Las memorias de Leonor

Leonor López Carrillo de Córdoba es considerada por algunos como la primera escritora en lengua española. Sin embargo en el siglo IV, Egeria, abadesa de un monasterio gallego, realizó una peregrinación hasta Tierra Santa. Durante varios años envió cartas a sus hermanas del monasterio referidas al viaje que fueron compiladas y constituyeron un volumen que describe perfectamente lugares y costumbres. Aunque se le adelantaron Leonor ostenta el título.

12 nov 2016 / 12:10 h - Actualizado: 10 nov 2016 / 23:53 h.
"Historia"
  • Escudo de Catalina de Lancaster. / El Correo
    Escudo de Catalina de Lancaster. / El Correo
  • Leonor López Carrillo de Córdoba. / El Correo
    Leonor López Carrillo de Córdoba. / El Correo
  • Enrique II ‘el Fraticida’ ( 1333-1379), hijo bastardo de Alfonso XI ‘el justiciero’ y su esposa Juana Manuel, hija de Don Juan Manuel. Sepulcro que se encuentra en la Catedral de Toledo (Capilla de los reyes). / El Correo
    Enrique II ‘el Fraticida’ ( 1333-1379), hijo bastardo de Alfonso XI ‘el justiciero’ y su esposa Juana Manuel, hija de Don Juan Manuel. Sepulcro que se encuentra en la Catedral de Toledo (Capilla de los reyes). / El Correo
  • Sepulcro de Leonor. / El Correo
    Sepulcro de Leonor. / El Correo

¿Qué hizo Leonor López Carrillo de Córdoba en pleno siglo XV? ¿Por qué algunos hablan de ella como nuestra primera escritora? Porque dictó ante notario sus memorias. El documento original se perdió, pero se ha dado a conocer gracias a la labor de la Biblioteca Colombina de Sevilla, donde se guardaba una copia. Estamos hablando de una escritura notarial que se aprovecha para dar a conocer la vida de esta mujer.

¿Por qué lo hizo ante notario? Se me escapa la finalidad práctica, pero estoy convencida de que la tenía. Se dice que elaboró este documento tras su caída en desgracia en la corte de Catalina de Lancaster, tal vez para reivindicarse, pero va más allá y constantemente acude a su «devoción» para mostrar la fuerza la oración a la Virgen María y las consecuencias positivas que tendría en su vida. No me queda duda alguna de que rezaba y mucho, pero también acompañaba sus oraciones con acciones y no todas fueron encomiables.

Leonor nació en el siglo XIV (posiblemente en 1362) en Calatayud y pertenecía a la alta nobleza castellana. Su padre era uno de los hombres de confianza de Pedro I de Castilla (el Cruel) y estaba casado con una sobrina de Alfonso XI, llegando a ser maestre de Alcántara y Calatrava. Cuando tenía 7 años, se concertó su matrimonio con otro noble, perteneciente a una familia muy rica, poderosa y leal a Pedro I: Ruy Gutiérrez de Hiniestrosa. En el documento público, cuenta Leonor cuales eran los bienes de su marido y su propia dote. «Y á mi marido quedáronle muchos bienes de su padre y muchos lugares: y alcanzaba trescientos de á caballo suyos é cuarenta madejas de aljófar tan grueso como garbanzos, é quinientos moros é moras, y dos mil marcos de plata en bajilla; y las joyas y preseas de su casa no las pudieron escribir en dos pliegos de papel. Y esto le cupo del dicho su padre y madre; porque otro fijo y heredero no tenían. A mí me dió mi padre veinte mil doblas en casamiento». Esclavos, perlas, tierras, animales, la vida era dulce para Leonor y su esposo, que vivía en Carmona con su familia (compuesta por su hermano, hermanas y cuñados) y las hijas el propio rey Pedro I el Cruel.

Su vida dio un vuelco tras el asesinato de Pedro I y el inicio del reinado de Enrique II de Castilla. Su padre, Martín López de Córdoba trató de eludir al nuevo rey, refugiándose en la ciudad de Carmona (Sevilla) y después de un largo asedio pactó su entrega, a cambio entre otros extremos, de que las hijas del rey fueran enviadas a la corte de Inglaterra y de que se respetara su vida, bienes y la de los de su familia. Solicitaba que se le considerase leal nuevo rey. Enrique II envió a sus sobrinas a Inglaterra, pero no respetó resto del acuerdo y decapitó al padre de Leonor en la Plaza de San Francisco, en Sevilla (1371). Hay otra versión todavía más cruenta que habla de que arrastraron al pobre hombre por toda Sevilla, le cortaron los pies y las manos en la plaza que he mencionado y lo quemaron. Parece poco creíble pues, al parecer, Leonor hizo trasladar sus restos al panteón familiar que ella misma hizo construir en la Iglesia de San Pablo, en Córdoba, si hubieran quemado a su padre, difícilmente habría podido trasladarlos.

Enrique II de Castilla no tuvo compasión, privó de todos sus bienes a la familia de Leonor (carnal y política) y los encarceló en Atarazanas de Sevilla, donde fueron encadenados. Allí eran sometidos a malos tratos y podían pasar varios días sin comer ni beber. En semejantes condiciones (con epidemias de peste de por medio) sucedió lo que era de esperar y prácticamente toda la familia falleció, sólo se salvaron Leonor y su marido, que fueron liberados tras nueve años. Esta liberación se produjo al fallecer el rey Enrique II, porque dispuso en su testamento que procediera a la liberación de todos los presos cristianos que hubiera en su reino y la devolución de ciertos bienes a algunas de las familias leales al anterior rey.

Al salir de prisión trataron de recuperar los bienes que le habían sido incautados con un éxito desigual. Ruy fue a reclamar sus bienes y a luchar por la corona durante siete años, pero no logró absolutamente nada. Leonor se valió de todo tipo de argucias para recuperar sus bienes y acrecentarlos. Al salir de prisión fue acogida por su tía María García Carrillo en Córdoba. Se hizo con su favor y no dudó en asesinar a todo el que se puso en su camino, reconociéndolo en sus memorias: «Y fui tan desconsolada que perdí la paciencia. E la que me hizo más contradicción con mi señora mi tía, se murió en mis manos comiéndose la lengua». Os hacéis una idea del carácter de Leonor, su ambición mezclada con los tratos inhumanos que habían recibido durante nueve años de prisión, convirtieron a esta noble castellana en una auténtica máquina de maquinación e intriga.

Leonor no dudó en arriesgar y perder la vida de uno de sus hijos (el mayor, al que consideraba débil) haciéndolo velar a un niño judío converso que había adoptado y que lamentablemente había enfermado de peste en Aguilar de la Frontera (Córdoba). No sólo provocó el fallecimiento de su hijo, sino el de quince personas más. Quedaos tranquilos que el niño judío no falleció. Para más Inri, hace constar en las memorias como tras la muerte de su hijo, toda su queja se centraba en que su hijo no podía ser enterrado dentro de la villa por orden de la mujer de su primo. Leonor no sé explica por qué no querían enterrar a un fallecido por la peste en la villa y atribuye esta «mala acción» a que la mujer de su primo le tenía ojeriza. A mí me traen a casa una epidemia de una enfermedad incurable y lo mismo también le tomo un poco de manía a quien sea. De todas formas Leonor no dudó en acompañar el cortejo fúnebre del niño como una madre destrozada. Según cuenta la gente se unía a ella y su pesar, gritando por las calles. Para mí que aprovechó la ocasión para montar un buen espectáculo, en el que las gentes más ingenuas se compadecieran. Tras ese entierro su tía vuelve a llamarla para que regrese a Córdoba y su suerte cambia.

Leonor logra hacerse con el favor de la viuda de Enrique III, Catalina de Lancaster que regente de su hijo Juan II de Castilla. ¿Cómo consigue llegar hasta ella? Seguramente gracias a la buena relación que había tenido con la madre de Catalina, que fue una de las hijas de Pedro I el Cruel, aquellas que fueron salvadas por el padre de Leonor. Debió ser así como Leonor logró acercarse a la corte, llegando a ser camarera mayor de la reina y su consejera. Esta confianza le permitió amasar una considerable fortuna y fundar un mayorazgo a favor de una de sus hijas. En 1412 pierde su posición de liderazgo debilitándose su relación con la reina. Es desterrada a Córdoba donde permanece hasta su muerte en 1430, fue enterrada en el Convento de San Pablo junto con su padre y el resto de su familia.

¿Puede ser considerada realmente Leonor una escritora? Me surgen dudas porque parece que lo que hizo fue dictar sus memorias, además el valor literario de las mismas es cuestionable, no así el historiográfico. En cualquier caso estas memorias son extraordinariamente interesantes para comprender la vida de la mujer (noble) en la edad media, para valorar la crueldad del momento y los sufrimientos a que la población de todos los estratos sociales era sometida y de lo que tampoco hay duda es de que Leonor fue una mujer que tuvo la ambición y arrestos para llevar las riendas de su vida.