La importancia del lobo a debate

Acajú Comunicación Ambiental, con la colaboración de Canal Sur y CMMedia, presenta su nuevo trabajo. Después de triunfar con «WildMed, el último bosque mediterraneo» en España y el resto del mundo, el realizador Arturo Menor nos deja un documental precioso en el que el espectador tendrá la oportunidad de entender cómo es la relación del lobo con su entorno y con el hombre: «Barbacana, la huella del lobo». Pero, si esto es importante, el documental se empeña además en que el espectador pueda experimentar un vínculo que se va perdiendo peligrosamente desde hace unos años. El ser humano debería estar pegado a la tierra, a la naturaleza en plenitud; el ser humano necesita comprender qué es y cómo es el lugar en el que habita. Ese vínculo se está perdiendo sin remedio y no es buena noticia; al contrario supone un auténtico desastre. El que escribe, estando al borde del mar, escuchó decir a un pescador que vivía en una especie de chabola situada veinte metros atrás de donde estábamos, que la tormenta estaba siendo muy mala. El cielo era azul, no había ni una nube. A las dos horas, la tormenta que se desató fue monumental. El pescador lo había intuido, había comprendido los signos de la naturaleza, estaba pegado y viviendo una realidad que hoy parece imposible. Este documental nos recuerda la necesidad que tenemos en ese sentido.

«Barbacana, la huella del lobo» está rodado en Sierra Morena y en la cordillera cantábrica. La fotografía es especialmente interesante y la banda sonora, aunque algo invasiva cuando la épica que desprende la partitura no se justifica del todo, es muy atractiva y emocionante. Técnicamente está muy bien. Sólo el guión queda algo soso en algunos fragmentos, pero es un detalle que apenas tiene importancia en el conjunto del trabajo.

El documental parece estructurarse de modo que son tres los bloques fundamentales. Por un lado, las dificultades y el progreso del propio rodaje, se muestran con todo tipo de detalles. La cámara se centra, además, en lo que es el clan del lobo, en cómo logra sobrevivir. Y, por último, el lobo en su entorno, su día a día, forma ese tercer bloque.

El realizador se toma su tiempo y cuida los detalles narrativos. La naturaleza va apareciendo como el gran personaje que es. Y el lobo hace las veces de secundario de lujo.

Aprendemos que el ecosistema sin el lobo tendría fallos. No es conocido por casi nadie que la tuberculosis se expanda con más dificultades entre los animales gracias al carácter depredador del lobo; no es conocido por casi nadie que una cuerda impregnada con el olor a naftalina que sujete objetos metálicos y plásticos puede ser suficiente para que el lobo no haga estragos entre el ganado (a ese invento tan simple y útil se le conoce como barbacana). Eso o una cerca ideada con cierta creatividad. Lobo y hombre se necesitan.

Merece la pena echar un vistazo al documental y, seguramente, será otro gran éxito en España y más allá de las fronteras. Ojalá sea así porque no son muchos los trabajos tan cuidadosos y tan auténticos que nos encontramos al cabo del año.