La tormenta de nieve

Variaciones de registro magníficas; la voz narrativa buscando su origen; todo escondido tras una aparente sencillez que es, en realidad, literatura de enorme calidad

30 oct 2018 / 21:28 h - Actualizado: 30 oct 2018 / 21:44 h.
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  • Portada de ‘La tormenta de nieve’. / El Correo
    Portada de ‘La tormenta de nieve’. / El Correo
  • Lev Tolstói. / El Correo
    Lev Tolstói. / El Correo

Todo aquel que quiere llegar a ser escritor o todo aquel que quiere llegar a a ser un buen lector no tiene más remedio que acercarse a los grandes autores. Es una pena que alguien piense que la literatura actual es producto de la excelencia de un grupo de escritores contemporáneos que todo lo inventan y que todo lo saben. Esos escritores beben de los clásicos. Todos sin excepción. Leyendo a Chejóv sabemos que Salinger le leyó. Leyendo a Salinger entendemos mejor a Carver. Y leyendo a Homero comprendemos que en su Odisea ya estaba todo dicho. Lo original de la literatura siempre es dudoso. No por cambiar el punto de vista un autor trata un asunto distinto. La cosa se resuelve desde la técnica diferente, pero el tema es el mismo. Siempre se trata de los mismos asuntos. Que nadie se haga ilusiones.

Lev Tolstói fue un maestro, un grande de la literatura. Novelas colosales, como Guerra y Paz, se mezclan en su producción con relatos fascinantes o un buen número de cartas que completan el pensamiento de este autor. Es verdad que hoy, mucho de lo que escribió Tolstói no lo querría editar el más intrépido de los editores. Sin embargo, todos quieren publicar su obra. Porque es de Tolstói.

La tormenta de nieve es un relato que esconde, tras una aparente sencillez, buena parte de la evolución de una persona. En este caso el narrador es el propio autor, pero puede servir para cualquier ser humano. Cuenta un viaje durante la noche a través de las tierras del Don, tierras cosacas. La tormenta es durísima y hace que los cocheros se desorienten. Se mezcla la realidad con los sueños, la vida con la muerte, el arrojo con el miedo, la luz con la oscuridad. El viaje es, en realidad, el retorno que debe hacer el narrador hasta encontrar su propio yo.

Lo interesante del relato no es lo que cuenta sino cómo lo cuenta. Las variaciones de los registros son magistrales. No se puede contar un sueño como si estuviéramos narrando el bautizo de un sobrino. Cada momento narrativo, para que adquiera la intensidad necesaria, requiere una solución técnica. Y esto lo hace Tolstói con gran acierto. Y lo mejor: las modificaciones de esos registros se realizan con suavidad, sin obligar a cambios que provoquen en el lector el más mínimo malestar.

El relato lo que quiere tratar es el asunto del recuerdo y de cómo influye en nuestro presente, cómo modifica nuestra percepción de las cosas si lo tenemos presente o no, de cómo nos aborda en momentos extremos para afianzar nuestras posiciones ante la vida.

Son setenta y cinco páginas fascinantes. Muy recomendables.

Calificación: Excelente.

Tipo de lector: Cualquiera, absolutamente cualquiera.

Tipo de lectura: Amable y aparentemente sencilla aunque el grado de exigencia no es menor.

Engancha desde la primera línea. Y no sobra ni una de ellas, claro.

Argumento: Cómo el miedo y la cercanía de la muerte nos acerca a lo que somos por lo que fuimos.

Personajes: Esbozados con dos palabras y resueltos. Es decir, trazados por la mano de un maestro.

¿Dónde puede leerse? No se me ocurre un solo lugar que no sea ideal.