Las consecuencias de actuar en caliente

Visitamos Valladolid, la ciudad del Pisuerga, para recorrer la 63 edición de la Seminci, un evento que empezaba, el 20 de octubre, con la proyección, en uno de sus cuatro teatros principales, de «Tu hijo», cuarto largometraje de un cineasta curtido en el corto y las series de televisión

20 oct 2018 / 23:29 h - Actualizado: 20 oct 2018 / 23:46 h.
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  • El fotógrafo Pedro J.Márquez y su foquista hacen un trabajo excelente. / El Correo
    El fotógrafo Pedro J.Márquez y su foquista hacen un trabajo excelente. / El Correo
  • El guión de la película es muy efectista aunque algunas elipsis ponen en peligro casi todo. / El Correo
    El guión de la película es muy efectista aunque algunas elipsis ponen en peligro casi todo. / El Correo
  • La película se rodó en Sevilla. / El Correo
    La película se rodó en Sevilla. / El Correo

A menudo en el cine una película lleva a otra, y esta a otra más. Miguel Ángel Vivas, director y guionista sevillano formado en las primeras promociones de la ECAM de Madrid, entrega su cuarta película, que sin ser remake como la brillante «Inside», ni ser del género de terror en el sentido estricto del término, sabe convencer por momentos con su propuesta.

Cambia así de productor (en este caso Enrique López Lavigne) para ofrecernos un thriller dramático en tanto en cuanto lo que ocurre delante de nuestros ojos no sólo es verosímil, sino que lo asimilamos como real. Cuando la ficción se mete en estos terrenos tan negros y pantanosos, suele ser debido a algo; en este caso la ambientación en su Sevilla natal ofrece una mirada urbanita y de extrarradio extrema y al límite, recordando en su protagonista Jaime, interpretado magistralmente por José Coronado, que recuerda en su trágico devenir a Gloria Duque, aquel personaje tan logrado en los 90 por Victoria Abril en «Nadie hablará de nosotras cuando hallamos muerto». De un mismo modo, son inevitables las referencias a Santos Trinidad en «No habrá paz para los malvados», filmado por Enrique Urbizu, que últimamente parece tenerle en cuenta para más papeles de villano (si bien en «Tu hijo» no lo es propiamente) para la serie de Movistar, «Gigantes».

El guion firmado también por Alberto Marini resulta eficaz, si bien existe alguna elipsis poco justificada más que por el márketing y la presencia de un actor de empaque. Así, pasamos de estar objetivamente con un cirujano al que por poco se le muere un paciente, cuyo padre, gitano de las Mil Viviendas se le enfrenta, a que el protagonista entre a operar a su propio hijo apalizado sin explicación previa y sin casi ponernos en antecedentes. Es esta sensación por la que seguramente hayan mandado las necesidades de producción y que también hace más seca y fría a la película, pero también a partir de ahí más desquiciada en la búsqueda de una venganza que es en sí misma la bajada a los infiernos de cualquier mortal; es por eso que quizás el hecho de que uno de los asesinos de su hijo siga sobreviviendo, a pesar de que en caliente intentó matarle, tal vez pudiera salvarle la vida en un futuro que queda en suspenso como la película que cada uno después en su casa filmaría tan gustosamente. Y es que la capacidad de Jaime para meterse en charcos que le comprometen hasta con la Policía se nos muestra cada vez más hondo. Al contrario que en las películas de Urbizu, en que la acción puede a lo psicológico, a Vivas parece gustarle esa claustrofobia del coche, por el que su héroe aguanta todas las envestidas posibles del grupo, que cuando actúa en manada es, lógicamente mucho más fuerte. La subtrama por la que se averigua (estamos siempre en el punto de vista de Jaime) que el móvil del crimen que mueve hacia esta ira es un asunto de faldas entre el hijo y Marcos, en otro tiempo amigos, resulta mostrada convincentemente, pues sólo cuando ahí sabe lo que sabe, el espectador entiende a Jaime y logra empatizar al cien por cien con él.

En cuanto a los actores, una vez comentado el trabajo de Coronado, hay que reseñar al elenco más joven (Pol Montañés, Sergio Castellanos y Ester Expósito) como bastante prometedor, así como el breve y templado trabajo de Ana Wagener, y de dos actores más con personajes de dulce como es el que interpreta al padre del niño que vive en las Mil Viviendas o el del personaje de Castellanos, que le machaca las manos con un martillo.

La fotografía de Pedro J. Márquez y su espléndido foquista es también reseñable y el montaje de Luis de la Madrid resulta sumamente eficaz. Técnicamente, me gustaría reseñar el fallido diseño de sonido que, no sabemos si por un tema de acústica en el Teatro Carrión, o por negligente trabajo de microfonistas o dobladores ha dejado bastante que desear.