La vida privada de Jane Austen

La editorial dÉpoca publica la correspondencia de la autora de ‘Orgullo y Prejuicio’. Y es que el próximo 18 de julio se cumplen doscientos años de la muerte de Jane Austen, una de las autoras más queridas y admiradas de todos los tiempos, a la que el crítico literario George Henry Lewes llegó a comparar con Shakespeare. Todo un lujo editorial.

03 jun 2017 / 12:55 h - Actualizado: 02 jun 2017 / 13:18 h.
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  • Ilustración del libro ‘Cartas’ de Jane Austen. / El Correo
    Ilustración del libro ‘Cartas’ de Jane Austen. / El Correo
  • Ilustración correspondiente a ‘Orgullo y Prejucio’. / El Correo
    Ilustración correspondiente a ‘Orgullo y Prejucio’. / El Correo
  • Ilustración correspondiente a ‘Sentido y sensibilidad’. / El Correo
    Ilustración correspondiente a ‘Sentido y sensibilidad’. / El Correo
  • Ilustración correspondiente a ‘Persuasión’. / El Correo
    Ilustración correspondiente a ‘Persuasión’. / El Correo

Nacida en 1775 en el seno de una familia de la baja aristocracia inglesa, la séptima hija del matrimonio conformado por George Austen, pastor anglicano de Kent, y la dama de origen noble Cassandra Leigh, es uno de los casos más paradigmáticos de la historia de la literatura. Llegó y se fue sin apenas hacer ruido, pero sus 41 años de existencia le bastaron para alumbrar seis novelas, más de dos mil cartas y un puñado de obras cortas (algunas incompletas) que aún hoy son releídas por millones de lectores en todo el mundo. Y es que según nos cuenta la doctora Paula Byrne, «Jane Austense convirtió en un antídoto contra los problemas mentales surgidos tras los traumas vividos durante la I Guerra Mundial». Tal fue su éxito en los albores del siglo XX que hasta Winston Churchill se confesaba un entusiasta de su obra.

Paradójicamente Jane Austen apenas saboreó las mieles del éxito, pues cuando sus obras comenzaban a ser tenidas en cuenta una terrible enfermedad se la llevó a la tumba. Para el filósofo Sánchez Vadillo «nada fue excesivamente trascendente en la existencia de Jane Austen», aunque eso no desmerece en absoluto su enorme aportación a la literatura anglosajona, sin duda fruto de «imaginación e ingenio, realizada con un enorme talento y guiada por una no desdeñable reflexión moral».

«Un dulce temperamento y un corazón afectuoso»

Son muchos los trabajos publicados sobre la vida y obra de Jane Austen, aunque pocos tan certeros como el de su sobrino James Edward Austen-Leigh titulado Recuerdos de Jane Austen, y publicado en España por Alba Editorial. En él se ponen de manifiesto algunas de sus principales virtudes, como la amabilidad y la comprensión para con los suyos y, especialmente, su carácter divertido —algo en lo que coinciden todos sus biógrafos—. Esta cualidad puede apreciarse ya en sus primeras obras, los relatos cortos escritos entre 1787 y 1793, que la autora reunió en tres volúmenes bajo el título Juvenilia, y que no verían la luz pública hasta 1922. En un mundo donde el concepto «ocio» aún estaba por inventarse, el principal recurso para el entretenimiento familiar consistía en la lectura en voz alta. Teniendo en cuenta que el reverendo Austen poseía una biblioteca con más de quinientos volúmenes, no debe extrañarnos que la pequeña Jane fuese una lectora voraz y una escritora precoz. Asimismo es importante reseñar que el ingenio era una cualidad destacada de la familia; sin ir más lejos su madre solía componer acertijos y versos, y sus hermanos James y Henry crearon una publicación periódica, The Loiterer, mientras estudiaban en Oxford. Aunque lo más probable es que ninguno de ellos pudiese imaginar que la menor de las mujeres inmortalizaría el apellido Austen.

Sus primeras novelas

A finales de 1794, Jane recibió de manos de su padre un regalo muy especial: una escribanía con la que este refrendaba su apoyo incondicional. De acuerdo con los recuerdos de la familia, fue al año siguiente (1795) cuando escribió su primera novela, Elinor y Marianne, que años más tarde se publicaría bajo el título Sentido y Sensibilidad. Justo después vería la luz Primeras impresiones, que con el tiempo también cambiaría de nombre —hoy es conocida como Orgullo y Prejuicio, y es su obra más celebrada, con más de 20 millones de ejemplares vendidos—. Se piensa que la novela corta Lady Susan, recientemente llevada al cine por Whit Stillman con el título Amor y Amistad, pertenece igualmente a este período. También en esos años pudo tener lugar la primera visita de la escritora a Bath, la afamada ciudad balneario de la época georgiana, lo cual pudo servirle de inspiración para crear su primera ficción puramente narrativa (las tres anteriores se concibieron siguiendo el estilo epistolar, muy en boga en aquel tiempo, y luego fueron refundidas). No obstante, dicho trabajo no vería la luz hasta 1818, con la autora ya fallecida, y bautizada por sus familiares como La abadía de Northanger. Estas primeras obras son conocidas como «las novelas de Steventon», por estar escritas cuando Jane Austen aún residía en ése, su pueblo natal.

Paradójicamente, y pese a las pasiones que Orgullo y Prejuicio despierta entre los lectores de medio mundo —en Internet existen cientos de foros y blogs dedicados a analizarla, y la adaptación televisiva elevó a Colin Firth a la categoría de estrella por su recreación de Mr. Darcy—, la editorial Caddel, a la que el reverendo Austen envió el manuscrito a petición de su hija, la rechazó sin ni siquiera revisarla. De hecho el religioso fallecería en 1805, sin llegar a ver publicada ni esta ni ninguna de las obras de su querida Jane. Sentido y Sensibilidad no llegaría a las librerías hasta 1811.

Nueva edición de sus «Cartas»

Coincidiendo con el Bicentenario del fallecimiento de Jane Austen (1817-2017), la editorial asturiana dÉpoca publica un lujoso volumen que recoge el mayor número de cartas de la autora conservadas hasta la fecha. Si bien la crítica estima en más de dos millares el número de misivas —teniendo en cuenta la frecuencia con que la británica escribía y los grandes períodos en que estuvo separada de Cassandra, su hermana y mejor confidente—, actualmente hoy solo podemos acceder a poco más de ciento sesenta. Dicha recopilación bebe, fundamentalmente, de The Letters of Jane Austen, recopilación llevada a cabo en 1884 por su sobrino nieto lord Brabourne, quien pretendía ofrecer «un retrato de la autora que muestra su quehacer ordinario, lo que era su día a día, permitiendo obtener una descripción suya tan real como ninguna historia escrita por otra persona podría obsequiarnos».

Espléndidamente traducidas al español por Eva María González Pardo y Susanna González —quien además se encarga de la Introducción, el Posfacio y los completísimos Apéndices— este compendio conmemorativo, de 750 páginas, es un trabajo imprescindible para comprender la trayectoria de la autora, así como un regalo para todos sus seguidores. Y es que el universo austeniano es tan amplio y exigente que la primera edición de la obra, surgida en el año 2012, llegó a agotarse en pocos meses.

Esta nueva propuesta de dÉpoca, editorial especializada en las grandes novelas decimonónicas, amén de estar profusamente anotada y de ir envuelta con las mejores galas —papel cosido de la mejor calidad, tapa dura con sobrecubierta y lazo de tela para marcar las páginas— incluye una cronología de eventos así como una amalgama de índices que sorprenderán a propios y extraños; esto es biográficos (referidos a las personas aludidas en las cartas), topográficos y de las obras a las que se hace referencia. Asimismo, y para completar la cuidadísima edición, los fans de Jane Austen podrán deleitarse con un set de postales a color conmemorativas del Bicentenario con citas de todas sus obras.

En busca del ansiado matrimonio

Una carta dirigida a una de sus sobrinas predilectas, Fanny Catherine Knight, y fechada el 13 de marzo de 1817 da buena cuenta de las preocupaciones de la escritora, a cuatro meses de fallecer. Ejerciendo de consejera sentimental, la autora de Los Watson le escribe a su pariente: «Las mujeres solteras tienen una terrible propensión a ser pobres, lo cual supone un argumento muy firme a favor del matrimonio»; para sentenciar a posteriori: «No tengas prisa; ten confianza, el hombre adecuado llegará finalmente (...) te fascinará de tal modo que te hará sentir que verdaderamente no has amado nunca antes». Una afirmación excesivamente optimista viniendo de alguien que apenas había experimentado el goce del amor. Y es que, para su desgracia, las manos que dieran vida a heroínas románticas como Lizzy Bennet, Elinor Dashwood o Anne Elliot nunca fueron más allá de un saludo y un inocente roce con el irlandés Tom Lefroy, a la edad de 20 años. Su relación, marcada por las diferencias económicas, no pudo prosperar, dejando a la escritora marcada de por vida. Igualmente su admiración por el reverendo Samuel Blackall —del que Cassandra Austen llegó a decir maravillas—, derivó en una triste decepción.

La consolidación y el ocaso

Entre el otoño de 1812 y finales de 1813, Jane Austen escribe Mansfield Park. Por aquel entonces el éxito editorial de sus obras anteriores le auguraba una carrera literaria, dando lugar a la revelación de su verdadera identidad —tanto Sentido y Sensibilidad como Orgullo y Prejuicio aparecieron firmadas anónimamente por «Una Dama»—. Luego vendrían Emma, que vería la luz en diciembre de 1815, y Persuasión. Esta última fue reeditada el pasado mes de diciembre por la editorial dÉpoca, en una preciosa edición de lujo acompañada de un DVD. A estos tres trabajos de madurez se les conoce como «las novelas de Chawton», al ser escritas en dicho lugar.

Seguramente Jane se hallaba perfilando el manuscrito definitivo de Persuasión cuando su salud comenzó a resquebrajarse. A ello se sumó la bancarrota de su hermano Henry, quien en gran medida había sido el encargado de negociar la publicación de las novelas. La enfermedad no le impidió continuar, comenzando en enero de 1817 un nuevo trabajo que jamás alcanzaría a terminar. Ese fragmento hoy se conoce como Sanditon.

Tras la muerte de la escritora, Henry se encargaría de publicar las dos últimas obras completas de su hermana: Persuasión y La abadía de Northanger. Ambas aparecieron en diciembre de 1817 y fue la primera ocasión en que el nombre de la autora apareció en una edición impresa