La muerte de Stalin

«Mirándose unos a otros con fingido entusiasmo y decreciente esperanza, los jefes de distrito siguieron aplaudiendo hasta que cayeron redondos al suelo, hasta que se los llevaron en camilla». Si dejabas de aplaudir a Stalin la pena podía ser larga y dolorosa.

21 may 2016 / 12:00 h - Actualizado: 18 may 2016 / 18:09 h.
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  • La muerte de Stalin es un cómic publicado por Norma Editorial. Lo firman el guionista Fabien Nury y el dibujante Thierry Robin. / El Correo
    La muerte de Stalin es un cómic publicado por Norma Editorial. Lo firman el guionista Fabien Nury y el dibujante Thierry Robin. / El Correo
  • Página del cómic La muerte de Stalin. / El Correo
    Página del cómic La muerte de Stalin. / El Correo

La historia de la Unión Sovietica resulta fascinante. Durante años, allí se produjeron algunos de los hechos más transgresores, disparatados, crueles, modernistas, violentos, absurdos e insólitos de la Historia.

El camino que recorrió todo un pueblo hasta llegar el día que se derrumbó el muro de Berlín, fue largo, tortuoso y de un atractivo casi magnético para todo el que se decide a conocerlo.

De todos los protagonistas de esta etapa de la Historia, uno de ellos produce especial conmoción: Stalin.

Martin Amis en su libro Koba el Temible relata la anécdota que refleja muy bien cómo funcionaba la Unión Soviética cuando Stalin estaba al mando:

«En una conferencia del Partido en la provincia de Moscú durante los años del Terror, un nuevo secretario ocupó el lugar del anterior secretario (que había sido detenido). El acto se clausuró con un homenaje a Stalin. Todos se levantaron y rompieron a aplaudir; nadie se atrevió a parar. Según la versión que da Solzhenitsyn de esta célebre anécdota, cinco minutos más tarde los viejos «jadeaban». Diez minutos más tarde:

«Mirándose unos a otros con fingido entusiasmo y decreciente esperanza, los jefes de distrito siguieron aplaudiendo hasta que cayeron redondos al suelo, hasta que se los llevaron en camilla».

El primero que dejó de aplaudir (el director de una fábrica local) fue detenido al día siguiente y condenado a diez años por otro delito. En la época había una grabación discográfica de uno de los discursos más largos de Stalin. Duraba ocho caras, mejor dicho, siete porque en la octava estaban los aplausos.

Ahora cerremos este libro unos instantes e imaginemos que estamos oyendo la octava cara, de noche, en el Moscú de 1937. Debió de sonar a inminencia del miedo, a música de psicosis, a cólera de Estado».

El magnetismo al que me refiero llega desde la sorpresa, el rechazo o el dolor. Seguramente, conocer a Stalin es conocer hasta dónde puede llegar la maldad del hombre.

La muerte de Stalin es un cómic publicado por Norma Editorial. Lo firman el guionista Fabien Nury y el dibujante Thierry Robin. Repasa los momentos previos a la muerte del dictador, los funerales y las primeras consecuencias dentro del aparato político y militar de la Unión Soviética.

Hay que leer este cómic sabiendo que, aunque se maneja una buena información, es, sobre todo, ficción. Se procura describir un clima, una paranoia, el terror, la ambición y el entramado construido por los posibles sucesores para hacerse con el poder. Pero, también, hay que leer el cómic con el depósito del humor hasta los topes. Algunas de las cosas que nos cuentan (muy, muy, cercanas a la realidad), resultan tan perturbadoras como cómicas. Tal vez sea la única forma de acercarse a este tipo de cuestiones. Con sentido del humor.

Dentro de la tradición francobelga y con claros tintes expresionistas en el trazo, Robin nos deja un trabajo variado, muy bien entintado y con un diseño de página muy efectivo. Los detalles están muy cuidados y la profundidad del dibujo acompaña de maravilla al texto de Nury. Al final del libro, se acompañan unas planchas del trabajo que el dibujante abandonó al comprobar que le sobrepasaba.

Los textos son precisos, quirúrgicos con la realidad representada. La muerte de Stalin es un buen cómic que dará mucho juego entre los aficionados al género.

Calificación: Muy bueno.

¿Tipo de lectura?: Agradable, fascinante.

¿Tipo de lector?: Cualquiera que se quiera acercar a la verdad desde la ficción.

Personajes: Redondos y reales.

Argumento: Muerto el perro... la rabia sigue donde estaba.

¿Dónde puede leerse?: Frente al Kremlin.