Las mejores películas del siglo XXI (XVIII)
El año 2013 (el estreno en España se produjo en 2014) el realizador Spike Jonze entregaba ‘Her’, una cinta futurista que habla de la falta de amor cuando las personas se dejan de hablar, de la soledad, de la llegada a nuestras vidas de la inteligencia artificial y sus posibles consecuencias. Y de la imaginación como vehículo de vida para el ser humano
¿Qué es eso que llamamos realidad? ¿Lo que no se puede tocar forma parte de ella? ¿Puede una persona enamorarse de una voz? ¿La inteligencia artificial llegará a funcionar como podría hacerlo la mente de cualquier persona? Estas son algunas de las preguntas que se formula el espectador que disfruta de Her, la película del realizador Spike Jonze. En España se estrenó el año 2014. Y es una película exquisita.
El mundo que se dibuja en la pantalla se llena de personas que hablan a un sistema operativo que ordena las vidas, los mensajes, las agendas, los gustos... La relación entre personas se ha reducido alarmantemente aunque no parece importarle a nadie. De hecho, las relaciones amorosas que se establecen entre las personas y los sistemas operativos se celebran como si fueran romances entre un hombre y una mujer.
Theodore escribe cartas por encargo. Ha sufrido un fracaso amoroso. Estrena un sistema operativo que decide llamarse Samatha después de leer un libro en el que aparecen decenas de miles de nombres. Lo lee en un par de décimas de segundo. Él y su sistema operativo establecen una relación intensa. De hecho, Theodore se enamora locamente de Samantha y Samantha lo hace de Theodore. Intentan buscar fórmulas para que su amor sea lo más convencional posible. Una de las escenas más extraordinarias se produce precisamente cuando Samantha recurre a una mujer para que le preste el cuerpo y, así, tocar, oler...
Joaquin Phoenix y Amy Adams en una de las escenas de ‘Her’. / El Correo
Joaquin Phoenix es Theodore. Logra un papel maravilloso. Natural, lleno de matices, emotivo. Scarlett Johansson pone la voz a Samantha. Es impresionante cómo sin aparecer en la pantalla es capaz de conseguir un papel estelar. Es evidente que el juego de la voz de Scarlett Johansson, con lo real o irreal, forma parte de la propuesta que indaga en lo que tiene de cierto el amor a una voz, a una emoción o a una invención. Amy Adams defiende un papel muy corto. Está irreconocible y logra un resultado estupendo. Representa la parte humana de las relaciones. La escena final junto a Phoenix, sentados en lo alto de un edificio de cara al horizonte, es una maravilla. Los personajes que ya se han encontrado y se han logrado explicar lo que les ha sucedido, miran ese horizonte que representa el futuro.
Spike Jonze mueve la cámara con mucha inteligencia, con la delicadeza justa como para que parezca que no existe. Logra un ritmo y una intensidad robusta que le permite contar todo aquello que, de otro modo, podría parecer una estupidez. Ayuda, sin duda alguna, el guion que también firma. Es uno de los más originales de los últimos veinte años. Y resulta inquietante que nos muestren un mundo de ciencia ficción que casi ya tenemos aquí.
Las personas hablan con las máquinas y no entre ellas; la soledad se convierte en un estado natural del ser humano. / El Correo
Deliciosa la música de Arcade Fire y Owen Pallett que matizan las escenas sin llegar a invadir y obligar. La fotografía de Hoyte Van Hoytema es preciosista, detallista y cuidadosa con los encuadres más originales. A veces recuerda a la que vimos en Lost in Translation por su melancolía y la opresión de un ambiente que amenaza con ser un laberinto imposible.
Cada día es más difícil delimitar la realidad y la fantasía. Las nuevas tecnologías nos han llevado a pensar que se pueden entablar amistades a través de una pantalla, que nos podemos enamorar de una fotografía o que se puede practicar sexo a miles de kilómetros. Sí, hay gente que lo cree firmemente. Después de ver la película de Spike Jonze sabemos que eso no es posible y que la frontera entre lo real y lo imaginario existe aunque la saltemos en alguna ocasión.
Preciosa película que debe estar entre las mejores del siglo XXI.
Cartel de ‘Her’, película del realizador Spike Jonze. / El Correo