Las mejores películas del siglo XXI (IV)

‘There will be blood’ es una película filmada en el siglo XXI. Presenta uno de los mejores arranques de toda la historia del cine, una de las interpretaciones más completas que se recuerdan de los últimos treinta años y una banda sonora extraordinaria. Es cine de verdad; es un homenaje al cine de verdad

14 dic 2018 / 22:16 h - Actualizado: 14 dic 2018 / 22:39 h.
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  • Los actores Daniel Day-Lewis y Paul Dano en un momento de la película. / El Correo
    Los actores Daniel Day-Lewis y Paul Dano en un momento de la película. / El Correo

There will be blood, Pozos de ambición en España, es una película estrenada en 2007. Se trata de una cinta extraordinaria que puede gustar muchísimo o aburrir a salas enteras. ¿Cómo puede ser eso? Pues porque ver esta película exige un grado de reflexión más que importante y no todo el mundo está dispuesto a hacerlo.

Es una adaptación de la novela de Upton Sinclair «Petróleo», escrita en 1927. Y es un homenaje al cine clásico. Incluido el cine mudo, todo tiene su propio guiño reservado en la película del realizador Paul Thomas Anderson. Aborda un asunto espinoso que lleva dividiendo a las sociedades desde hace siglos: ¿lo importante es lo material o lo esencial es lo espiritual?

Si no ha visto usted la película debería detenerse aquí. Me temo que para explicar lo que creo que es fundamental tendré que referirme a escenas concretas desvelando parte del libreto.

Las mejores películas del siglo XXI (IV)
El oro negro es el vehículo con el que se expresan los postulados capitalistas en la película. / El Correo

En la Biblia, concretamente en el Génesis, nos cuentan lo que sucedió entre Caín y Abel. Ya saben que fue el primer asesinato que cometió el hombre según la tradición judeo cristiana. Pero en realidad nos presentaban dos formas de vida; por un lado, el peligro que representaba el sedentarismo para un pueblo que tenía como objetivo encontrar a Dios y no podía quedarse quieto, es decir, por otro lado, el nomadismo. La historia de Caín y Abel se leyó siempre muy mal. Se sigue haciendo. En There will be blood tenemos esa muerte del hermano (o del que se hace pasar por él) como pecado de uno de los personajes y la confrontación entre el capitalismo y la religiosidad como forma de vida. Por eso la última escena de la película es la que es. Daniel Plainview, el empresario que se obsesionó con el poder del dinero muchos años atrás, asesina al pastor Eli Sunday. Representan el capitalismo más salvaje y la espiritualidad más tramposa y casposa, respectivamente. El dinero acaba con lo que no se puede tocar, con lo espiritual. Y así fue en ese momento histórico y aún sigue vigente. Si la película se ve como la historia de un hombre que progresa y se vuelve loco a causa del dinero, no estaremos entendiendo nada de nada.

La fotografía de There will be blood es sensacional, se busca un movimiento de cámara que esté justificado y sea elegante (la escena de las vías de tren al frente y el vehículo circulando en un camino paralelo es impresionante), el vestuario es espectacular, maquillaje y peluquería estupendos, la puesta en escena como conjunto resulta elegante. El montaje es clásico y no presenta problema alguno aunque es lo menos destacable.

Las mejores películas del siglo XXI (IV)
Lo espiritual se dibuja como un peligro si está en manos de un fanático. / El Correo

El trabajo de Daniel Day-Lewis encarnando al personaje principal es completo y perfecto. Se le ha tachado de histriónico aunque lo que hace el actor es llevar al extremo un perfil que requiere cierta tendencia a la exageración puesto que es la representación sarcástica de un sistema económico completo. Paul Dano hace un buen trabajo haciendo de pastor radical y fanático aunque va de menos a más en su interpretación.

Un aspecto importante que no puede dejar de destacar es la banda sonora. Es magnifica; la firma Jonny Greenwood, componente de Radiohead.

La película huye como si del diablo se tratase de todo eso que vemos en las películas actuales y que rebajan tanto los niveles técnicos: planos secuencias eternos sin justificar, planificaciones absurdas, bandas sonoras invasivas que en lugar de matizar la imagen son acompañadas por la imagen, trucos que tapan las carencias y no eliminan los problemas...

Esta es una película que se debe ver. Cada cual disfrutará más o menos, pero hay que verla porque es de las que ayudan a formar un criterio propio. Es lo que tienen las grandes cintas.