Las mejores novelas de la Historia (III)

Otra de las novelas monumentales que se han escrito hasta la fecha es ‘La muerte en Venecia’. Delicadeza, mitología, una mirada al arte de narrar, el uso del lenguaje elegante y exquisito... Una obra maestra

22 nov 2018 / 00:34 h - Actualizado: 22 nov 2018 / 01:32 h.
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  • Thomas Mann. / El Correo
    Thomas Mann. / El Correo

La relación que ha tenido el ser humano con la muerte, desde que el mundo es mundo, ha sido, por lo menos, distante y cubierta de miedos, de tabúes, supersticiones. En realidad, el ser humano nunca supo ni quiso tener relaciones con su final, con su inevitable final.

Pero algunos de los intentos que se han hecho han dado un resultado extraordinario. En el arte, la fusión de muerte con pintura, escultura, literatura, cine o música, nos ha dejado obras maestras, inspiradoras, evocadoras y temibles. Al fin y al cabo, el camino que recorremos todos tiene una meta común que viste de negro u lleva una guadaña allá donde va. Todos sabemos cómo acaba todo.

Las mejores novelas de la Historia (III)
Portada de la novela de Thomas Mann ‘La muerte en Venecia’. / El Correo

Si un autor se ha aproximado a la muerte con delicadeza, con claro sentido artístico, sin hacer aspavientos estúpidos o gratuitos y, además, logrando un resultado envidiable, ese ha sido el alemán Thomas Mann. Su nouvelle «La muerte en Venecia» es una auténtica joya de la literatura que nos arrastra hasta esa senda que comparten todos los hombres y mujeres, la que lleva hasta la muerte.

El texto soporta bien una lectura superficial o literal. Está tan bien escrita que aguanta una mala lectura. Pero, por supuesto, el texto de Mann es mucho más de lo que dice expresamente, mucho más de lo que se ve aparentemente. Mann revisa su idea de universo, de la mitología y lo que representa, del proceso creativo al escribir, de la muerte como final del ser humano. Y lo hace utilizando un lenguaje exquisito, de tono alto y aliento largo, un lenguaje lleno de matices. Por supuesto, una lectura adecuada requiere de un esfuerzo importante por parte del lector. Todo lo que es excelente suele tener un precio elevado.

La lectura fácil y, si me lo permiten, irrelevante, sería la que fijase su atención en la relación de amor imposible que se establece entre un hombre recién llegado a la vejez y un adolescente. En sí misma, esa lectura resulta agradable aunque lo esencial queda oculto. Sería una lástima dejarlo así.

La lectura más adecuada, el reto que debe plantearse el lector, es la que tiene como protagonistas a Hermes, Apolo, Dionisio y un sinfín de referencias mitológicas que convierten el texto de Mann en una auténtica maravilla, en un universo que transitan unos personajes que, de pronto, se convierten en gigantes, en claros referentes, en parte de nuestra realidad. La contraposición y el tránsito entre lo apolíneo y lo dionisiaco, el camino que va del arte a la muerte o de la idea a la verbalización de la misma, el enfrentamiento entre la nada de Nietzsche y la eternidad de los dioses; son los cimientos de una trama que indaga en lo que es la condición humana.

Las mejores novelas de la Historia (III)
Escena de la versión cinematográfica de ‘La muerte en Venecia’ dirigida por el realizador Luchino Visconti. / El Correo

Es muy importante, antes de leer esta novela, entender que en este texto (como en todos los grandes relatos) nada sucede sin ser necesario, esencial. Por ejemplo, cuando el personaje protagonista, un escritor llamado Aschenbach, se refresca tomando una mezcla de granada y soda, hay que tener en cuenta que ese zumo está vinculado a Hades puesto que, cuando éste secuestra a Perséfone, se lo hace probar ya que si come o bebe está condenada a no salir de allí jamás. Si esto no se conoce no pasa nada, pero se pierde ese nivel de exquisitez absoluto. Otro detalle: ese personaje principal también está preso en Venecia, está atrapado por un amor imposible. Todo se entrelaza en esta novela, todo está por una razón poderosa.

Los sueños del protagonista nos llevan hasta el territorio de los ritos báquicos, los actantes comparten rasgos fundamentales con Hermes, todo convierte la lectura en un esfuerzo delicioso. Incluso la ciudad, Venecia, funciona como correlato objetivo y recuerda, además, a esa Atenas idealizada y finalmente condenada al desastre total. Platón y su filosofía están presentes. ¡Ay, ese mar que es la eternidad y la propia muerte!

Podríamos seguir con el inventario, pero es mejor que sea cada lector el que descubra la totalidad.

La adaptación al cine de la novela, fue obra de Luchino Visconti. Excelente. Leer la novela y ver la película es toda una experiencia. Muy recomendable.