La mala leche

En este fin del mundo triunfan la mordacidad, el cinismo, la hipocresía. Cuando la utilizan los políticos o los comunicadores, nos repugna por lo engañoso de su señuelo, solamente los escritores tienen licencia para desnudar la realidad. Pueden ser malvados o manipuladores, convertirse en los niños que gritan que el rey está desnudo, contrarrestando la post-verdad y el ruido de fondo, con la sencilla e imparable ficción que nos hace ver, por fin, el mundo que nos rodea.

19 may 2018 / 08:16 h - Actualizado: 14 may 2018 / 13:43 h.
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  • Portada de ‘La vida sexual de las gemelas siamesas’. / El Correo
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  • Portada de ‘Aquí estoy’. / El Correo
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  • Portada ‘Matilda, peón de circo’. / El Correo
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  • Portada de ‘Estupor y temblores’. / El Correo
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  • Imagen ficticia representando el Apocalipsis. / El Correo
    Imagen ficticia representando el Apocalipsis. / El Correo

Irvine Welsh. LA VIDA SEXUAL DE LAS GEMELAS SIAMESAS

Ya el título nos acerca al asunto, la sociedad mediática y circense en la que vivimos, subsumidos en la extravagancia, apalancando la existencia sobre la nada, volcados en la belleza física, la juventud y el consumismo; aterrados por sus contrarios.

La vida sexual de las gemelas siamesas es, por supuesto, una crítica del actual estilo de vida americano, encarnado en Miami, la Nueva Babilonia. Esa vida –retransmitida- se desarrolla en paralelo a la novela, en la que también hay dos mujeres dependientes; sexo, mucho y duro; bastante fitness; y una historia peculiar que avanza desde la mordacidad hacia el psicodrama.

Algo está pasando en la ciudad de Florida para que algunos de los superventas, como Tom Wolf, e Irvine Welsh, inviertan en sus real states, quebrados como su comunidad frívola y mestiza.

Welsh dinamita lo políticamente correcto, para construir un punto de vista desde el que todos los que no son como su protagonista –blanca, maciza, y deportista- pasan a ser basura: maricones, hispanos, gordas, mutilados, viejos, o europeos; de hecho no sé cómo se libran los negros, supongo que como buen escocés, el escritor sabrá que siempre hay un límite que no se debe traspasar.

La novela va de enfrentamientos, envidia, necesidad de poder; de la manipulación de aquellos a los que tenemos cerca y que se dejan controlar. De toda la mierda que llevamos dentro desde la infancia. El plasma sanguíneo de todo ello es la cultura del cuerpo y la repercusión de los media, analizados desde los límites del arte (y de la cirugía).

La vida sexual de las gemelas siamesas es una caricatura, donde todo se exagera para que lo veamos deformado y nos podamos reír.

El tema es, supongo, el síndrome de Estocolmo y las relaciones de dominio.

Jonathan Safran Foer. AQUÍ ESTOY

Es un lugar común que existe un sentido del humor particular de los judíos que se caracteriza por lo paradójico, por las crueles asociaciones, por la desinhibición en utilizar recursos que, puestos en boca de gentiles, resultarían hirientes. Humor negro, psicoanalítico, escatológico, del que este libro es una buena muestra.

Aquí estoy es lo que queremos decir las mujeres, los homosexuales, los obesos, o los enanos, cuando perdemos el pudor y queremos golpear a los demás con nuestras diferencias.

De la misma manera que hay novelas que crean un universo literario, esta hace todo lo contrario, reduce el mundo a un microcosmos en el que el núcleo familiar es una condensación de todos los fenómenos de la naturaleza. Su destrucción se compara con el derrumbamiento del estado de Israel, en una reflexión sobre los vínculos de los judíos del mundo con la Tierra Prometida, y de la responsabilidad de los que viven fuera de ella en su defensa a ultranza, frente a los enemigos seculares.

Emergen todos los fantasmas woodyallenescos, puestos del derecho y del revés, la infidelidad, el divorcio, la educación de los hijos, la tensión entre la religión y el laicismo, el mantenimiento de los ritos absurdos que nos singularizan, el sexo, o la casa concebida como nido. Todo queda simbolizado por un bar mitzva, el paso de la infancia a la madurez de un varón, entendido como tributo a los mayores, inútil en unas sociedades donde los niños no lo dejan de ser hasta la muerte de sus padres, y por lo tanto solapan su madurez y su emancipación, con su propio declinar.

Algunos acontecimientos minúsculos articulan esta novela extensa, repitiéndose para que comprendamos su impacto, cargándose de significado, pretextando otros nuevos, y modificando en fin la realidad por otra anhelada y temida.

Aquí estoy es un mirarse el ombligo

Michelle Chalfoun. MATILDA, PEÓN DE CIRCO

Hay pocos lugares como el circo, donde los brillos del oropel y de las lentejuelas que encienden los sueños de los niños se extinguen con los focos, revelando lo que hay detrás: una sordidez de animales domesticados y payasos tristes. Al fin y al cabo el espectáculo viene desde los ancestrales saltimbanquis errabundos y debe continuar, como la vida, pase lo que pase.

Matilda, peón de circo, construye su diario como las diferentes pistas en el interior de una carpa. En cada una se producen diferentes acciones, mientras suena esa percusión reconocible que nos deja con el aliento suspendido hasta la última evolución de los acróbatas.

Lejos de tópicos nos cuenta las historias desde un lugar particular donde convierte al circo en el mundo. Son historias descarnadas y tremendas por lo reales, construidas mediante una prosa punzante, con un lenguaje conciso, directo al lector que debe leer sin red que le proteja, agarrándose a los trapecios de un humor negro y amargo.

Solo desde la experiencia puede la escritora Michelle Chalfoun transformar encarnada en Matilda ese campamento, que es realmente el circo, en un lugar reconocible y cotidiano, atractivo e ingrato; en una pequeña familia llena de secretos oscuros. En la fábula de una superviviente heroica.

Amélie Nothomb. ESTUPOR Y TEMBLORES

Amélie Nothomb es una bruja. Estupor y temblores la historia de una venganza. La literatura utilizada como arma de destrucción masiva mediante el humor. El choque de civilizaciones. La confrontación entre los estrictos nipones, y los belgas recalcitrantes e irreductibles.

Nothomb acusa de prejuiciosa a una sociedad de la manera que más duele, aprovechándose de su infiltración y su dominio del idioma. Abunda en ciertos tópicos, los dirige oportunamente para concitar simpatías. La novela fluye, funciona, divierte, pero poco a poco se va revelando el fondo de la cuestión, las propias y alegres conclusiones de la escritora, sus juicios de valor, su falta de compasión con los diferentes, sean adiposos, feos o japoneses, su osadía de occidental y sus limitaciones laborales. Todo lo vemos a pesar de su manipulación y quizás ese sea uno de los valores decisivos de la novela, que no nos engaña porque no puede -o porque no quiere- dejando al lector un margen para interpretar lo que pasó durante todas esas horas que no se cuentan, hasta qué cota llega la exageración en busca de la caricatura, en dónde se fundamentan las propias culpas, y cómo se esconden las ambiciones y se conducen las frustraciones.

Un estudio excelente sobre la multiculturalidad que es también una novela de aprendizaje.