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En Irán todo estuvo prohibido. Mucho más que ahora. Y todo era conocido. Tal vez más que ahora. / El Correo
Las mejores películas del siglo XXI (XIX)
La imperfección en el cine de animación es maravillosa. Después de ver ‘Persépolis’ de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud, alias Winshluss, esta es una afirmación nada comprometida. En 2007 se estrenó la adaptación al cine del cómic de Satrapi. Si el tebeo había sido todo un descubrimiento, la película afianzó posturas
El año 2007 llegó a las pantallas de cine una película estupenda, Persépolis, que firmaba Marjane Satrapi, dibujante iraní, y el director de cine y autor de tebeos Vincent Paronnaud, alias Winshluss. Y es posible que esta fuera la mejor película de animación de todo el año. No es la más perfecta técnicamente; se usa un blanco y negro radical que deja fuera la gama de grises y que, a priori, podría ser una excusa para que los espectadores le dieran la espalda; posiblemente no se profundiza tanto como hubiera sido deseable en los asuntos más espinosos que se tocan; pero el conjunto resulta especialmente agradable y el mensaje que llega es fino, sugerente, evocador, humano y universal.
La falta de libertad individual y colectiva en Irán fue especialmente preocupante durante la Revolución Islámica. / El Correo
Satrapi nos cuenta su propia historia. De niña vive lo que se conoció como Revolución Islámica, el retroceso en las libertades de todo un pueblo aunque de forma especialmente abrumadora de las mujeres, nos habla de su estancia en Viena, de su regreso a Teherán una vez que pasara lo peor de la represión (en realidad seguía siendo brutal). Todo es criticado. Teherán cubierta por el manto de la teocracia islamita o Viena cubierta por el nihilismo occidental de pacotilla, pasan a través de un tamiz sarcástico que no deja títere con cabeza.
Lo que ya estaba en el tebeo original se encuentra en la película. En Aladar ya nos encargamos de comentar esos cuatro volúmenes que, desde 2007, se pueden ver en movimiento. Dijimos: ‘La protagonista de la narración es ella misma. Desde que siendo niña asiste a la llamada Revolución Islámica hasta que viaja a Francia para instalarse allí definitivamente. Irán, Austria, Irán y Francia. Niñez, juventud, un primer matrimonio, el fracaso. Padre, madre, abuela, amigos, novios. Todo aparece y desaparece dejando una huella inmensa, tanto en la protagonista como en el lector. La igualdad de la mujer, el problema racista, el fanatismo ideológico y religioso, la guerra, la política internacional. Todo visto desde un punto de vista irónico y coherente. Sobre todo, visto desde la esperanza y envuelto en un mensaje consolador.
La figura de la abuela es fundamental en esta historia que cuenta Marjane Satrapi. / El Correo
El trazo de Satrapi es sencillo, casi descuidado. Aunque efectivo y demoledor cuando toca. En un blanco y negro que artísticamente cumple con el objetivo y define claramente un mundo que nos presenta la autora de forma descarnada, trágica y honesta. Hace, además, un uso del papel muy inteligente cuando aumenta las imágenes que marcan la narración de forma definitiva.
Por supuesto, es un libro muy recomendable para jóvenes. No puede fallar. La historia, casi en su totalidad, les parecerá cercana y no perderán interés en ella.’
Todo eso sirve para la película.
La música de Olivier Bernet es acertada al máximo. Sin obligar a posturas melodramáticas en exceso, matiza muy bien la imagen. La voz de Marjane, siendo joven y adulta, la pone Chiara Mastroianni y Catherine Deneuve se la cede a una madre maravillosa dibujada por autora. El personaje de la abuela es espectacular y enamora a cualquiera.
El ritmo narrativo es imponente y no da respiro al espectador.
Persépolis es una película extraordinaria que deberían ver jóvenes y adultos. Juntos mejor que por separado. Marjane Satrapi nos habla de ella misma desde sus propios errores, desde las consecuencias que tuvieron, desde el miedo atroz a perderse para siempre. Y eso es poco habitual en el cine y en la literatura.
Poster de la película ‘Persépolis’ adaptación del cómic homónimo de Marjane Satrapi. / El Correo