¿La nueva escuela sevillana?

Herederos de Velázquez, Bacarisas o Carmen Laffón, la nueva generación de pintores hispalenses apunta muy alto. Su cuidada formación y el deseo constante de investigar los convierte en depositarios del arte que traspasó fronteras a partir del XVII, y que aún hoy perdura. El Año Murillo es la ocasión ideal para acercarnos a descubrir su obra. Del 13 al 22 de octubre el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla homenajea al genio barroco de la mano de estos creadores profesionales cuyo objetivo es dignificar el oficio en tiempos difíciles

30 sep 2017 / 08:59 h - Actualizado: 30 sep 2017 / 08:31 h.
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  • La nueva generación de artistas hispalenses apunta alto. / Santi León
    La nueva generación de artistas hispalenses apunta alto. / Santi León
  • Obra de Rafael Laureano. / Santi León
    Obra de Rafael Laureano. / Santi León
  • Obra de Miguel Ángel González. / Santi León
    Obra de Miguel Ángel González. / Santi León
  • Cartel de la Semana Santa 2017 de Jerez de la Frontera, obra de Antonio Díaz Arnido. / Santi León
    Cartel de la Semana Santa 2017 de Jerez de la Frontera, obra de Antonio Díaz Arnido. / Santi León
  • Obra de Daniel Franca. Santi León
    Obra de Daniel Franca. Santi León
  • Rafael Laureano. / Santi León
    Rafael Laureano. / Santi León
  • Francisco Rovira y Antonio Díaz Arnido. / Santi León
    Francisco Rovira y Antonio Díaz Arnido. / Santi León

Tradicionalmente ha venido señalándose a la escuela pictórica sevillana como depositaria de grandes virtudes artísticas, lo cual suscitó que, desde fechas bien tempranas, sus principales maestros fuesen «elogiosamente citados por los historiadores del arte», como apunta el profesor Enrique Valdivieso. Si bien podemos hallar el cenit en el barroquismo deslumbrante del XVII, sus orígenes se remontan a la Baja Edad Media, figurando como precursor Juan Sánchez de Castro, pintor de estilo hispano-flamenco cuya actividad en el Alcázar aparece documentada en 1478. No en vano la tradición ha dado en llamarlo «el patriarca de la pintura sevillana». Ya a mediados del XVI, y justo antes de la explosión barroca, surge la figura de Francisco Pacheco, quien recoge la tradición manierista iniciada a la muerte de Rafael y cuya concesión al naturalismo supondrá el punto de inflexión hasta la llegada de los genios Zurbarán, Alonso Cano y, sobre todo, Diego Velázquez. Pese a todo, es el tercer período de la pintura barroca el verdaderamente decisivo a la hora de utilizar el término ‘escuela’, y ello se debe a la contribución del artista Bartolomé Esteban Murillo. Fundador en 1660 de la sevillana Academia del Arte de la Pintura junto a Valdés Leal, dicha institución «dio principio á sus estudios en la Casa Lonja», según el historiador Ceán Bermúdez, y acogió a alumnos destacados como Meneses Osorio, Núñez de Villavicencio o Lucas Valdés.

De la decadencia ilustrada a la renovación romántica

Pese al esfuerzo de sus autores por continuar la tradición murillesca, el siglo XVIII representa la decadencia de la escuela sevillana, que no comenzará a ver la luz hasta 1771, fecha en la que Carlos III le otorga su protección. Bajo el mecenazgo de Francisco de Bruna la institución pasa a denominarse Real Escuela de las Tres Nobles Artes de Sevilla, título que conservará hasta 1827. Años más tarde, y bajo la regencia de María Cristina de Borbón, la escuela se convierte en academia, tomando el nombre de la futura Isabel II —quien por entonces era menor de edad—. Al margen del citado organismo, la llegada del siglo XIX supone un soplo de aire fresco para las artes plásticas hispalenses, logrando situar a muchos de sus autores en el escaparate nacional. Es el caso de Esquivel, académico de mérito en Madrid y excelente retratista; de Joaquín Domínguez Bécquer —tío del famoso poeta—, o de Manuel Cabral, verdadera referencia del costumbrismo andaluz. Un notable período que será rematado por José Jiménez Aranda, García Ramos y Sánchez Perrier, quienes darían paso al talento de Gonzalo Bilbao, «uno de los más genuinos representantes de la pintura española de entre siglos», como lo definió Gerardo Pérez Calero.

Herederos de Carmen Laffón

La Exposición Iberoamericana de 1929 supuso un espaldarazo definitivo a la obra de los pintores del nuevo siglo, siendo Gustavo Bacarisas su máximo exponente. Un joven Juan Miguel Sánchez seguiría sus pasos, evolucionando posteriormente hasta convertirse en destacado muralista. Tras la guerra llegarán Grosso, José María Labrador o Francisco Maireles, dando lugar en 1949 a la Joven Escuela Sevillana de Pintura, que a pesar de su corta vida dejó una gran impronta. Entre sus integrantes figuraron el polifacético Ricardo Comas, Delgado Montiel, Pepi Sánchez o Armando del Río, aunque es sin duda Carmen Laffón una de sus representantes más significativas. Premio Nacional de las Artes Plásticas en 1982 y Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, su obra abarca el retrato, los objetos cotidianos y sobre todo el paisaje, siendo un importante icono en el arte figurativo del siglo XX.

El arte sacro como escaparate

Antonio Díaz Arnido es una de las voces importantes de la pintura actual de Sevilla. Aunque su especialidad es la conservación y restauración de obras de arte, no cabe duda de que su instinto investigador y su constante evolución darán lugar a importantes hitos. No en vano su obra ya puede contemplarse en lugares tan dispares como Canadá, México o la ciudad del Vaticano, habiendo trabajado para la Casa de Alba, el Obispado de Málaga o la Archidiócesis de Palermo. Y aunque Díaz Arnido introduce temas variados en su producción, nadie puede negar que el arte sacro es su punto fuerte, siendo reclamado constantemente por las instituciones eclesiásticas para embellecer iglesias, aumentar el patrimonio o rematar enseres. Asimismo es uno de los preferidos por las hermandades a la hora de realizar carteles. En una línea parecida figura el artista Miguel Ángel González Romero, cartelista de las Glorias de Sevilla 2016 y merecedor de numerosos premios en certámenes locales, nacionales e internacionales. Sus obras forman parte de las colecciones de importantes entidades públicas y privadas, aunque es en el terreno religioso donde ha obtenido una mayor popularidad. Sus aportaciones a la cartelería de Semana Santa son de una gran originalidad, siendo uno de los referentes actuales por su visión lírica y onírica de la fiesta. Al igual que Díaz Arnido y González Romero, Carlos Peñuela también pasó por las aulas de la facultad de Bellas Artes, licenciándose en 2010 y realizando poco después un trabajo de fin de máster sobre el discurso del cartel popular. Obviando el hecho de que su trayectoria está enfocada a la restauración —una de sus últimas aportaciones ha sido la recuperación de los frescos de la basílica de la Macarena—, suele coquetear a menudo con la pintura, siempre bajo la influencia de Bacarisas, Juan Miguel Sánchez o su admirada Carmen Laffón.

De Naranjo y Franca al universo Daroal

Otro de los autores de la nueva corriente es José Naranjo Ferrari, nacido en la localidad de Cantillana y licenciado en Bellas Artes en 2004. Definido por el artista Antonio Madrigal como un pintor «ordenado y de gran gusto», posee más de una docena de premios nacionales, algunos tan prestigiosos como el de la Fundación Ramón Areces. Aunque suele cultivar diversas temáticas, es en el paisaje donde despunta, con un claro dominio de los horizontales y los tonos apagados, haciendo gala a su vez de una sencillez y mesura encomiables. Por su parte Daniel Franca (Sevilla, 1985) es un pintor de paisajes urbanos que, en palabras de Clara Barrero, «sólo se pueden apreciar en el paso del tiempo». Becado en Chequia y Alemania, entre sus distinciones destaca el Premio Nacional de Pintura del Ateneo de Sevilla, el de la Caja Rural de Granada y el Francisco de Zurbarán. Su última exposición, Entropía, es el resultado de un viaje de exploración a la India, y en sus piezas podemos apreciar un innegable salto hacia la madurez que lo confirma como una de las voces más prometedoras del panorama local.

En una línea distinta de trabajo figura el tándem formado por Francisco Rovira y David Romero, colaboradores desde 1995 bajo la marca ‘Daroal', quienes buscan el derrumbamiento iconográfico como herramienta para la creación contemporánea. Dicha búsqueda les hace destacar en la reinterpretación de los movimientos clásicos e históricos, dando como resultado un producto posmoderno que se acerca, sin complejos, al gusto de los consumidores actuales.

La magia de Isabel Sola

Hablar de Isabel Sola Márquez es referirnos a una de las mejores artistas de su generación. Profesora de la Universidad de Sevilla desde 2001 —dos años antes obtuvo el premio al mejor expediente de su promoción—, su gran nivel la ha llevado a exponer en países como Estados Unidos, Marruecos o Bosnia-Herzegovina. Asimismo ha participado en más de setenta exposiciones colectivas y sus obras forman parte de las colecciones del Palacio de la Zarzuela, la Fundación Forum Filatélico o la Real Maestranza de Caballería. Dotada de una exquisita sensibilidad, en su trayectoria destacan las mágicas atmósferas —logradas en sus paisajes y escenas de interior— así como el virtuosismo de sus retratos.

Dos hiperrealistas frente a frente

Aunque aún es pronto para colocarles una etiqueta, lo cierto es que José Carlos González y Jonathan Sánchez Aguilera son dos de los representantes más populares del hiperrealismo sevillano. Centrados casi exclusivamente en el retrato de imágenes procesionales, de sus manos han salido algunas de las obras más llamativas de los últimos tiempos. El primero ha sabido sublimar la técnica del grafito hasta unos límites inalcanzables. Fruto de ello son sus tradicionales exposiciones cuaresmales, cuya notoriedad le han convertido en uno de los artistas preferidos por los cofrades así como un modelo a seguir para los aficionados al dibujo. Un retrato a tamaño natural de Jesús del Gran Poder es su último hallazgo. El caso de Sánchez Aguilera es algo distinto, pues al contrario que su compañero, sus obras irradian color en toda su dimensión. Artífice igualmente de numerosos retratos de imaginería realizados al óleo, en su joven currículum destacan una obra para la parroquia del Santo Ángel así como los anuncios de las fiestas patronales de Coria del Río y Mairena del Aljarafe.

La revolución de Laureano

Antes de cerrar este capítulo debemos hacer mención al joven Rafael Laureano, cuya irrupción ha supuesto un antes y un después en la forma de entender el arte en la ciudad. Alumno de la Fundación Antonio Gala —al igual que Daniel Franca— y «heredero del canon clásico y del tiempo contemporáneo», según el poeta Gonzalo Gragera, todo lo que sale de su taller levanta expectación, especialmente en las redes sociales, donde el artista posee un importante número de seguidores. Emblema para aquellos que apuestan por una renovación gradual de nuestras tradiciones, Laureano ha sabido combinar el talento con el estudio, dando lugar a un sello propio que ya es imitado en toda la geografía española, e incluso fuera de esta. Como ejemplo de su proyección hemos de mencionar su participación hace un mes en la exposición colectiva L’Essenziale, coincidiendo con la 74ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia.

Homenaje a Murillo

Tanto Laureano como el resto de artistas profesionales —a los ya citados habría que añadir otros nombres como Jesús Zurita, Jorge Gallego, Antonio Barrera o Jesús M. Romero— forman parte de una generación surgida en 2014 cuyo nexo de unión es la ciudad de Sevilla y que, según el historiador del arte José Manuel Villalba, «aglutina todo lo necesario para marcar una época». Y aunque la mayor parte de ellos cuentan con una sólida trayectoria en solitario, en próximas fechas tendremos ocasión de disfrutarlos a la vez merced a la iniciativa de Esther Ortego, promotora cultural y ex miembro del Consejo de Cofradías, que ejerce de comisaria en una exposición organizada por el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla con motivo del IV Centenario de Murillo. En ella tendrán cabida obras plásticas de José Carlos González, Isabel Sola, Daniel Franca, Jonathan Sánchez Aguilera, Miguel Ángel González, Antonio Díaz Arnido, el grupo Daroal, Rafael Laureano, José Naranjo y Carlos Peñuela, junto a la fotografía de Santi León —sus instantáneas evocando la luz del barroco han causado sensación—. La muestra tendrá lugar del 13 al 22 de octubre de 2017 en la sede de la calle Sierpes, y tras su contemplación tal vez logremos dar respuesta a la pregunta: ¿es esta la nueva escuela sevillana?