La infidelidad como asunto de Estado

El domingo 21 se proyectó esta tremenda película que da que pensar en tanto reflexión sobre lo justo y lo injusto, lo seguro e inseguro en una zona de conflicto como es Tierra Santa o la Palestina actual. Muy recomendable

22 oct 2018 / 22:13 h - Actualizado: 22 oct 2018 / 22:33 h.
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  • La tensión en ‘Los informes sobre Sarah y Saleem’ llega desde los diálogos y unas interpretaciones estupendas. / El Correo
    La tensión en ‘Los informes sobre Sarah y Saleem’ llega desde los diálogos y unas interpretaciones estupendas. / El Correo
  • El realizador logra narrar con solvencia y creemos estar ante un documental o un informativo durante buena parte de la proyección. / El Correo
    El realizador logra narrar con solvencia y creemos estar ante un documental o un informativo durante buena parte de la proyección. / El Correo

«Los informes sobre Sarah y Saleem» es el segundo largometraje del cineasta palestino nacido en Kuwait en 1985, Muayad Alayan. Narra los conflictos entre los militares israelíes y la población civil palestina en Tierra Santa con una actualidad que hace estragos. De esta forma, en Jerusalén Este, zona que incluye Belén, vive Saleem con su mujer que viste burka. Es repartidor de pan y alimentos en los bares de toda la ciudad. Por otro lado, Sarah, judía nacida en Holanda, está casada con un militar israelí y trabaja como camarera en uno de estos bares. Ya desde el principio se ocultan para amarse a escondidas, y también desde el principio tanto los israelitas como los propios palestinos parecen querer pillar a Saleem en un renuncio (incluso antes de que aparezca Sarah) para que no pise la zona políticamente enemiga.

La narración centra y concentra la acción en las motivaciones y miedos de estas dos parejas situadas cada una a un lado estratégico del conflicto, un conflicto que los israelíes viven con demasiada autosuficiencia, y los palestinos con pánico y horror debido, suponemos, también al temor por ser invadidos.

La cultura árabe se ve en este lugar hoy más que en ningún sitio abocada a desaparecer o a emigrar, en parte por las diferencias culturales que todo el mundo conoce; en parte, como aquí se quiere hacer ver, por el fuerte poder socioeconómico de los israelitas.

El caso es que en uno de estos escarceos, el protagonista acompaña a Sarah a un pub de Belén, y otro palestino, tomándola por una prostituta la invita a bailar, él la fuerza, y Saleem los separa, agrediéndole, y cursando el otro una denuncia con la que empezará el principio del fin. A pesar de los cuatro personajes principales, también aparecen como damnificados y hasta asesinados dos protectores de Saleem que, para desgracia de su esposa, embarazada a punto de parir, los demás convertirán en héroe de guerra al que será encarcelado por un motivo injusto, qué duda cabe, pero en el que hay implicadas demasiadas personas, empezando por su abogada que bastante antes del final decide tirar la toalla en su causa.

El elenco de esta coproducción en la que también participa Alemania y México muestra una solvencia que durante las más de dos horas de película nos hace creer en lo que se nos está contando de una forma como si fuese un documental o un informativo, que según ha declarado Alayan, muestran en todas partes del mundo tan sólo la punta del iceberg de lo que está ocurriendo en realidad. Destacan Adeeb Safadi, Silvane Kretchner, Ishai Golan y Maisa Abd Elhadi entre los principales y Bashar Assuneh y Hanan Hillo entre los secundarios.

El guión de Rami Alayan no puede estar mejor concebido, pues nos mantiene en vilo con la propuesta de extorsión al que consideran terrorista al que sigue el chantaje más vil, y un «y tú más» en la vida privada que llega a ser desquiciante, y borra toda idea de verdad y humanidad en los personajes, que como ya supimos también en España, viven en un conflicto práctico de guerra civil.

La, por momentos, austera fotografía en color de Sebastian Bock, nos hace que en los colores planos y casi grises de la zona palestina interpretemos dignidad más que pobreza. El montaje de Samer Qumsiyeh es totalmente respetuoso con el guion y sin ser efectista, se muestra digno con vivos, muertos y encarcelados. La música creada o dirigida por Frank Gelat y su equipo, cumple igualmente con las normas básicas de eficacia, y que consisten básicamente en que no se note su presencia.

Película donde la tensión la propician unos buenos diálogos y unos mejores actores y actrices.