repetirme. Pero mi poesía no es femenina, eso es otra cosa. Tengo lectores varones, grandes poetas, que se sienten identificados con lo que hago».

No será una cuestión de comodidad, de comprensión, de arrastrar lo que nos han enseñado. La sociedad es muy machista.

«Esas subjetividades, esos modelos que son patriarcales que llevan asentados siglos en la sociedad, son muy difíciles de cambiar porque la mujer tenía un destino y un cometido. Que una mujer se atreva a hablar de su cuerpo, del deseo o de la ropa tendida, resulta incómodo para muchos».

Pronto se edita, de nuevo, la Poesía Reunida de Concha García. En la Editorial Dilema.

«He suprimido algunos poemas porque no todo vale con el paso del tiempo, he eliminado erratas. Ha sido un trabajo muy exhaustivo. Estará todo listo en mayo».

El reloj no tiene compasión alguna y marca la hora en la que debemos dejar de charlar. Un hasta pronto. Un nos leemos. Acaba.